Imágenes de luz y oscuridad

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NUEVA ROSITA COAHUILA, 22FEBRERO2006.- Angustia y desesperaci—n es la que sufren familiares de los mineros que quedaron atrapados en el interior de la mina Pasta de Conchos a m‡s de 70 horas de no recibir noticias concretas sobre ellos. FOTO: Manuel Rodriguez Muro/CUARTOSCURO.COM

En el alba del 19 de febrero de 2006, la panza de tierra que sostiene al ejido Pasta de Conchos tronó. El ruidazo a las 2 de la mañana fue causado por una explosión que provocó derrumbes y la muerte de 67 hombres en la mina de carbón número ocho de San Juan Sabinas, Coahuila.
Los que estaban cerca de la salida pudieron escapar malheridos.
Los periódicos de esas fechas narran que en sólo unas horas la noticia corrió de casa en casa. Luego una estación de radio comenzó a difundir la noticia, en poco tiempo los familiares llegaron para preguntar por los mineros.
Desesperados, algunos allegados y también otros trabajadores estaban decididos a bajar por las grutas terrestres a buscar a las víctimas; mientras, las organizaciones religiosas empezaron a recolectar víveres.
Sin embargo, de la puerta de la mina nunca salieron los cuerpos de los trabajadores: los familiares no les dieron entierro a sus seres queridos, no tuvieron lugar dónde llorarle al hijo, al padre, al esposo, al hermano.
Boris Goldenblank, jefe del Departamento de imagen y sonido de la Universidad de Guadalajara, junto con siete ex alumnos de la licenciatura en artes audiovisuales viajaron a Pasta de Conchos para hacer un documental llamado Voces del Subterráneo.
El material, que tiene más de tres años de trabajo, ha incluido la voz de familiares, trabajadores, expertos en minas y autoridades que esclarecen que tanto Industrial Minera de México (dueños de la mina), así como la Secretaría de Trabajo, no cumplieron sus obligaciones de vigilar y garantizar las condiciones adecuadas para el trabajo de esos hombres.
“La gente aceptaba laborar en la mina por necesidad, ya que no hay otra posibilidad”, dijo Goldenblank. “Los mexicanos están en condiciones de esclavitud, ganan 10 dólares por día, mientras que en Estados Unidos reciben 10 dólares por hora”.
Industrial Minera de México anunció cinco días después de la explosión la suspensión del rescate, porque era muy peligroso.
De acuerdo a Goldenblank, la empresa se cruza con intereses mezquinos, poco humanos, ya que mintió al decir que después de la explosión los 65 mineros murieron al instante por la temperatura que marcaba los 700 grados y que todo se trasformó en polvo, pero los dos cuerpos rescatados no estaban quemados: murieron de asfixia, ya que después de la explosión estaban vivos.
“Por eso quieren sellar la mina, porque si sacan los cuerpos se verá que la empresa mintió y que deberán de responder como criminales. Industrial Minera de México y la Secretaría del Trabajo lo saben, pero se encubren, hicieron peritajes falsos diciendo que la mina ‘se está cayendo’. La versión de la empresa sigue siendo la versión oficial”.
Los familiares que viven en la miseria como en el comienzo del siglo pasado, en chozas, han viajado a la ciudad de México para buscar apoyo, han ido también a organizaciones internacionales para que los escuchen, pero su esperanza decae más.
Aún así, un pequeño grupo de familiares, bajo unas carpas, hace guardia día y noche desde hace mes y medio para evitar que Grupo México selle la entrada de la mina, para impedir que las evidencias salgan a la luz pública.
La empresa sólo pagó una fianza para liberarse de culpa. Los dueños viven plácidamente en sus casas. En México no hay responsables, no hay justicia, es una agresión ante el juicio común, narró Goldenblank.
El documental está en postproducción, se estima que en febrero de 2009 se presente en Coahuila, para luego llegar al resto del país.

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