Mecánica cuántica cálculos parabólicos

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Source Code

El segundo largometraje de Duncan Jones no ha podido escindirse de las comparaciones. Los críticos en Estados Unidos se han puesto incluso creativos en las maneras de hacer la referencia obligada: Groundhog day (El día de la marmota o Atrapado en el tiempo, según qué traducción), la comedia noventera clásica en que Bill Murray encarna a un tipo amargado que vive una y otra y otra vez el mismo día que detesta, porque lo han enviado a un pueblo a reportar el famoso pronóstico de un roedor sobre cuándo terminará la primavera.
La similitud es evidente, así como las distancias: en Source code el capitán Colter Stevens (Jake Gyllenhaal) encarna repetidamente los ocho minutos anteriores a la muerte de un hombre que viajaba en un tren hecho explotar a las afueras de Chicago por un terrorista que ha anunciado un segundo ataque con una bomba atómica “casera”.
A diferencia de la absoluta carencia de explicaciones que hacen funcionar tan bien a Groundhog day, en Source code los ciclos son parte de una misión militar cuyo objetivo es identificar al autor del ataque y prevenir el siguiente golpe. Las explicaciones se encajan con practicidad en los cuestionamientos del propio Colter, que va sabiendo lo mismo que el espectador, pero quedan tan rebuscadas que bien podría prescindirse de ellas. En realidad apenas importan la mecánica cuántica y los cálculos parabólicos: de todas maneras hay que hacer un grande voto de fe para creer las bifurcaciones de la realidad que se proponen.
En todo caso, aquí aparece la verdadera trama, y las otras dos comparaciones recurrentes: Colter encuentra pronto el aparato explosivo, pero también pronto distrae su atención hacia sus propios problemas, tan desesperantes como el saber dónde está, cómo y por qué, quiénes son los interlocutores que dirigen la misión, si la chica en el asiento de enfrente de verdad es sólo una ilusión y lograr comunicarse con su padre; todo mientras muere sucesivamente y regresa al principio de los ocho minutos.
Inception (El origen), por la incursión en la psique de otros y tal vez también por el panorámico plano secuencia del principio, pero sobre todo Moon (En la luna), son esas otras dos comparaciones inevitables. Especialmente esta última, pues en su segundo largometraje Duncan Jones repite el tema central del primero: un hombre aislado y utilizado como mero operador de una tecnología que lo consume en aras de un supuesto bien superior, dígase explotar los recursos energéticos y minerales de nuestro satélite natural o formar parte de una “poderosa arma en la guerra contra el terror”.
El cuestionamiento existencial y los dilemas morales en el uso que le damos a la tecnología son hasta ahora la constante en el trabajo de Jones, pero queda la duda de si esto no será más bien iniciativa de Ben Ripley, el guionista, inspirado en Moon, pero añadiendo a su modo una hebra de romance. Lo que sin duda es el toque ñoño, freak y de autor de Jones es la selección del elenco para las breves incursiones auditivas del padre de Colter: es Scott Bakula, el actor principal en Quantum leap (A través del tiempo), una serie de televisión de principios de los noventa sobre un científico cuyo experimento falla y se ve transportado de una era a otra indefinidamente y en cuerpos ajenos, y a cuyo nombre ya hacía referencia el personaje de Moon (Sam Beckett y Sam Bell, respectivamente), por si alguien se preguntaba cómo serían los ocios del hijo de David Bowie…
Sin embargo, ahora que ha contado con un presupuesto superior (32 millones de dólares) a su pasada producción, ninguna injerencia en la autoría del guión y la producción en manos de Vendí´me Pictures y Mark Gordon Company, la mano del director se difumina visiblemente: la sobriedad en el diseño de arte y la edición, que en Moon bordaron elegantes silencios significativos, se sustituye en Source code por efectos visuales que hacen efectiva su impresión la primera vez que Colter ingresa a la realidad paralela del vagón, pero que en seguida delatan su vana ostentación, a tal grado que si uno hace su elección nada más juzgando el cartel, puede fácilmente entrar a la sala creyendo que verá una película de acción.
Quizás esto último sea más bien un acierto, pues en su primer fin de semana recaudó casi 15 millones de dólares tan sólo en Estados Unidos, y hasta el 5 de junio llevaba un total superior a los 53 millones, según reporta IMDB.com. En Guadalajara, donde la referencia genealógica y el propio nombre del director es más bien un dato oscuro, Source code ha resistido por mérito propio y se encuentra ya en su quinta semana de exhibición.

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