La comedia bélica de Tarantino

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Es una pregunta estúpida, incluso antes de formularla, pero ¿ustedes los americanos hablan algún otro idioma aparte del inglés?”, dice el personaje Bridget Von Hammersmark, interpretado por Diane Kruger, en la película Malditos bastardos (Inglourious basterds) 2009, de Quentin Tarantino, a quien vemos una vez más jugar de manera magistral con los diálogos de sus personajes.
Luego de la aclamada Reservoir dogs (1992) o Pulp fiction (1994), en que los diálogos son casi una característica imprescindible del estilo del director y que para decepción de sus fans, dejó de lado en Kill Bill, volumen 1 (2003) y Kill Bill, volumen 2 (2004), con Malditos bastardos, Tarantino vuelve a retomar la guerra verbal entre sus personajes, con una dosis de ironía en cada frase.
Se trata de una comedia bélica cargada de humor negro, en la que es imposible tomar en serio a la historia.
Como ya lo hizo en Pulp fiction, Tarantino estructura la película en capítulos. En esta ocasión en cinco, todos centrados en el tema de “la venganza”. Por un lado la venganza de “los bastardos”, un grupo de soldados judíos estadounidenses comandados por el teniente Aldo Raine (Brad Pitt), que pretende acabar con todos los nazis que encuentra a su paso, y por otro, la venganza de Shosanna Dreyfus (Mélanie Laurent), joven judía propietaria de un cine, quien quiere hacerle justicia al asesinato de su familia, a cargo del coronel nazi Hans Landa (Christoph Waltz), apodado “El cazajudíos”.
Como ya es costumbre en las películas de Tarantino, la primera secuencia de esta cinta es memorable, pues está centrada en una absurda conversación sobre la leche de vaca, lo que da al espectador el tono exacto de lo que será el filme.
Además de parodiar a los nazis, Tarantino hace parodia del cine bélico y deja al descubierto los estereotipos. Por si fuera poco, hace lo mismo con directores de la talla de Hitchcock, De Palma y Clint Eastwood, para crear ciertos momentos de suspenso y tensión.
La banda sonora va desde Bowie hasta Morricone y aunque no consiguió que el compositor italiano le entregara temas originales para su película y se tuvo que conformar con ocho temas compuestos para otros filmes, el objetivo se cumple y Tarantino logra por momentos la atmósfera del spaghetti-western, como lo hizo en Kill Bill volúmenes 1 y 2.
Diálogos largos, travellings, momentos de suspenso y sobre todo una buena dosis de humor negro es lo que ofrece Malditos bastardos, por estrenarse en los próximos días en salas mexicanas, y presentada durante la inauguración del Festival de Morelia, en su séptima edición, en presencia de su director.

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