No tocar

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Cada minuto, cuatro niños son abusados sexualmente en algún lugar de América Latina. Por lo regular son niñas y tienen 5.7 años en promedio. El agresor es su padrastro, hermano, tío, primo o padre en ocho de cada 10 casos. En México, con deficientes leyes, los abusos casi siempre quedan impunes u ocultos.
Los tres casos descritos a continuación (en cursivas) de niños abusados sexualmente, son verídicos. En algún momento fueron atendidos por el Comité de Apoyo Integral al Menor Maltratado, del Hospital Civil Fray Antonio Alcalde y no se dan mayores detalles por respeto a los menores.

I
Un niño de 10 años abusa de su prima un año mayor, quién sufre retraso mental. Además, la prostituye por 10 pesos, unas maquinitas, un cigarro o una cerveza. La prostitución no era una situación familiar ajena a ellos, puesto que era el modo de vida de sus madres, tías, abuelas… Después de seis meses de recibir tratamiento por problemas de conducta, la niña confesó el abuso con naturalidad. Para entonces ya sufría problemas vaginales, verrugas de virus de papiloma humano y secuelas psicológicas que durarán toda la vida.
“El abuso puede ser un síntoma de una familia que hoy hemos identificado como multiproblemática y caótica, donde existen más de dos personas con problemas de alcoholismo, drogadicción, de carácter, impulsividad en los padres o que no saben controlar el enojo y gritan mucho”, explicó Miguel Ángel Flores Tinajero, responsable del Servicio de paidopsiquiatría, del Hospital Civil Fray Antonio Alcalde y miembro del comité de apoyo infantil.

II
Grita y llora desesperado, pero no dice la causa. Demuestra agitación, agresividad y brotes psicóticos, aunque sólo tiene 11 años. Después de haber sido internado y tratado por especialistas durante varios días, el pequeño confiesa que un joven de más edad, su primo, lo encerró en un cuarto y agredió sexualmente delante de sus hermanos menores.
Las manifestaciones de un niño maltratado dependerán de su edad. Pueden mostrar conductas caóticas e hiperactivas, aislamiento, impulsividad, desaceleraciones del desarrollo, falta de apetito, dolor de cabeza o estómago, los cuales pueden ser síntomas vagos o indicios de otras enfermedades.
Por ello, “la conducta en el niño es el camino para detectar el maltrato, así como la observación de la familia, pero hay casos que tardamos hasta cuatro años en detectar un abuso”, dijo el paidopsiquiatra Flores Tinajero.

III
Decidió hablar y lo primero que dijo una niña de 11 años fue que un familiar la tocó. El agresor es su padrastro y acude a visitarla a donde se encuentra internada, porque busca amedrentarla. El abuso sexual la llevó a tener cambios de conducta, tristeza e ideas de suicidio, porque su madre, quien no es parte de su red de apoyo, le dice que cómo se atreve a dejar a sus hermanos sin padre.
“Si un niño es sometido a una experiencia sexual tan fuerte, puede ser que su historia de desarrollo tenga variantes fuertes. Los niños no pueden sentir más de lo que pueden pensar. Su sentimiento y pensamiento deben ir de la mano. De lo contrario no podrán reconocer un abuso”, agregó Lourdes de la Mora, responsable del Departamento de Psicología Clínica Infantil, del antiguo Hospital Civil y miembro del comité.
El maltrato sexual es el más difícil de identificar, principalmente en ocasiones en las que el niño no tiene la certeza de sentirse en confianza. “Puede haber mucha tristeza o sentirse tan sucio, que es posible tenga intentos suicidas”, explicó la especialista.

Nadie los debe tocar
Los golpes, gritos e insultos también son un maltrato con graves consecuencias en los niños, dijo Óscar Aguirre Jáuregui, secretario técnico del comité, organismo conformado por médicos, psicólogos, enfermeras, trabajadores sociales y abogados.
“Casi todos los niños traen afectación física por lo menos en tres o más aparatos o sistemas. Desde cosas leves hasta fracturas de cráneo, rupturas de tórax, de órganos internos o huesos. De todo hemos visto y en todas las edades. La agresión sexual es un tipo de daño bien configurado, en el que antes hubo esta agresión física y, después, en ocasiones casi agónico el niño, los sujetos perpetradores se dan el lujo de agredirlos sexualmente”.
Niños de todas las clases sociales llegan al Hospital Civil derivados de puestos de socorro de la Cruz Verde o la Cruz Roja por lesiones evidentes y con un parte legal que describe la agresión sexual. En otros casos el infante acude por un problema de oído y después de realizar revisiones los médicos detectan agresiones físicas en sus órganos sexuales.
La psicóloga Lourdes de la Mora enfatizó que es necesario que los padres y adultos, además de cuidarlos y observarlos, propicien la confianza de los niños. Por ello resulta importante no callarlos cuando desean hablar sobre su cuerpo o tienen inquietudes de tipo sexual.
“Enseñarles la cultura que nadie los debe de tocar y que deben de cuidar su cuerpo. Trabajar esto a nivel preventivo para poder ayudar a que no pasen más cosas de éstas, sin bloquear ni evadir situaciones”.

Faltan albergues
El tema del abuso sexual infantil tiene grandes lagunas en el aspecto legal. Para el abogado y asesor del comité, Juan Pablo Lozano Cisneros, la principal radica en la falta de albergues especiales, que además de proteger a los infantes, les brinden los cuidados médicos necesarios mientras las autoridades deciden a quién entregarán la custodia.
El equipo legal del comité actúa como coadyuvante en la investigación, pero es el Ministerio Público (MP) el que determina si hay delito o no. Los médicos soportan con base a sus conocimientos si existió abuso sexual y en caso de que lo haya levantan una denuncia de hechos contra quien resulte responsable.
“En algunos casos se determina que no debe entregarse el niño al familiar, con el fin de salvaguardar a dicho menor y se le brinda protección. Ahí aparece otra laguna, porque el MP dice que se debe brindar protección e indica resguardarlo en el hospital, pero en esos casos hay un riesgo latente de que contraiga una infección nosocomial”.
Después aparece un nuevo actor: el Consejo Estatal de Familia, encargado de buscar albergues donde reciban al menor, pero al no existir centros especiales para niños abusados sexualmente que cuenten con médicos y especialistas que atiendan sus secuelas a la salud y a su vez los protejan del agresor mientras las autoridades investigan, pasan meses, en los que el infante ya fue separado del núcleo familiar y no ha sido reintegrado a un ambiente sano ni a la red correspondiente.
“Viene de donde es agredido física y mentalmente y nosotros tenemos que mandarlo a un lugar donde no hay un concepto de familia. Hay leyes aplicables inaplicadas, existe una procuraduría social y del estado que debe ver estas cuestiones y combinarse para proteger al cien por ciento al menor y no sólo dejarlo en un albergue con la inexistencia de su familia por el resto de su vida. La autoridad estatal no ve estas cuestiones de la familia y se enfoca a los delitos. Existe una laguna cuando ven únicamente el delito y no la cuestión social”, reiteró el abogado.

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