Villoro su obra y su pensamiento

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Luis Villoro murió en 2014. Dos años antes la Universidad Michoacana organizó un homenaje por su cumpleaños 90.  Don Luis acepto la invitación a este encuentro que reuniría a diversos filósofos de México, a condición que se retirara la palabra homenaje. Villoro —nos narra Teodoro Ramírez— rechazaba los actos “acartonados  y oficialistas”, por eso acepto, porque sería un encuentro en que los asistentes dialogarían sobre su obra y su pensamiento. Fruto de este encuentro fue el libro Luis Villoro. Pensamiento y vida, que publicó la editorial Siglo XXI y fue presentado en el marco del Segundo coloquio de filosofía latinoamericana el 28 de abril de 2015 en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades.

Guillermo Hurtado nos narra una vivencia en la infancia de Villoro que, al parecer, marco su vida y obra. La historia se sitúa en una hacienda de San Luis Potosí con un niño recién llegado de Barcelona: “…todos me saludaban con una gran devoción porque yo era el patroncito […] Uno de esos indígenas se acercó a mí con gran reverencia, me tomo la mano y me la besó, eso fue para mí (cuenta Villoro), una impresión verdaderamente terrible, que un viejo calentado por el sol […] viniera a mí, y con un rasgo de respeto me besara la mano. […] Este fue un rasgo que se me quedó grabado en toda mi vida…

Supongo este episodio en la vida del niño Luis inspira no sólo la obra Los grandes momentos del indigenismo en México”, sino que se encuentra presente en otros momentos de su producción filosófica porque esta vivencia detona interrogaciones en el plano de la política, la ética, la filosofía de la cultura, la epistemología y el indigenismo.

De acuerdo con Teodoro Ramírez (coordinador de la obra): “Las afinidades o analogías entre el proceso de conocimiento y el proceso de vida práctico-política […] apuntan a una propuesta filosófico-práctica de gran caladura, sólo comparable con las más ilustrativas de los grandes pensadores sistemáticos de la tradición occidental”.

El criterio de organización de esta compilación, como el contenido mismo de los textos denotan la grandeza de una filosofo formado en las contradicciones de un México que busca la justicia, pero prevalece la desigualdad, que busca la verdad y se encuentra con múltiples formas de interpretar la realidad y que, en la filosofía, transita de manera natural entre la fenomenología, el existencialismo, el indigenismo y la analítica.

Dos temas integran la originalidad de Villoro: la epistemología y el indigenismo. Al respecto, Carlos Ramírez, en su texto “El status epistemológico de la filosofía” afirma que “las diversas interrogantes se comprenden mejor atendiendo los tipos de conocimiento”,  y esta afirmación le permite a Ramírez ligar la reflexión con el arte, la moral, la política y la religión. Pero la filosofía es vacía ante la falta de una realidad que garantice su contenido, pero el gran mosaico de condiciones materiales y formas de comprender el mundo que representa la realidad mexicana hacen del indigenismo —como afirma León Olivé— uno de los temas centrales de la filosofía de Villoro.

La complejidad de la diversidad que interpela a Villoro es reseñada por Dinora Hernández quien muestra diversas nociones de la realidad mexicana, que más que resolver a partir de un criterio cognitivo único la ardua tarea de comprender la realidad, nos sitúa ante una diversidad de criterios y entornos incompatibles con los criterios unificadores  que, a decir de Olivé, los modelos integristas “se constituyen como un obstáculo para  la libertad y autodeterminación de los pueblos indígenas”

Luis Villoro. Pensamiento y vida, es una obra básica que, a través de una minuciosa selección, sintetiza el amplio panorama de reflexiones que nos legó quien fuera impulsor de la filosofía en muchas universidad es de México (entre ellas la UdeG), y un pensador que mostró que la realidad mexicana ofrece aristas para repensar la filosofía.

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