La salida falsa

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Un jueves como cualquiera de hace cinco semanas, al salir a mediodía de su salón, Francisco (nombre ficticio) se despidió de sus compañeros de la Prepa 11, alegremente, como siempre. Era conocido por su jovialidad y se llevaba bien con todos. La alegría de siempre, en ese jueves como tantos, sin embargo fue interrumpida bruscamente apenas pocas horas después: a las 4 de la tarde, sin preaviso o señales aparentes, Francisco se quitó la vida.
Fracasos, depresión, desilusión: son varios los factores emocionales que conforman la historia de vida –aun si breve como en el caso de Francisco– de un sujeto que decide suicidarse. Si descifrar el drama individual que lleva a un individuo a ver en el suicidio la única opción para salir de una situación difícil requiere de un trabajo profundo e interdisciplinario, a nivel social y médico existe una certeza: el suicidio es un problema de salud pública que afecta tanto a México como a Jalisco, y que en los últimos años ha ido en constante aumento, sobre todo entre los adolescentes.

Incrementos alarmantes
En el mundo, señaló en 2009 la Organización Mundial de la Salud, se suicidan 3 mil personas al día; en Jalisco, en promedio, una diariamente. Las estadísticas muestran que en nuestro estado los suicidios han aumentado de un 300 por ciento en las últimas dos décadas.
En 1990 se cometieron en Jalisco 128 suicidios, con una tasa de 2.34 por 100 mil habitantes, lo que lo posicionaba en el lugar 13 a escala nacional. Para el 2000, los suicidios subieron a 290, con una tasa de 4.5 y el lugar 11. En cambio en 2010 se registraron 393 suicidios, con una tasa de 5.56, posicionado en el lugar 9. Según datos de la Secretaría de Salud estatal en 2011 la tasa de suicidios fue de 5.9, que se mantuvo también en los primeros cuatro meses de este año.
“Es un problema de salud pública”, dice Roque Quintanilla Montoya, coordinador de investigación del Departamento de Psicología Aplicada del Centro Universitario de Ciencias de la Salud, “porque la solución no es individual, porque depende de las instituciones para su intervención y solución, porque tiene que ver con una problemática de salud difusa que presenta unas altas tasas de mortalidad”.
El también presidente de la Asociación Mexicana de Suicidología, A.C. considera que se trata de un problema de salud mental, no entendido como enfermedad, sino como una incapacidad del individuo de enfrentar su situación y su momento histórico, y de manejar las emociones de circunstancias.
“En muchos casos hay una historia de fracasos, en muchos casos son sujetos que han sido victimas de maltrato psicológico, de abuso sexual, de maltrato familiar, de constantes fracasos, es decir, tienen una desesperanza aprendida”, dice.
Por lo que el sujeto, agrega, “entra en una etapa donde no ve alternativas, con una fuerte depresión, y empieza a validar este pensamiento con lo que encuentra a su alrededor, y dice ‘es cierto, yo no valgo nada, los demás no me valoran, no tengo proyecto futuro’”. Y decide quitarse la vida.

Mujeres, jóvenes y viejos
La población que recurre más al suicidio son las mujeres, pero quienes lo consuman más son los hombres. El porcentaje de hombres que llegan a suicidarse es 4 veces mayor que el de las mujeres.
Claudia Alejandra Reynoso Zepeda, docente de psicología de la Universidad de Guadalajara, explica que esto se debe “al tipo de actitud y de conducta: por ejemplo las mujeres pueden recurrir a tomar pastillas, cortarse, mientras que los hombres tienden más a utilizar armas o a ahorcarse, utilizan métodos más agresivos y efectivos”. Además, agrega, las mujeres en ocasiones lo hacen más para llamar la atención que con la intención real de quitarse la vida.
Por otra parte, el grupo de edad en que se presentan más suicidios es de entre los 15 y los 24 años, donde la muerte autoinfligida representa la tercera causa de defunción. En particular, en este sector de la población preocupa el incremento de los suicidios de menores de edad, que, según el director del Centro de Evaluación e Investigación Psicológica de la Universidad de Guadalajara, Francisco Gutiérrez Rodríguez, en el último lustro aumentaron en un 350 por ciento.
Cada mes, en promedio, se suicida un niño de entre los 10 y 12 años. Este fenómeno, dice Quintanilla Montoya, “es multifactorial, las condiciones sociales van a influenciar elementos de salud mental, van a generar estrés y dificultades, y si el individuo no ha desarrollado estrategias adecuadas para enfrentar esas problemáticas está mayormente expuesto al suicidio”.
Esto se evidencia mayormente en los adolescentes y en particular en los niños, que aun no han desarrollado la capacidad de abstracción y por ende el concepto de muerte y de irreversibilidad. “El niño no tiene la conciencia de que es la muerte, o de su trascendencia, entonces puede poner en riesgo su vida sin querer de verdad morir, sino solamente querer desaparecer de momento o desaparecer una conducta que no le gusta”, dice Reynoso Zepeda.
Otro sector vulnerable son los adultos mayores. Se estima que uno de cada tres ha hecho un intento de suicidio, dice la psicóloga. Esto quiere decir que “dejan de comer, de medicarse, porque ya no tienen ilusiones, expectativas, o su estado de salud va decreciendo y ya no quieren seguir con esto”.
Al respecto Quintanilla Montoya explica que el grupo de mayores de 70 años “no es tomado muy en cuenta, tal vez porque aquí hay pocos casos y porque esta población actualmente no es muy numerosa, pero sí impacta porcentualmente, con una tasa de 6.5 por ciento”. Sin embargo, este sector para nada atendido va en aumento, ya que en 50 años en México la pirámide poblacional será invertida.

Culpa y duelo
¿Qué hice mal? Qué hice o dejé de hacer para que ocurriera esto? ¿Cómo podía evitarlo?: son las preguntas de los allegados de una persona que se suicidó. Roque Quintanilla dice que un suicidio afecta normalmente en forma directa a al menos 6 o 7 personas que conforman el núcleo básico, es decir padres, hijos, hermanos o parejas.
Si el suicidio ocurre en un espacio común, los números de afectados se van incrementando porque, explica, “la experiencia traumática de ver el suicidio o encontrar el cadáver de algún modo impacta a los presentes”.
En estos caos se requieren intervenciones grupales e individuales para ayudar a las personas a manejar el sentido de culpa y enfrentar el duelo. En particular, el impacto más fuerte se da si el suicida es un niño y si el acto es sorpresivo.
“Es una vez ocurrido el acto cuando uno empieza a ligar todos los detalles, que es lo que hacemos en nuestras intervenciones: así buscamos que puedan diferenciar entre culpa y responsabilidad”.
Quintanilla Montoya agrega que “este asunto de la culpa es algo que afecta mucho al núcleo primario, padre y madre, y a veces al grupo secundario, porque siempre se preguntan: ‘¿qué pudimos haber hecho o qué dejamos de hacer?’”. En muchos de estos casos, si no son atendidos, se da el suicidio también de uno de los padres.

Soluciones y problemáticas
En el Centro de Ciencias de la Salud, la Universidad de Guadalajara abrió una Clínica del Duelo, donde se da atención gratuita a los familiares de personas que se han autoinfligido la muerte.
Roque Quintanilla agrega que “tenemos un proyecto para dar información y entrenar a adolescentes para que puedan tener una empatía con sus compañeros y puedan percibir señales y canalizarlos”.
Además, la UdeG forma parte de la Red de Prevención del Suicidio en Jalisco, integrada por 37 instituciones, muchas de las cuales no cuentan con recursos y personales necesarios para dar una atención adecuada.
La Red se conformó alrededor del Instituto Jalisciense de Salud Mental, conocido como Salme, de la Secretaría de Salud, sin embargo, dice Quintanilla, el del suicidio es “un programa más, no tiene un presupuesto específico para ser tratado. Yo sostuve que así no funciona, que se necesita una institución exclusiva con autonomía y recursos propios para todo lo que es la prevención y la atención del suicidio”.
En el Estado tampoco hay un lugar dónde contener los pacientes cuando están en la etapa de ideación suicida, cuando la persona está pensando en quitarse la vida, porque en el mundo médico esto no se percibe como una emergencia.
“Falta este lugar donde se pueda internar al paciente con ideación suicida y al que tuvo un intento de suicidio el tiempo suficiente para resolver la crisis, y darle seguimiento por lo menos durante un año a él y su familia con un equipo interdisciplinario, porque en el año sucesivo a un intento es muy elevado el riesgo de intentarlo de nuevo”.
¿El suicidio es un problema que se puede disminuir o erradicar? El especialista contesta que “Seguramente se puede contener un poco, porque tampoco se han dado señales de que pueda resolverse como tal, de manera total. Pues en la historia siempre ha habido suicidios”.

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