Jalisco estado… de ebriedad

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En el estado de Jalisco el 78 por ciento de la población entre 12 y 65 años de edad al menos alguna vez ha probado alcohol. El Sistema de Vigilancia Epidemiológica del 2005, indica que el nivel más elevado de consumo de alcohol lo presenta la población entre 10 y 19 años. El estado figura entre los primeros cinco lugares por el número de bebedores a escala nacional. Los jóvenes en la entidad empiezan a tomar alrededor de los 12 años de edad. Esto se debe a la facilidad existente para el consumo.
“Alcohol hay en la mayoría de las casas. ¿Cómo se festeja el cumpleaños de la madre? En las fiestas hay alcohol. Si los padres toman, cantan, bailan y están contentos, el niño puede llegar a relacionar la sustancia con la alegría. Además es común que el padre dé cerveza a su hijo. Si éste no hace gestos un comentario común es: ‘Mi hijo va a ser un hombre a todo dar’, y si el chico hace mala cara hasta lo regaña”, dijo Juan Armendáriz Borunda, jefe del Departamento de biología molecular y genómica, del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS).
A esto hay que agregar la facilidad para adquirir alcohol. Es frecuente en las familias que manden a un menor de edad a comprar a la tiendita de la esquina bebidas alcohólicas. Si el tendero conoce a los padres va a vender al niño lo que pida. Por ejemplo una caguama. Los chicos, por su parte, empiezan a ver como lo más natural el ir a comprarla. En Jalisco hay tradición en torno al alcohol. La bebida representativa del estado es el tequila. Incluso hay madres que acostumbran ungirles alcohol a los niños que apenas les salen los dientes para disminuirles la comezón.
El alcoholismo es una enfermedad cara. En instituciones particulares la rehabilitación puede costar de 6 mil a 60 mil pesos. En cuanto a los gastos que le ocasionan al sector salud, la Secretaría de Salud Jalisco no informó al respecto. Por su parte, Martín Gallegos Ramírez, Coordinador de comunicación socia del Consejo Estatal contra las adicciones aseveró no conocer la cifra.

El filtro
Hasta el 25 por ciento de los alcohólicos padecen cirrosis. Hay factores genéticos que predisponen a desarrollar la enfermedad. La tendencia puede detectarse en la sangre. Si un paciente tiene en ésta tres marcadores específicos denominados en conjunto polimorfismos fibrogénicos, tiene 10 veces más probabilidades de desarrollar una fibrosis hepática agresiva al consumir en forma excesiva alcohol o estar en contacto con el virus de la hepatitis C, afirmó Armendáriz Borunda.
El galeno habló de los resultados de una de las más recientes investigaciones donde participa de manera conjunta el OPD Hospitales Civiles de Guadalajara y el Centro Universitario de Ciencias de la Salud.
La cirrosis se describe como un estado fisiopatológico donde el hígado ha sido dañado por el virus de la hepatitis C, o por múltiples borracheras. Las células de este órgano mueren y son sustituidas por células inflamatorias. Si pudiera introducirse una cámara para observar el hígado cada cuatro semanas de un paciente con estas características, uno podría darse cuenta de cómo pierde volumen funcional hepático y cómo se rellena de cicatrices. El hígado produce proteínas necesarias que el organismo necesita como albumina y factores de coagulación, entonces disminuyen. El funcionamiento deficiente del hígado ocasiona que la sangre no pueda liberarse de sustancias neurotóxicas que en condiciones normales se limpiarían ahí. Estas llegan al cerebro y compiten con los neurotransmisores (que mantienen alerta al organismo), entonces el enfermo cae en un letargo.
“El hígado presenta hipertensión portal —como si una manguera se cerrara dentro—, entonces las paredes del esófago adelgazan, las venas también pueden reventar y sangrar, entonces el paciente arroja sangre por la boca y pueden morir por su pérdida”. Además el alcohol contribuye a agravar a los enfermos infectados por virus de la hepatitis C. El enfermo de cirrosis (tanto la ocasionada por alcohol como el virus de la hepatitis C) puede evolucionar a un cáncer (hepatocarcinoma). Lo que complica su situación.
El estudio pone en evidencia uno de los tantos efectos que puede tener el alcohol en el organismo, pero éste no sólo puede atacar al hígado. El consumo puede generar problemas gastrointestinales, desde irritaciones del estómago, ulceras, además de problemas renales, daño dermatológicos, alteraciones de la piel (ésta se torna reseca y con menor elasticidad) explicó Carlos Guillermo González Romero, medico adscrito al departamento de capacitación, del Consejo Estatal Contra las Adicciones.
El alcohol se introduce por vía digestiva, pasa al torrente sanguíneo, entra al sistema nervioso. Crea esa sensación de placer, que es una de las características propias de un adicto que lo toman o lo consumen para sentir estímulo y bienestar. Comúnmente el adicto no lo puede dejar. Los síntomas que provoca la abstinencia son muy desagradables, ya que genera angustia, desesperación, cambios de conducta y hasta alucinaciones.
Existen en el país 32 millones 315 mil 760 personas entre 12 y 65 años que consumen alcohol, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Adicciones del 2002.

Hablando de botellas

Josefina Real

Bebidas como el vodka y el brandy están en boga en el mercado nacional, en particular entre los jóvenes, sin embargo, el tradicional tequila, y la “baratera” cerveza, no han perdido sus nichos en la preferencia de los consumidores.
De acuerdo con el Consejo Regulador del Tequila (CRT), se producen 240 millones de litros, de los cuales cerca de un 60 por ciento se exporta y el 40 por ciento restante se bebe dentro del país.
El consumo del tequila en México registra un avance moderado; sin embargo, en el exterior crece vigorosamente su compra, del total de las exportaciones, cerca de 75 por ciento se destina a Estados Unidos, unos 105 millones, y aproximadamente el 15 por ciento a la Unión Europea, es decir, alrededor de 21 millones de litros.
El CRT dio a conocer en el año 2006 una encuesta aplicada a 300 consumidores (mitad hombres y mitad mujeres), el resultado fue que el 50 por ciento del consumo nacional de tequila se lo bebieron las mujeres. El 57.7 por ciento de las mujeres encuestadas empezó a beber siendo menores de edad, mientras que el porcentaje de hombres fue de 73.1 por cada 100. (La gaceta, edición 432)
La Norma Oficial Mexicana (NOM) establece dos tipos de tequilas: tequila y tequila 100 por ciento agave, que a su vez pueden clasificarse en blanco, joven, reposado y añejo.

La cerveza
Las dos megaempresas cerveceras: Grupo Modelo y Cervecería Cuauhtémoc-Moctezuma, del corporativo Fomento Económico Mexicano (Femsa), colocan a México entre los diez países productores principales, pero en consumo se sitúa en el lugar 31 del mundo.
A diferencia del tequila, el consumo de cerveza en México se basa en el producto nacional, ya que las importaciones representan menos de 1 por ciento de la demanda. La mayoría de estas importaciones proviene de Estados Unidos, y se destina principalmente al sector hotelero y de restaurantes de lujo.
Este semanario ha dado a conocer que la ingesta de alcohol es una de las principales causas de los accidentes automovilísticos, fenómeno que no se ha reducido a pesar de que la ley determina una multa equivalente a 30 días de salarios mínimos, alrededor de mil 500 pesos, al conductor o conductora con 100 a 150 miligramos de alcohol por cada 100 mililitros de sangre.

Morir de alcohol

Adriana Navarro

Era una joven de 16 años, parecía darkie, vestía de negro, tenía el cabello largo y oscuro, se subió al estrado del salón que ocupa el Grupo AA Morelos, comenzó a lagrimear frente a decenas de personas, sacó fuerza y gritó: “Odiaba a mi padre, me daba vergí¼enza que mis amigas de la escuela lo vieran borracho, luego yo también empecé a tomar, al poco tiempo me quedaba a dormir en las calles, no sabía de mí, no tenía amigos, ya no quiero estar así”.
El alcohólico es una persona que bebe de forma regular y continúa por más de seis meses. Durante su adicción experimenta fuertes problemas de salud y resquebrajamiento en sus relaciones sociales; además, es muy probable que se encuentre con la muerte.
De acuerdo al director del Centro de investigación y evaluación psicológica de la UdeG, Francisco José Gutiérrez Rodríguez, el alcohol genera el delirus tremens donde el intoxicado pierde el contacto con la realidad, pierde su orientación espacio-temporal y al despertar olvida cómo llegó ahí. “Luego empieza a faltar al trabajo, a tener una conducta irresponsable, a no poder dormir, lo que va alterar sus hábitos educativos, laboral y familiar”.
El ebrio desconoce que la muerte lo acecha, según el doctor Héctor Gallardo Rincón, de la Unidad de epidemiología clínica del Hospital Civil de Guadalajara, de 2 mil 922 autopsias por suicidio, homicidio y accidentes ocurridos el año pasado, 33 por ciento tenían alcoholemia positiva, que lo convierte en factor de riesgo para morir violentamente.
Las muertes por violencia ocupan los primeros diez lugares como causas de mortalidad en México. Quienes principalmente mueren de manera violenta son los jóvenes de 17 a 25 años.
El alcohol deja a su paso: pérdida de la vida, de horas hombre en el trabajo, incapacidades médicas por incidentes, estragos en la ciudad por accidentes viales, mayor índice de divorcios, maltrato físico, tentativa suicida y familias empobrecidas y marginadas por tener a un alcohólico en casa.
Los niños de padres alcohólicos tienden a beber y luego se les hace más fácil consumir inhalantes, cocaína y marihuana; mientras que las madres ocupan el rol de jefa de familia para suplir las carencias del hogar, mientras que los hijos mayores deben encargarse de los menores, un rol que no les corresponde.
“Al principio se siente bien chido, no te lo voy a negar, pero después para qué te cuento: sólo ansiedad y depresión”, mencionó la joven de negro.

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