La experiencia de Madrid

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La edición del número de invierno de Luvina comienza desde que en la revista nos enteramos cuál será el invitado de honor de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. En junio de 2106 supimos que este año sería la ciudad de Madrid. Nuestra imaginación comenzó a volar desde ese momento. Madrid, una ciudad constante en la historia y en la imaginación creativa de México…

En Luvina hemos explorado las literaturas vivas de Reino Unido, Argentina, Israel, Castilla y León, Los Ángeles, Italia y Colombia, entre otros, que han sido el foco de atención del festival cultural de la FIL. Gracias a la feria, Luvina prepara números monográficos sobre lo que se escribe en esos países, regiones y ciudades del mundo. El lector de la revista tiene cada año, ante sus ojos, la narrativa, el ensayo y la poesía contemporáneos, creados por los literatos de cada localidad. Es una oportunidad para conocer textos que de otra manera tardarían mucho tiempo en llegar a México, si es que acaso llegaran.

Durante la feria del año pasado conocimos a la delegación de Madrid. Ese fue nuestro primer contacto. A partir de entonces comenzó el proceso de edición del número. Al final del primer semestre del año, Silvia Eugenia Castillero (directora de Luvina), viajó a Madrid para entrevistarse con escritores madrileños, que viven y escriben en Madrid, hayan nacido en esa ciudad o no. A partir de un encuentro con algunos escritores se comenzó a armar una red. Todos los contactados, estén o no incluidos en la lista oficial de la delegación que viene a la feria, quedaron invitados para colaborar en este número 89, dedicado a Madrid.

Los textos comenzaron a llegar en julio. Todo lo que publicamos en la revista es leído varias veces: cuando lo recibimos en el correo electrónico; cuando lo bajamos de una página de edición en línea, en la que compartimos nuestra apreciación con los demás miembros del equipo de Luvina (en mí caso la directora y el editor); cuando tenemos que dar el dictamen final de cada texto; cuando imprimimos las primeras pruebas para corregir posibles errores; cuando revisamos las segundas pruebas; cuando damos una revisión final antes de que se vaya a imprenta el número.

Ya impresa la revista, los textos toman un peso literario especial; en conjunto se sienten muy diferentes y cuando los leemos de nuevo se nota su transfiguración: están listos para ser valorados por los lectores de Luvina, para los que finalmente trabajamos.

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