La muerte de un bosque

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No se considera un héroe, pero dar todo por apagar un incendio merece este calificativo. Jesús Adrián es uno de los más de 900 brigadistas que sofocaron el incendio del bosque La Primavera, que consumió 8 mil 535 hectáreas en cinco días.
Tiene 43 años de edad, 10 como brigadista del ayuntamiento de Zapopan o guardabosques, como se llama a sí mismo. Apaga un incendio y luego otro. Hasta cinco en una semana. Abril y mayo son los meses más intensos. “Sinceramente sí me gusta trabajar, me gusta mucho, pero me gustaría más que la gente tenga conciencia a la hora de prender un cerillo”.
El overol amarillo, desgarrado por el uso de tres años, las desgastadas botas para trabajo rudo y el casco que usa, demuestran la intensidad de su trabajo y el poco apoyo que recibe por hacerlo. Igual maltrato sufren sus ojos rojos y llorosos. Lucen así después de haber tratado de sofocar el incendio más de 72 horas continuas, sin dormir, con poca agua y escasa comida. “Sin equipo, pero con la bendición de Dios”, comenta.
Esa tarde del 24 de abril, el incendio forestal apenas lo tenían controlado en un 65 por ciento. Le pregunto: “¿le duele algo?” y sólo dice una palabra: “todo”.
Víctor Alfonso Lara, de 32 años, es parte de la misma brigada que tiene como sede el bosque del Centinela. Su rostro desesperado muestra su pesimismo sobre el fuego en La Primavera: “Se sigue brincando la lumbre de la guardarraya. Así nunca vamos a acabar. El aire ni el sol ayudan. El clima no está a nuestro favor”. Tampoco están de su parte varias personas que en medio del incendio aparecieron para exigirles con armas de fuego que dejaran de intentar apagarlo. Estos sujetos se dicen dueños del bosque. Víctor Alfonso los apoda “paracaidistas”.
En sus 10 años como brigadista ha sofocado tres incendios peligrosos. Éste y el de 2005, pero el mayor fue el de 1998. De este último han pasado casi 15 años y sus condiciones de trabajo son igual de precarias. Basta ver el calzado que usa todos los días: unos viejos tenis color blanco, con una suela casi chiclosa y derretida por la tierra caliente. La gente llama a los brigadistas héroes anónimos, y desconocen que ganan 3 mil 100 pesos a la quincena.
“Estos días hemos recibido mucho apoyo de la población: agua, comida… Del gobierno casi nada y los del Ejército nos han apoyado arriba (en el bosque). No traemos ni lámpara, porque no nos dan. En la noche no ves ni dónde pisas. Lo hago porque me gusta mi trabajo y porque tengo familia que mantener, pero uno tiene miedo de que el fuego lo alcance”.
Jesús Adrián se siente igual de desprotegido a la hora de apagar un incendio. “Tenemos familia, hijos grandes y exponemos la vida, porque no contamos con el equipo necesario. Nos dan pilas que no duran ni para un día. Que se entere la gente que somos humanos, pero estamos echándole ganas”.
Rolando Venegas, también brigadista con 10 años de experiencia, quiere que el interés que ha despertado este incendio sirva para dar a conocer que no trabajan con las condiciones justas, por lo que buscarán que se les homologue el sueldo y equipo como a quienes laboran en direcciones de protección civil.
“Queremos trabajar y que nuestras carencias se mejoren, porque estamos en contacto directo con el fuego. Nadie nos había reconocido como hoy. Siempre se mira a Protección Civil y Bomberos (mis respetos hacia ellos), pero nadie reconoce la labor de los bomberos forestales. Las personas de los ranchos o pueblos son las únicas que nos ubican”. En tiempo de lluvia, estos brigadistas se dedican a reforestar los bosques y darles mantenimiento, otra labor poco reconocida.
Sentados en el picnic, área de La Primavera donde se reúnen autoridades y medios de comunicación y donde se concentra la ayuda humanitaria, los rescatistas toman algunos líquidos y comen sandía. Son toneladas de alimentos que han llevado los jaliscienses a los brigadistas a la primera caseta del bosque. Pollos rostizados, pescado y atún. Lonches y papas fritas, todas las variedades de fruta, bebidas rehidratantes y agua natural. Después de tres días, los brigadistas toman su primer descanso y los medios de comunicación aprovechan para tomar imágenes de los héroes, quienes esperan su turno para regresar al fuego. Antes llega más apoyo: un par de calcetines, una pequeña lámpara y algunos guantes.

Proteger a La Primavera
El bosque tiene una superficie de 30 mil 500 hectáreas y es una de las zonas con mayor diversidad de suelos de México. El 3 de junio de 1980 fue declarada Zona de Protección Forestal y Refugio de la Fauna Silvestre.
Su recuperación será en función de la intensidad y magnitud del incendio, pero aún no transcurren los 20 años que se necesitan para recuperar las hectáreas siniestradas en 2005.
Una preocupación de la Universidad de Guadalajara y que la población ha recriminado a través de redes sociales, es que la zona siniestrada se llegue a fraccionar. La Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 25 de febrero de 2003, señala en el artículo 117, textualmente, que “no se podrá otorgar autorización de cambio de uso de suelo en un terreno incendiado sin que hayan pasado 20 años, a menos que se acredite fehacientemente a la Secretaría que el ecosistema se ha regenerado totalmente, mediante los mecanismos que para tal efecto se establezcan en el reglamento correspondiente”.
De manera que ante la tardía reacción del gobierno de Jalisco, el rector del Centro Universitario de Ciencias de la Salud, Héctor Raúl Pérez Gómez, señaló a Medios UdeG Noticias que la casa de estudios de Jalisco está indignada.
“La Universidad de Guadalajara está indignada por la mala atención a los brigadistas. Está indignada porque en su momento tampoco fueron correctamente protegidos para que hicieran su trabajo. Quiero decirlo con mucha claridad: esta indignación es por el retraso, esta indignación es por la mala atención del gobierno a este problema que va a afectar a la salud individual y colectiva. Ecocidio que se va a convertir en un daño irremediable a la salud”.

Grave impacto ambiental
El impacto al medio ambiente y a la salud de los ciudadanos del incendio del bosque La Primavera, es grave.
El maestro Miguel Magaña Virgen, investigador del Centro Universitario de Ciencias Biológico Agropecuarias, comentó que la magnitud del incendio provocó un daño directo a los recursos naturales y una importante degeneración de la atmósfera.
“Dependemos del microclima de La Primavera, de la infiltración de agua y de su vegetación. Al no tenerla, el agua que cae no solamente va a arrastrar el suelo, sino que ya no se va a infiltrar, ni alimentar el acuífero, sobre todo el de Atemajac, que es el que surte de por lo menos el 30 por ciento de agua a la Zona Metropolitana de Guadalajara”.

Cuatro elementos
El especialista en impacto ambiental Magaña Virgen enumeró algunos daños al medio ambiente después del incendio, de diversa intensidad.

Aire
A pesar de que la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable (Semades) no declaró contigencia ambiental, la atmósfera se vio impactada por las cantidades de dióxido de carbono, precursor del calentamiento global y elemento que abona al cambio climático.

Suelo
Someterse a temperaturas elevadas provoca la pérdida de materia orgánica, de vegetación y por lo tanto de productividad. Además, el suelo se erosiona.

Agua
Por la falta de vegetación, durante la temporada de lluvia el suelo se irá hacia las partes bajas, por lo que tendríamos azolve en los cauces de agua y por lo tanto una mala calidad del líquido.

Fauna
Cientos de especies pudieron huir del incendio, pero otras quedaron atrapadas. El proceso natural del bosque se ve afectado por este daño. Disminuye la emisión de oxígeno en la atmósfera. El hábitat se modificará y no habrá nidos ni madrigueras.

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