Esnifar diamantes

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    La vulgaridad como una de las bellas artes. David LaChapelle recuperó el color en la fotografía y construyó su estilo más característico trabajando en el cínico mundo de la moda, como no podía ser de otra forma.
    Hijo bastardo de Warhol, fue fotógrafo de una de las últimas aventuras artísticas del mesías del pop-art (ese “populismo de gente acomodada” como lo bautizó Octavio Paz). Interview era todo lo superficial, chocante y adictiva que podía permitirse ser una revista que retrataba los setenta y el principio de los ochenta; sin embargo, la primera transformación estética de LaChapelle fue a través de una reclusión auto impuesta para buscar la técnica adecuada. Durante dos años trabajó los negativos de color hasta llegar al desquiciante espectro cromático que definiría su estilo. Arte y técnica después de todo no están tan separadas, provienen de la misma raíz griega: techne.
    Y llegaron los rostros y cuerpos demasiado bien iluminados, demasiado perfectos, demasiado falsos de revistas como Vogue. Aquí la primera coincidencia con una de sus influencias confesas: Helmut Newton, quien también trabajó para la edición alemana de esta publicación. Más allá de la experiencia con la moda, Newton y LaChapelle comparten ese gusto por mostrar el objeto erótico como uno de los últimos tabúes occidentales.
    Pero LaChapelle se aleja de la sutileza newtoniana para construir su efigie en las ruinas del consumo universal. Aquí la falsa concepción que se tiene de él de ser simplemente un artista que retrata el kitsch del peor “sueño americano”. En realidad está más cerca al surrealismo, comparte, junto con artistas como Man Ray, esa fascinación por los rostros estáticos y lo artilugios simbólicos. La fotografía de su modelo favorita, Amanda Lepore, esnifando diamantes tiene una sugerente deuda artística con la imagen “Lágrimas de cristal” de Ray.
    Y es aquí donde las clasificaciones se confunden y las críticas se distorsionan. Es LaChapelle un simple retratista (y videoasta) de los famosos o un heredero real de los surrealistas, más cercano al legado de fotógrafos estadounidenses como Richard Avedon.
    Después de todo, ¿Truman Capote y Damien Hirst no comparten similitudes? ¿O qué no a todos nos gustan los diamantes? Vamos.

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