Nuevas esperanzas para la artritis

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Dificultad de movimiento, inflamación de articulaciones: dedos, muñecas, codos, hombros, rodillas, tobillos, plantas de los pies, son quizás algunos de los síntomas más comunes de la artritis reumatoide. Actividades como lavarse los dientes, bañarse, peinarse, vestirse, bailar, destapar una cerveza, hacer el amor, comer con palillos chinos, se vuelven un reto. No se diga aventarse de un bungie, saltar de un paracaídas, montar a caballo, en moto o en bicicleta: eso resulta prácticamente imposible.
Hasta hace algunos años el panorama era incierto. Sin embargo, con la llegada de los medicamentos biológicos, quienes padecen esta enfermedad comienzan a ver luz verde: si no la curan, al menos la controlan mejor que con químicos.
El servicio de reumatología y la Unidad de Investigación de Reumatología, del Hospital Civil, realiza desde 1995, protocolos de investigación con la aplicación de medicamentos biológicos en enfermedades reumáticas como artritis, lupus y osteoporosis, entre otras. En estos días comenzará uno para enfermos de artritis reumatoide, con la finalidad de mejorar la salud de los pacientes y avanzar en las investigaciones para encontrar la cura y un mejor control de la enfermedad.
El doctor Sergio Ramón Gutiérrez Ureña, jefe del servicio de reumatología del Hospital Civil Fray Antonio Alcalde, titular del curso de especialidad y jefe de la Unidad de Investigación en Reumatología, explicó que a diferencia de los químicos, los medicamentos biológicos son más efectivos, actúan más rápido, tienen menos eventos adversos y con resultados significativos.
“Se llaman así por su efecto contra sustancias que el organismo va generando durante la enfermedad y que se bloquean para evitar daño o inflamación. Son biológicos porque en realidad son extraídos de células específicas de humanos y de células específicas de animales en experimentación”.
La mayoría de estos medicamentos son de un costo elevado porque aún están en etapa de investigación y no se consiguen en el mercado farmacéutico. Se aplican de forma intravenosa o subcutánea. Una inyección llega a costar desde los 15 hasta 100 mil pesos. “Por lo que es una buena oportunidad para que los pacientes con esta enfermedad participen en el protocolo, ya que no les costaría nada”.
“En Estados Unidos para que un medicamento salga al mercado y se pueda vender en una farmacia, tiene que pasar por todas las fases clínicas (cinco), lo que implica un gasto de alrededor de mil 200 millones de dólares en un solo producto. Por eso cuando salen al mercado son de muy alto costo y no todos los pacientes pueden pagarlo”.
Los efectos secundarios y los riesgos que este tratamiento puede generar en los pacientes, son mínimos. “Se trata de un protocolo seguro que ya ha sido aplicado con anterioridad en distintas partes del mundo. No obstante, antes de recibir el medicamento, los pacientes son sometidos a una serie de exámenes clínicos, físicos y laboratoriales para ver si son candidatos a este protocolo y a partir de eso se hace la selección”.
“Muchos participantes llegan con el temor de volverse un conejillo de indias, pero quiero aclarar que no hay ningún riesgo, ya que los medicamentos con los que aquí trabajamos ya pasaron por muchas fases de investigación, ya fueron probados con animales, con humanos y están casi por salir al mercado. Es un producto seguro para la enfermedad y en la mayoría de los casos el efecto es notorio, porque disminuyen el dolor, quitan la inflamación, mejoran la movilidad y la calidad de vida de los pacientes”.
Durante el tiempo del protocolo los pacientes reciben atención especial. “Están constantemente vigilados por especialistas, se les tiene informados, cada 15 días se les aplican exámenes de laboratorio, hay mucha comunicación con el equipo: todo está diseñado para que el paciente esté muy cuidado y en caso de tener alguna reacción inmediatamente se pueda atender”.
El grupo de investigación está formado por cuatro investigadores reumatólogos, coordinadores de estudio entrenados para hacer este tipo de investigación y un grupo de enfermeras especializadas en este tratamiento.
El primer medicamento biológico se descubrió en 1990. Desde esa fecha la ciencia ha experimentado e investigado con distintos tipos biológicos.

La artritis en los jóvenes
Quien piense que la artritis es una enfermedad que sólo afecta a gente mayor, está en un error: hay pacientes que empezaron desde los 15 años de edad, refiere la doctora Ana Guilaisne Bernard Medina, adscrita al servicio de reumatología del Antiguo Hospital Civil de Guadalajara, quien dijo que aún se desconoce el origen de la misma, pero en muchos casos se dispara cuando el paciente vive un momento fuerte de estrés, como la muerte de un familiar, un secuestro o un divorcio.
Las investigaciones continúan. En muchos de los casos el paciente tiene un familiar con la enfermedad, pero en otros no, por lo que no puede afirmarse que sea una enfermedad hereditaria. Lo notorio es que cada vez llegan más casos de artritis reumatoide juvenil.
Los medicamentos biológicos representan un avance en las investigaciones sobre esta enfermedad. El problema, dijo, es que este tipo de tratamiento no puede ser aplicado a cualquier paciente con artritis reumatoide.
“Se necesita que éste sea candidato. Para eso hay que hacerle una serie de estudios para ver si es viable que se someta a este tipo de medicamentos, porque como cualquier tratamiento, también tiene sus riesgos”.
Son medicamentos caros, que no cualquiera puede costear, pero está la importancia del costo-beneficio: el paciente que responde a estos medicamentos puede permanecer activo y productivo durante mucho tiempo. A la larga, un paciente que pierde la movilidad es factible que genere gastos más elevados que los del tratamiento, ya que puede quedarse sin empleo, requerir transporte especial, el uso de silla de ruedas y operaciones frecuentes, entre otras cosas”.
La artritis reumatoide es una enfermedad autoinmune, en la que células del sistema inmunológico destruyen el tejido de las articulaciones, como el cartílago. La destrucción de este tejido es progresiva, provoca una inflamación crónica que con el tiempo va imposibilitando el movimiento y causa mucho dolor. No tiene cura, mas se puede controlar.

Dos chicas, dos casos
Quitarse las botas o un pantalón de tubo, es casi como ir a las olimpiadas, dice María Cristina, a quien le diagnosticaron hace seis meses la enfermedad. “Está afectando mucho a mi vida personal. Lo peor es que está comenzando a perjudicarme en el trabajo”.
María Cristina tiene 23 años y es maquillista. Sus manos ya no le responden igual. El dolor de dedos en ocasiones no le permite manejar los pequeños pinceles y accesorios que utiliza para el maquillaje de rostros.
“Tengo novio y de vez en cuando salgo con mis amigos a un antro, pero ya casi no bailo. Trato de hacer una vida normal, aunque al día siguiente, cuando despierto, es como si me hubieran atropellado. Prácticamente no me puedo mover, hasta que me doy un baño con agua muy caliente y poco a poco mis huesos van despertando”.
Su vida sexual también se ha visto afectada últimamente. “Ya no le puedo seguir el paso a mi novio. Tenemos menos relaciones, y es que ahora hay que pagar hotel. Antes como quiera en el coche, o en algún rinconcito (risas), pero ya no tengo flexibilidad. Si no es en una cama, nomás no puedo”.
María Guadalupe es otro caso. Tiene 32 años y la enfermedad apareció desde los 18. No se atendió a tiempo y ahora está en una silla de ruedas.
“Estudiaba la secundaria cuando empecé con los dolores. Dejé pasar tres años sin ver a un doctor. En ese tiempo hasta tuve un hijo. Cuando me diagnosticaron, dijeron que tenía artritis reumatoide juvenil. Desde hace siete años no puedo caminar. Dependo totalmente de mi familia. Mi madre y mis hermanas me ayudan a bañarme, a vestirme”.
Actualmente María Guadalupe participa en uno de los protocolos de medicamentos biológicos que aplica el Hospital Civil Fray Antonio Alcalde. Es un tratamiento con duración de dos años. Apenas lleva tres meses y ya ha sentido mejoría. “Me duelen menos las articulaciones y ya empiezo a mover los pies”. Piensa que con una prótesis de cadera y de rodilla y con la ayuda del tratamiento, pronto podrá volver a caminar.

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