Luvina Joven

1330

Los talleres y concursos de Luvina Joven han potenciado el talento literario de los jóvenes en Jalisco y otras partes del país, y más aún: han formado a entusiastas lectores.

La afirmación de Silvia Eugenia Castillero, directora de la revista Luvina, es una bocanada de oxígeno en un país en que leer es una actividad poco común. “Los talleres han incidido en el aumento de lectores en la Universidad de Guadalajara. Quien escribe, primero lee, y aunque sigan escribiendo por hobby, lo que es seguro es que van a seguir leyendo toda su vida y, si tenemos suerte, quizás se conviertan en escritores”.

Desde hace diez años los directivos de la revista, encabezados por Castillero, crearon Luvina Joven con el propósito de fomentar la literatura entre los universitarios. Los talleres, que iniciaron como una prueba piloto, se quedaron de manera permanente para recibir a cientos de jóvenes desde los quince años.

Tan sólo en el primer semestre de 2017 se impartieron en doce preparatorias metropolitanas y regionales y el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, además de la librería Jose Luis Martínez del Fondo de Cultura Económica.

El proyecto se convirtió en “un movimiento”, que incluye no sólo los talleres creativos en preparatorias y centros universitarios, sino un programa radiofónico y la edición de siete concursos cuyos resultados han rebasado las expectativas.

“Es un proyecto redondo que ha estimulado muchísimo a los muchachos, no únicamente de la licenciatura en Letras, sino en las prepas y otros centros incluso los regionales, los muchachos de otras carreras se involucran en la literatura y la escritura. A los concursos no solamente entran quienes están en este programa sino cualquier estudiante y la calidad es bastante buena”, afirma Castillero.

Durante la más reciente edición del concurso fueron premiados seis jóvenes en las categorías de cuento, ensayo y poesía tanto en la sección “Luvina Joven”, para estudiantes de preparatoria o carrera técnica, y “Luvinaria”, para alumnos de licenciatura o posgrado.

 

Nely Valentina Godoy Chavarría

Premio Luvina joven en poesía por “Lullaby”

El poema con el que obtuvo el primer lugar fue una apuesta a ella misma. Por un lado, la alumna de la Preparatoria 10 tomó el reto que un compañero de taller le lanzó para participar en el concurso. “Sinceramente no pensé que me tocara algún premio”, dice.

También fue una manera de desnudar la fragilidad de la adolescencia, ese proceso doloroso por el que todos tenemos que pasar alguna vez. Con versos que hablan de “una época muy dura” en su propia vida, Godoy abordó “el proceso de pensar, de mirar alrededor, de tener una introspección”.

Llegó a la literatura gracias a Libro salvaje, de Juan Villoro, que la impulsó a escribir “cuentitos de aventuras” desde que estaba en la secundaria. La lectura de poemas de Alejandra Pizarnik y Octavio Paz  la llevaron a crear sus propios versos. “Me gustaba más leerla que escribirla y fue cuando me empezó a interesar un poco más crearla yo también. Las ideas vienen solas por ver algo o alguien, por pensar en qué me gusta y qué no”, cuenta.

Para ella la literatura “abre la mente” y “nos hace pensar un poquito más no sólo en nuestra vida sino en la vida de los demás, porque leer una novela es interesarte en la vida de alguien. Nos hace más humanos y más sencillos”.

Afirma que espacios como Luvina Joven “motivan a las personas a meterse a este mundo de la literatura, de la escritura y la lectura, más que nada. Son importantes por jalar a más personas a ellas, para mí es muy emocionante y no dudo que sea emocionante para otras personas también”.

 

Vania Chairez Ahumada

Premio Luvina Joven en cuento por “Lo que quedó de nosotros”

La inseguridad y la injusticia que reinan en México movieron las fibras de esta adolescente egresada de la Preparatoria 10 y la llevaron a crear uno de los dos cuentos ganadores en esta categoría. 

Su historia retrata a “un país en el que es difícil vivir” desde los ojos de un personaje que muere a causa de la inseguridad y que en su agonía trata de recordar lo bueno que tenemos los mexicanos, porque “aunque haya cosas malas siempre tenemos el amor y hay un poco de justicia en eso”, dice la joven, ahora alumna de la licenciatura en Letras.

El cuento “El obstáculo”, de Amado Nervo, fue una de sus grandes inspiraciones, “porque habla del amor, pero también de seguir un objetivo, de que a veces hay que dejar las cosas aunque las queramos, si no nos hace bien hay que dejarlas ir”.

A sus doce años las historias de Julio Verne sembraron la semilla que después florecería en sus propios cuentos. Pensé: “Si él puede, yo también puedo, yo también quiero crear personajes que cuentan sus historias y que tienen una voz”.

Además de este premio, ganó el Premio sobre equidad de género de ANUIES a nivel estatal con un cuento acerca de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, Chihuahua.

Para la joven el caos que vive el mundo es posible sobrellevarlo gracias a la literatura: “se está perdiendo lo humano y creo que la literatura es una puerta que se abre para nosotros para poder entender mejor. A veces pensamos que los jóvenes no comprenden bien lo que pasa en nuestro país o en el mundo, pero hay muchos jóvenes que innovamos y pensamos, que tenemos ideas que pueden cambiar las cosas, creo que es importante que tengamos una voz y expresar lo que sentimos y lo que pensamos”.

 

Leonardo Miguel Gutiérrez Arellano

Premio Luvina Joven en ensayo por “Porque no todo el mundo es rey de Ítaca” y en cuento por “Encuentro”

Su edad es corta, pero el historial literario de este alumno de la Preparatoria Regional de Santa Anita es largo. Influenciado por la poesía de los dadaístas y algunos narradores, comenzó en la escritura a los doce años, y desde entonces no ha dejado de hacerlo.

Leer a James Joyce, Roberto Bolaño y a Octavio Paz hace unos meses le dejó la idea de elaborar el ensayo ganador en el que aborda “los problemas de la cotidianidad, la resiliencia y los aspectos que le permiten al hombre seguir adelante cuando tiene problemas”, cuenta.

Fanático de Albert Camus, el joven ganó el año pasado el concurso de Creadores literarios de la FIL Joven en la categoría de Cuento, además de colaborar en revistas como Vaivén, editada por el Sistema de Educación Media Superior de la Universidad de Guadalajara.

Considera que entre los jóvenes de su generación hay talento literario, pero aún existe el estigma de la edad. “Cuando un chico intenta comunicar algo que le agrada o que intenta exponer alguna de sus creaciones siempre se ve ridiculizado, podríamos decir que es válido, pero el punto es que hay una estigmatización por el mero hecho de la edad de la persona que lo está haciendo o las condiciones sociales de la persona que lo hace, siempre hay un estereotipo y eso es lo que me parece más dañino”, asegura.

Sin embargo, dice que sigue firme en su intención de escribir, un proceso que le ha llevado a desarrollar una rutina que estimule la creatividad. “Lo más importante es sentarse todos los días a escribir, tener una rutina, saber qué es lo que quieres hacer y tener algo acerca de lo que escribir”.

 

Karla Elizabeth Esquivias López

Premio Luvinaria en cuento por “Secretos de familia”

La joven estudiante de la licenciatura en Psicología combina sus lecturas de obras de Juan Rulfo y Juan José Arreola con las de Antonio Ortuño, un autor al que admira por su capacidad de escribir historias “que te dejan noqueado”.

“Eso es importante para mí en un autor, quisiera poder dejar esa sensación en quien me leyera”, dice Esquivias López.

La capacidad de análisis y observación que ofrece la psicología se mezcló con su capacidad creativa para dar como resultado el cuento ganador en esta sección. La historia narra cómo el personaje vuelve después de algún tiempo a la casa de sus abuelos, una idea que parecía buena al principio pero termina por hacerlo reflexionar acerca de las dinámicas familiares.

“Me llaman mucho la atención los temas de la familia y en México somos de familias muy amplias y pensé que se podría hacer un buen tema”, explica.

Esquivias López asiste a los talleres de Luvina desde que estaba en el bachillerato, cuya dinámica la ayudó a mejorar sus textos y a aportar sus puntos de vista a sus compañeros. “Son importantes porque es un espacio de expresión artística que nos puede ir conduciendo a mejorar”.

Considera que más que apática su generación ha preferido leer las sagas juveniles comerciales, por lo que recomienda “no necesariamente los clásicos”, pero sí “algo que deje más y que alimente su curiosidad”.

 

Jaime López Reyes

Premio Luvinaria en ensayo por “Abrazad, mexicanos, el temor”

De origen mixe, el estudiante de la Maestría en Estudios de la Literatura Mexicana creó un ensayo “bastante rabioso” en el que aborda “el dolor y la injusticia” que viven los pueblos originarios en México.

“Surgió a raíz del triunfo en las elecciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y la indignación de los mexicanos ante las vejaciones a los paisanos, y surgía el llamado a enarbolar el español como bandera de resistencia”.

Esta postura le pareció “irrisoria y hasta insultante, ignorante de la historia del país”, en la que el castellano ha tomado el lugar de decenas de lenguas indígenas ancestrales.

“Pensé que los que estaban recién viendo lo que se siente que se burlen, que te nieguen la esencia tuya, que lo que tú eres se convierta en obstáculo, pudiese ser una oportunidad para que nos entendieran y vieran el odio y la rabia que permanece en nuestro  estómago, que es donde tenemos nuestras sensaciones”, explica.

López Reyes es nuevo en el ensayo a raíz del taller del Fondo de Cultura Económica, pero desde hace diez años crea cuento y poesía, algunos de ellos publicados, otros los ha compartido con su comunidad.

El interés por la literatura se lo inculcó su padre que le narraba las historias de Ulises y El Cid Campeador para matar su aburrimiento, pero sobre todo como heredero de la tradición oral de una comunidad que ha ido perdiendo su lengua.

“Escribo en mixe pequeños pensamientos, con ayuda de otras personas, pero para que yo escribiera en mixe requeriría de un trabajo mayor, mi obra fundamentalmente es en español porque los que más sufrimos de este olvido somos las generaciones quienes no hablamos bien nuestro idioma”, lamenta.

Artículo anterior80 días por suceder
Artículo siguienteSer humanos todos los días