Es triste observar que nuestro centro histórico ha sido atrincherado por los vendedores ambulantes. En la actualidad transitar por este emblema de Jalisco es sortear puestos de churros y papas que incitan al sentido del olfato, en conjunción con la vista, a admirar aquel manjar que se vende en la vía pública. Sin embargo, esto no es culpa de la persona que trabaja a diario para conseguir el mendrugo de pan y llegar algo a su casa. Aquí ya no tienen cabida los lujos y las diversiones, porque han quedado fuera del alcance de la clase trabajadora.
Recordemos aquella frase que reza “Piensa mal y acertarás”. Así un gobierno opaco que se obstina y que violenta los derechos de todos los ciudadanos, que justifica una actividad ilícita, nos trae a la mente y deja como conclusión que entre la administración y los vendedores ambulantes existe un convenio de reparticiones mutuas.
Dedicado para mis pequeños, quienes añoran caminar por un centro histórico seguro (sin el miedo a ser robados) y en el que puedan disfrutar la historia que en sus vidas apenas comienza.