Un especialista con paciencia

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De acuerdo a las proyecciones del Consejo Nacional de Población (Conapo), la población de diversos estados del país ha mostrado transformaciones importantes por la disminución en la mortalidad infantil, los nuevos patrones de causa de muerte, la mayor esperanza de vida al nacer, el aumento del uso de métodos anticonceptivos modernos y la intensificación de las migraciones, entre otros factores.

En este sentido, el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), presentó el Panorama Sociodemográfico de Jalisco, documento que destaca que en 2010 la mitad de la población tenía 25 años o menos.

“El reto hace 30 o 40 años era tener los suficientes pediatras para atender a una población infantil importante. Hoy la dinámica poblacional se ha revertido. La población que más está creciendo es la de las personas de 60 años y más”, aseveró David Leal Mora, supervisor del Departamento de Trabajo Social del Hospital Civil Fray Antonio Alcalde.

“Todavía estamos muy atrasados en cuanto a recursos humanos para la atención del anciano, por lo que es necesario incrementar no sólo la especialidad de geriatría, sino todas las demás disciplinas que atienden ancianos, como terapistas, nutriólogos, psicólogos y personas en trabajo social. Si nos comparamos con otros países, podríamos estar unos 25 años atrás en cuanto a la generación de recursos humanos. Incluso países desarrollados no tienen todavía los suficientes geriatras, pero éstos primero se hicieron ricos y luego envejecieron. En este momento tienen recursos para atender a sus ancianos. Nosotros, al contrario, estamos envejeciendo y no nos hemos enriquecido”.

Leal Mora llegó al hospital universitario en 1992, después de haber cursado la especialidad de Medicina Interna y posteriormente Geriatría en John Hopkins, ya que entonces no existía en México. Por ello propuso desarrollarla en el Hospital Civil y actualmente es considerado uno de los más destacados geriatras en México.

Mencionó que el reto para los próximos 25 años es cuadriplicar el número de geriatras y también de profesionales de otras disciplinas que atienden a los ancianos, así como incrementar el número de camas para su atención. En este sentido, en el nosocomio están por concluir la ampliación de espacios que permitirán triplicar la capacidad de atención para estos pacientes.

En el Hospital Civil Fray Antonio Alcalde laboran cinco geriatras. Hace más de dos décadas el promedio de edad de la población que atendían era de 75 años. Hoy este promedio llega a los 83.

El especialista consideró que el geriatra debe tener la capacidad de ver al anciano de forma integral. “Nuestro programa está diseñado no para atender enfermedades, sino personas. El reto debe ser el cambio de la forma de practicar la medicina”.

Agregó que antes que todo, el geriatra debe ser humanista: “No es fácil atender pacientes ancianos. La filosofía debe ser atender la atención física y espiritual. El geriatra debe preocuparse de la persona, sus enfermedades, su familia y medio ambiente. Si desarrollamos únicamente el conocimiento científico y damos un excelente trato desde el punto de vista médico, pero las condiciones familiares, económicas, sociales y religiosas del paciente no las tomamos en cuenta, vamos a fracasar”.

De ahí que la paciencia y la perseverancia deben ser características de este profesional, ya que “el paciente geriátrico tarda más en recuperarse, tiene más riesgo de presentar reacciones adversas a los medicamentos. Por eso, en lugar de pensar qué medicamento le vamos a recetar, debemos pensar cuál le vamos a quitar, porque llegan con 15 o 20 que toman y en ocasiones ahí está la causa de la consulta”.

En tanto no haya suficientes geriatras, el médico internista continúa siendo el de cabecera del adulto mayor, destacó Leal Mora.

En cuanto a las etapas de la adultez mayor, refirió que el anciano joven, de 60 a 69 años, aún es activo, mantiene a su familia y presenta dos o tres patologías que no le impiden su independencia. De los 70 a los 79 años presenta más enfermedades y comienza a requerir mayor demanda de atención médica, mientras que el anciano de 80 años y más es más frágil, presenta hasta 10 patologías y tiene cuando menos una o más discapacidades, así como mayor riesgo de morbi-mortalidad.

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