Los derechos pequeños

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VS‡vado 24 de mayo del 2002. Se usara grœa para levantar ha un ni–o de la calle en el aeropuerto internacional de Guadalajara

Nuevas y crecientes amenazas se ciernen sobre los niños mexicanos. Además de las estadísticas sobre abuso sexual, están los niños migrantes, los que son explotados laboralmente y los que sufren de maltrato. Los infantes de todas las clases sociales se enfrentan también a la violación de sus derechos humanos en campos como la recreación, la educación, la expresión de sus ideas y están envueltos en dinámicas que los oprimen y presionan antes de llegar a la edad adulta.

Presionados desde chiquillos
En varias áreas de la vida moderna, los niños son violentados en sus derechos humanos y existen muchos actores pasivos como el Estado y la misma sociedad. Las escuelas y los padres de familia son los responsables directos de esa violencia, asegura la maestra Rosario González Hurtado, investigadora en formación de ciudadanía y procesos de jóvenes, del Departamento de educación y valores, del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO).
“Tenemos que pensar en términos de cómo las condiciones estructurales de la sociedad son propiamente las causas de violentación de los derechos. Aunque sabemos que la propuesta escolar tiene una cobertura bastante alta, la asistencia real y las posibilidades de permanencia en las escuelas son bajas, todavía hay niños que tienen trabajo y dejan las escuelas”. Así, la falta de una incorporación escolar es la causa más común de que los niños se sumen a la vida laboral de manera temprana y no terminen sus estudios.
“Otro aspecto donde se evidencia la violación a los derechos es la continua presión para ser consumidores permanentes y estar expuestos a una publicidad. Por un lado se atenta a la salud mental de ellos y, por otro, existe el peligro de convertirlos en consumidores compulsivos, esa es otra parte de los derechos que no hemos revisado y en la cual nos hemos quedado muy a la zaga”, afirmó la académica.
Respecto a lo anterior, es destacable la pobre calidad de los medios de comunicación, dice Rosario González: “Los programas infantiles tienen poca calidad y están saturados por una gran cantidad de mensajes que no son formativos, sino que deforman la construcción de un desarrollo sano”.
Las tendencias que conforman el mundo adulto también victimizan a los niños, ya que son sujetos de la competencia en diferentes formas y modalidades, desde los espacios escolares, hasta los ámbitos urbano y familiar. “Hay una presión competitiva todo el tiempo”. La convivencia está más orientada hoy a competir que a la cooperación.
Al mismo tiempo, existe una carencia muy significativa de espacios para la recreación y la expresión, lo que genera rezagos en terrenos de formación ciudadana y de pertenencia a grupos organizados.
Para los niños también se demuestra la ausencia de políticas públicas que fomenten los procesos ciudadanos. Según la maestra González Hurtado, esta privación se vuelve crucial cuando hablamos de adolescentes, sobre todo si avistamos que en poco tiempo se convertirán en electores y eso los coloca ante una responsabilidad que afrontan con una formación casi nula.
“Los niños están excluidos en las decisiones sobre los recursos con los que ellos van a vivir, como la sustentabilidad de espacios verdes, la del agua y ahora la energética. Y no están siendo partícipes en decisiones que los van a afectar y las están tomando adultos, refrendando una visión adultocéntrica. Muchas decisiones los van a afectar en el corto plazo; no son considerados y no están formando parte de ellas”.

Víctimas de la autoridad Â
En gran parte de los atropellos que se consuman en contra de los derechos humanos de los ciudadanos, los verdaderos damnificados son los niños, dado que ante el Estado y las autoridades,, los derechos de éstos son invisibles, aseguró el quinto visitador de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDH), Mauro Gallardo Pérez.
Así, al margen de las quejas relativas a la violación de los derechos humanos de los niños, las cuales se refieren principalmente -en número e importancia- a la violación de los derechos a la educación, a la salud y, en tercer lugar, al maltrato, las acciones de la autoridad en contra de los ciudadanos afectan a los menores.
“Podemos hablar de que los niños también son víctimas de la propia autoridad, ya que son víctimas de la posible violación hacia los padres y, por qué no decirlo, a raíz de eso tales niños necesitan una ayuda psicológica”.
Una de las situaciones que citó Gallardo es cuando se realiza la detención ilegal de un ciudadano y en ese mismo evento se encuentra presente un menor; la autoridad toma la determinación legal de enviar a ese niño a un albergue, donde permanece hasta que se aclara la situación  del adulto y entonces la afectación del menor debe atenderse, lo cual no siempre se hace.Â
“También ocurre con mucha frecuencia que viene alguna mujer a reclamar o a presentar alguna queja contra el marido porque sufre de violencia, le damos un oficio para que presente una denuncia y ayuda psicológica, pero en este tipo de acciones la mayoría de las veces hay un niño implicado”.
El visitador explica que los niños tienen derecho a recibir ejemplos constructivos sobre derechos humanos y esto no es una garantía, pues muchas veces son testigos de la discriminación que sufren las personas con discapacidad o de la tercera edad: “Algunas veces hasta en las personas de sus propios abuelos o familiares, los niños advierten que no hay esa cultura de respeto de sus mayores”.

Sin papeles

un estudio de la UNICEF titulado “La niñez migrante”, revela el número creciente de niños y niñas que sin acompañante, es decir, solos, cruzan la frontera hacia los Estados Unidos. Datos de la patrulla fronteriza estadounidense aseguran que este tipo de migración creció en siete mil casos, entre el 2003 y el 2005, cuando se registraron 22 mil 300 niños en esas condiciones.
“Muchos de estos niños y adolescentes enfrentan violaciones graves de sus derechos. Las niñas, en particular, son muy vulnerables a convertirse en víctimas de la trata y de la explotación sexual”, señala un informe conjunto de UNICEF y el DIF respecto a esta práctica en la que participan muchos infantes mexicanos y de varios países de Centroamérica, quienes pretenden reunirse con sus familias y buscar trabajo. Por sus condiciones de vulnerabilidad naturales, los niños que cruzan las fronteras agregan a su condición que son extranjeros, el idioma y, desde luego, que son indocumentados.

Datos reveladores

La Comisión de derechos humanos del senado de la república dio a conocer hace apenas unas semanas algunos números significativos. En el mundo hay más de cinco millones de niñas que se prostituyen; cada año se trafica con más de un millón 200 mil menores, lo cual arroja, según cálculos de la UNICEF, ganancias por siete billones de dólares; además, 246 millones de infantes y adolescentes trabajan.
En el caso de nuestro país, de los 52 millones de mexicanos que viven en la pobreza, 24.7 millones son niños, de acuerdo a informes de la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para Infancia en México. La misma fuente afirma que 16 mil niños y niñas ejercen la prostitución; 80 por ciento de ese total tienen entre 10 y 14 años. Además, 3 millones de menores trabajan y sus edades fluctúan entre los seis y los 14 años.
La comisión del senado se pronunció en el sentido de que una de las causas por las que en el país no se respetan ni se protegen los derechos de los niños es la impunidad y la no aplicación de las leyes, como en el caso de la explotación sexual de infantes: “Hay corrupción y complicidad de las corporaciones policíacas, y la impunidad radica en que sólo cinco por ciento de los delitos termina en sentencia. Faltan muchas cosas por hacer, pero una de las partes más importantes es que las instituciones encargadas de procurar justicia no actúen por negligencia, incapacidad o corrupción”.
Las últimas reformas a las leyes a favor de los menores se llevaron a cabo en el 2001.

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