Rulfo privado o público

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    Festejar o no festejar, ¿éste es el dilema? La polémica que ha suscitado que la familia del escritor Juan Rulfo, de quien este año se cumple el centenario de nacimiento, pidiera que no se realizaran homenajes oficiales, muestra al mismo tiempo aciertos y deficiencias, no sólo del sistema cultural de México, sino  de la misma cultura de nuestro país. Es seguramente controversial.

    Yo creo que recordar a un grande de la literatura es un orgullo y un deber par un país; pero esto no quiere decir —y en esto estoy de acuerdo con la familia que dio un comunicado a través de la Fundación Juan Rulfo— que se tenga que hacer a través de pomposos y caros eventos oficiales, en los que nada más se lucen las personalidades y los oradores, con fines más políticos que  in memoriam.

    Hay suficientes eventos en que todos quieren sumarse y lucir a cuesta de estos autores. Como el enano que se sube al gigante.

    Estoy de acuerdo, entonces, en evitar hacer el ridículo.

    La mejor forma de homenajear a Rulfo, como a cualquier otro grande autor, es leerlo, estudiarlo, compartirlo, amarlo. Tanto en público como en privado. Y ojalá que en lugar de pensar en hacer homenajes, la clase política apoyara decididamente la cultura en el país.

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