Fabricio Atilano

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Fabricio Atilano es uno de los fotoperiodistas jóvenes más comprometidos con su trabajo y con el papel que debe de jugar en la sociedad. Desde hace cuatro años  es parte del equipo de fotógrafos de El Informador, aunque las placas que salen de su lente inquieto son difundidas en las redes sociales y espacios como la revista Territorio.

Egresado de la carrera de Ciencias y Técnicas de la Comunicación por parte de la Universidad del Valle de Atemajac, su agudo ojo le ha llevado a ganar el Premio Jalisco de Periodismo en 2017 por su fotografía titulada “Tocar la fe”, basada en las celebraciones de la Santa Cena de la Luz del Mundo y en 2015 por la serie fotográfica titulada “San Juan sin Dios ni Ley”.

La Gaceta charló con él antes de ofrecer la conferencia para los estudiantes de periodismo en Centro Universitario de los Lagos este próximo miércoles 25 de septiembre para promocionar la participación del Premio Jalisco de Periodismo 2019.

¿Cuál consideras que es la importancia de la fotografía para construir la historia?
La fotografía ha sido importante desde que se creó porque ha proporcionado varios modos de hacer la historia, de narrarla. Junto con la palabra escrita y la oral, pienso que es importante para que quede un testigo, para describir lo que pasó, lo que fuimos como sociedad y lo que somos como cultura y como pueblo. Hemos sabido que a veces los historiadores se basan en imágenes para definir lo que pasaba cuando no había elementos como el registro oral. Creo que más que nunca la fotografía tiene ese poder de ilustrar lo que pasa y darnos una idea de hacia dónde vamos.

¿Cuáles son las cualidades que debería tener el fotoperiodista?

Creo que debe ser una persona sensible, porque a final de cuentas la fotografía es sensibilidad hacia la luz y debe serlo ante lo que ve, dejarse cautivar por lo que está mirando y dejarse atrapar por esas historias que mucha gente puede ver, pero no se detienen, entonces creo que eso distingue a la fotoperiodista.

¿Una sola fotografía puede decir más que un fotorreportaje?
Cada estilo y forma de trabajar, tanto escrito como a través de la imagen, tiene su función y ambas creo que pueden compartir eso. En ocasiones una sola foto puede tener suficiente rigor y riqueza visual de manera que te puede dar todo ese contenido, la resonancia que necesitas para poder hacer un llamado, mostrar una injusticia y darle voz a algunas personas, aunque eso sucede raramente. Tenemos que ver  los elementos del tema y que a veces son difíciles de juntar en una foto y entonces acudimos al fotoreportaje. No pienso que pueda decir más que un reportaje, incluso creo que el texto y la imagen se nutren aunque son géneros muy distintos. Como dice Pedro Valtierra: hay veces que trata a la fotografía como un género menor y no, porque es algo que nutre el trabajo periodístico de una manera muy singular.

¿Para qué sirve el fotoperiodismo en un mundo de imágenes que cualquiera puede tomar desde su dispositivo?
Su importancia es esa seriedad que se le da al trabajo, ese tratamiento, esa responsabilidad que tiene que tener el fotoperodista para hacer que una imagen tenga esa calidad y esa ética de hacer una trabajo bien logrado y hecho a conciencia, respetando siempre el tema; y en el caso de los dispositivos es algo que lo pueden hacer muchas personas, y lo han hecho, y ahora también los medios hacen fotografía con ellos, en el periódico en el que trabajo les dieron un celular chido a los reporteros para que vayan a hacer fotos, porque incluso el periódico está en crisis de imagen por decirlo de alguna manera, porque somos muy pocos fotógrafos. He escuchado a Pedro Meyer y Rafa del Río decir que tenemos analfabetismo visual y estoy de acuerdo, todos tenemos un celular y hacemos fotografía, pero a la hora de hacer una imagen tenemos que tener en cuenta un montón de cosas y eso es similar a escribir, y tenemos que darle sintaxis a la imagen, porque también las imágenes se pueden leer y creo que ahí está la diferencia.

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