Lolita Bosch

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Con su libro México. 45 voces contra la barbarie (2014), la periodista, activista y escritora Lolita Bosch, presenta en este texto un diálogo íntimo con quienes comparten su lucha intelectual y moral, y que dan constancia de la diaria tragedia mexicana.

¿Es necesario continuar con los testimonios de la violencia en el país, para que no nos acostumbremos a ella?
No sólo es que tengamos algo que decir, sino que tenemos mucho que escuchar. Yo que me dedico a hablar de la violencia desde hace cuatro años, en Nuestra Aparente Rendición, y que tenía la sensación de saber muchas cosas, aprendí mucho haciendo el libro. A veces hacemos las cosas al vapor, porque todo es una urgencia, y pude detenerme y hablar tranquilamente con cuarenta y cuatro personas que están en una situación parecida a la mía; darse cuenta de que compartes la tristeza y el estupor, que no se nos quita la indignación. Eso genera una comunidad muy necesaria, y la credibilidad que se ha perdido.

¿Hay un aire de pesimismo o de ausencia de salida para el conflicto?
No, sí salimos. Es que no hay de otra. Es que si no qué. De verdad creo que la sociedad mexicana tiene la capacidad y las instituciones como para organizarse. Tenemos que pedir cuentas. La censura y el ataque del PRI a la prensa son estructurados, y se dedican a desinformar a la población nacional e internacionalmente. Tenemos que admitir que para hacer cambios los tiene que asumir la sociedad civil.

¿Las estructuras mismas de la sociedad han permitido esto?
Darwin Franco dice que es la estructura criminal que somos. Hermes Ceniceros dice que lo más difícil de esta lucha es matar al priista que llevamos dentro. Yo crecí con Salinas, los hemos visto hacer unas cosas impresionantes; los conocemos. También hay una nueva generación que no creció con la seguridad de que el PRI es capaz de cualquier cosa. Pero como dice Jon Lee Anderson, hay que estar conscientes de lo que no nos dan las redes sociales. Aunque se esté muy activo, se necesita ayuda real. Lo de Ayotzinapa me tiene muy sorprendida porque esto ocurrió porque ellos tenían un pensamiento crítico, no el país. Hay cuarenta y tres estudiantes desaparecidos en todos los estados de México. ¿Por qué no hemos ido a buscar a los demás?

¿Por qué si cuarenta y tres normalistas pueden enfrentar al Estado, los otros millones de mexicanos no?
Porque tienen conciencia absoluta de su pobreza, y eso es algo que los hace ciudadanos más capaces de resistir. Saben exactamente el lugar que ocupan en la sociedad, no tienen nada de wanna be. En México, que es tan clasista, muchos no están dispuestos a asumirse como quienes son, todos quieren ser un poco mejor para que no los ninguneen; un mecanismo de supervivencia nacional. Los normalistas no lo tienen, saben quiénes son, y eso los hace fuertes.

¿El periodista debe ser un activista?
Dice Diego Osorno que lo único que le podemos agradecer a Felipe Calderón es que hizo periodistas de guerra. Los periodistas independientes de México han dado una lección de sí mismos y de sentimientos. Hago periodismo desde hace unos años, pero en realidad soy más novelista, y he lamentado la actuación de mi gremio. Hay mucha gente que tiene una situación de privilegio, y no la va a cambiar. Hay otros que han decidido hacer periodismo independiente y de manera natural se han acercado a las víctimas. Para hacer esto te tiene que importar de verdad, porque es francamente doloroso e indignante; un abuso constante y sistemático contra la población. Nos están afectando a todos, y esta conciencia social te hace actuar.

¿Qué de los periodistas que sólo quieren obtener premios o favores por su trabajo?
Tenemos tanto qué hacer, que no tenemos tiempo para ello. Lo que nos han enseñado las víctimas de México es tan fundamental, que no te sale sacar tajada de eso, si entiendes de verdad lo que está ocurriendo, si haces el esfuerzo de humanidad. El tiempo lo pondrá todo en su lugar. Hay una obligación social y moral de responder a esta tragedia.

¿No parece  que a pesar del trabajo de los periodistas, no cambia nada?
Sí pasa. Imagínate lo que hubiera sido esta guerra sin la voz de la prensa, si no hubiera gente diciendo “te estoy viendo”. A lo mejor tenemos la sensación de que, como dice Javier Sicilia, no detiene muertes, pero guardar memoria de lo que están haciendo, tan impune y cruelmente, es fundamental. Vamos a aguantar. Algún día diremos: esto es lo que pasó, fuimos testigos de una masacre.

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