Los ranchos fantasma

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    El abandono de las localidades del Norte de Jalisco cuyos habitantes optaron en muchos casos por emigrar a Estados Unidos, es un fenómeno que estudia Diana Elizabeth Sánchez Andrade, académica del Centro Universitario del Norte (CUNorte), quien tiene un proyecto de investigación enfocado en los ranchos y comunidades indígenas de esa región.

    Los resultados del estudio servirán para diseñar un proyecto enfocado a revertir el despoblamiento, ya que en las localidades deshabitadas se mueren formas de organización social, formas de vida y expresiones culturales. Algunas localidades tuvieron su auge en los siglos XVIII y XIX, centurias en las que la expansión de los ranchos y las haciendas se desarrollaba de manera paralela.

    En el siglo XX y XXI la colonización en muchas localidades retrocedió y está contribuyendo a la disminución de la población a nivel regional, a grado tal que los pronósticos para el futuro no son muy alentadores en cuestión de crecimiento poblacional en la zona, con excepción de Mezquitic, Bolaños y Colotlán, donde la presencia de la Universidad de Guadalajara (UdeG) genera fuentes de empleo y pone a disposición de sus habitantes la posibilidad de cursar estudios a nivel medio superior y superior.

    Localidades en números
    La académica detalló que hay 2 mil 330 localidades en esa región de Jalisco, de ellas están deshabitadas mil 218 y mil 112 tienen población. Su número de habitantes oscila de dos hasta mil 317. Los municipios cuyos ranchos, rancherías y comunidades indígenas serán sujetas de estudio por la investigadora pertenecen a la zona Norte del estado, como Colotlán, Huejúcar, Huejuquilla el Alto, Mezquitic, San Martín de Bolaños, Santa María de Los Ángeles, Totatiche, Chimaltitán, Bolaños y Villa Guerrero.

    El despoblamiento de muchas de las localidades sujetas a estudio inició hace aproximadamente 30 años. Para realizar su investigación la académica de la UdeG se basa en entrevistas a familiares o antiguos habitantes y en los datos contenidos en estadísticas históricas resguardadas en diferentes archivos de Guadalajara, como el que alberga la Biblioteca Pública del Estado Juan José Arreola.

    Sánchez Andrade aclaró que también serán sujetas de estudio las localidades habitadas. Sobre éstas se tomarán en cuenta aspectos como las fiestas patronales, la vida religiosa, las formas de organización en torno a la ganadería y agricultura y su historia.

    La investigadora explicó la diferencia entre rancho y ranchería. “La diferencia estriba en que la segunda tiene menos habitantes, pero en esta zona no se utiliza el término, por lo que opto por hablar de ranchos, que para mí tienen desde dos hasta más de mil 300 personas”.

    Explicó que las formas de organización de un rancho son muy diferentes a las de una comunidad indígena, ya que en los primeros predomina la población mestiza, hay propiedad privada, prevalece las actividades ganaderas y agrícolas y en las segundas la propiedad es de tipo comunal y la actividad es agrícola. En estas localidades viven los descendientes de los pobladores originales que habitaban esta región antes de la llegada de los españoles.

    Destacó que en el municipio de Mezquitic una de las características de las localidades es que una de ellas tiene sólo dos viviendas y doscientas veintidós, sólo una, y se trata de comunidades wixárikas. Entonces, Mezquitic tiene más de ochocientas localidades por las características particulares de la población indígena, lo que no pasa en otros municipios.

    Señaló que hay localidades que pese a estar totalmente deshabitadas siguen reproduciendo parte de su vida religiosa, gracias a que sus antiguos pobladores mantienen vivo el interes por su lugar de origen. “Localicé a una familia de migrantes que mandaron construir una capilla y ahora cada año, el día de San Francisco, organizan una misa en lo que era su rancho y a la que asiste personas que viven en diferentes partes del país y Estados Unidos”.

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