Los vecinos escriben

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El amor, el tiempo, pero sobre todo el deseo, son los tópicos que marcan la literatura de Víctor Manuel Pazarín, poeta, escritor y periodista cultural, nacido en Zapotlán el Grande y, desde hace ya una década, habitante del poblado que surge al oriente de Guadalajara, su Tonalá.

Querer entender la inspiración del escritor es el enigma de todo lector. Para comprender la de Pazarín hay que vivir sus trayectos cotidianos: las salidas de su casa, su andar por Tonalá, sus visitas “a la gran ciudad (Guadalajara)” y sus vueltas a casa a presenciar los atardeceres, el aroma a bosque, la predicción del tiempo, la nostalgia por el campo, por sus personajes “la Potranca” que inspira a “el Vato”, quienes aparecen en versos que el propio autor escribe en sus redes sociales.

La semana pasada se anunció que Víctor Manuel Pazarín es parte del grupo de escritores que radican en el municipio tonalteca y que serán reconocidos por su labor y creatividad. Son diez personajes entre quienes destacan las también escritoras Teresa Figueroa y Diana Garcíadueñas, al igual que el periodista radiofónico Marcos Arana Cervantes, entre otros.

Entre la obra de Pazarín se encuentran las novelas Cazadores de gallinas (2008) la recientemente presentada Miedo al vacío (2014) y Ardentía (2009). También el libro de cuentos Una habitación vacía, presentado el pasado mes de septiembre de 2015 y que fuera el ganador del segundo concurso de cuento Alfredo Velasco Cisneros 2014, otorgado por el ayuntamiento de Zapotlán el Grande. En 2010 recibió la “Presea al Mérito Ciudadano”, que otorga el pueblo y gobierno de Zapotlán el Grande, Jalisco, “a sus hijos esclarecidos”.

Actualmente es editor adjunto de La gaceta de la Universidad de Guadalajara y del suplemento cultural o2 Cultura, publicado en el mismo semanario universitario. A su vez coordina el sello editorial Mala Estrella que busca impulsar a jóvenes escritores al publicar sus primeras obras.

El ritmo narrativo que logra Pazarín en su obra es producto de su lírica nacida —quizá— de sus lecturas, así como de sus anécdotas. Una de ellas es aquella que relata de su niñez, donde trepado casi en la copa de un árbol descubrió los colores y las formas en las que se degradaba la luz de los cohetes que subían al cielo de su pueblo: “Lo vi justo como lo había leído en un poema de Octavio Paz (‘Espiral’) y allí mismo me di cuenta de la magia de las letras, cada que vuelvo a ese poema, vuelvo al niño aquel que miraba los cohetes estallar”, me dijo alguna vez.

La ceremonia se realizará el sábado 23 de abril, en coincidencia con el Día mundial del libro, a las seis de la tarde en el Cabildo de Tonalá.

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