Nuevas formas de trabajo

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    El mercado crece de manera constante. Cada vez existe más competencia y la necesidad de ser efectivo para sobrevivir aumenta, pero, ¿resulta válido conseguir esto a costa de la salud?
    El trabajo es la manera que tiene el hombre para apropiarse de la naturaleza, con el objetivo de transformarla y satisfacer sus necesidades, de manera que resulta una actividad vital para mejorar la calidad de vida de la sociedad, aunque también puede tener un efecto nocivo en la salud de las personas.
    El estrés físico y mental a que están sometidos los trabajadores japoneses tras largas jornadas laborales puede generar una muerte instantánea y en apariencia inexplicable. Dicha forma inusual de morir, que llaman karoshi, parece que es exportada a occidente, vía las grandes transnacionales.
    En nuestro país los accidentes o enfermedades laborales son reglamentadas en la Ley federal del trabajo, con la denominación Riesgos de trabajo. Pero ni en esta ley ni en la del seguro social, el estrés y la presión emocional son considerados como tales.
    Si bien los empresarios han mostrado preocupación por la seguridad de sus empleados, medida que ha reducido en forma considerable los accidentes y enfermedades del trabajo, su mayor interés radica en la productividad y sus beneficios.
    Esto ha generado enfermedades psicológico-emocionales (agotamiento, ansiedad, hipertensión, neurodermatitis, infartos, hemorragias cerebrales) en el trabajador y aumentado el índice de mortalidad.
    Una característica de nuestra nación consiste en su mano de obra preparada, misma que resulta de bajo costo para las empresas transnacionales. Las empresas extranjeras de maquila dan empleo a miles de mexicanos, pero si no existe un cambio radical en las circunstancias laborales, tanto para trabajadores como empresarios, continuará la fuga de capitales.
    Es preciso no ignorar nuestras bien fundamentadas, aunque mal acatadas, normas de trabajo, a fin de solucionar este problema. Si estas legislaciones fuesen obedecidas como fueron redactadas, la actualidad laboral tendría matices más prometedores.
    En México utilizamos un sistema industrial que fusiona conceptos del toyotismo japonés y el posfordismo americano, como calidad total y just in time, consistentes en que el trabajador, en una línea de producción, realiza una serie de operaciones por minuto, algo que implica una enorme presión psicológica y que agrega cansancio físico y emocional a los obreros, pues son procesos repetitivos y monótonos.
    La productividad del empleado es medida con la precisión y calidad de la tarea que realiza, factor del que depende su estancia en la nómina y que implica mayor tensión.
    La forma de trabajo de esta industria afecta por igual a toda la jerarquía laboral dentro de la fábrica, porque el objetivo es el mismo: producir y producir.
    La introducción de nuevas tecnologías y sistemas productivos generaron otras enfermedades del trabajo, en apariencia diferentes a los accidentes profesionales tradicionales.
    Estas enfermedades –silicosis, pulmón negro, dedos blancos (enfermedad de Raynaud), enfermedad de radiación y tenosinovitis– constituyen un serio problema, porque todavía no existe tratamiento médico para su combate.
    Las nuevas formas de trabajo generadas por la globalización y la búsqueda de una hegemonía mundial de las grandes industrias han repercutido en la salud de los empleados, quienes mayor cantidad de trabajo realizan y menos beneficios obtienen, en proporción con las ganancias multimillonarias de los ejecutivos.
    Exijamos buenas condiciones de higiene y seguridad, mayor atención en la salud mental, un trato humano y una justa remuneración en nuestras actividades laborales, y luchemos por dejar de ser las herramientas oxidadas de aquellos colosos industriales.

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