Inseguridad de a pie

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Guadalajara ha perdido su candidez y tranquilidad de ciudad provinciana. Por lo menos en cuanto a seguridad. A confirmarlo contribuyen tanto los datos como la percepción de la ciudadanía. Según el Sistema Nacional de Seguridad Pública, en el pasado mes de julio, en Jalisco aumentaron en un 400 por ciento los asaltos violentos a transeúntes y los robos en general se duplicaron con respecto al mes anterior, registrando 5 mil 183 denuncias en el Ministerio Público, concentradas en su mayoría en la Perla Tapatía.

Lo anterior coloca al estado en el tercer lugar por este tipo de delitos, después del Estado de México (8 mil 570) y el Distrito Federal (7 mil 407), entidades que tienen el doble y el triple de la población jalisciense.

En cuanto al sentir de la gente, no se necesita ser antropólogo o investigador de la Fiscalía para medirlo. Basta con ser un ciudadano cualquiera, sentarse a una mesa con un grupo de amigos y sacar el tema de los asaltos. Las historias fluyen solas, dramáticas, similares, en diferentes zonas de la ciudad, dejando los mismos traumas: inseguridad cuando vas por la calle o estacionas el coche, terror a que un sujeto te apunte otra vez con una pistola, temor a pasar de nuevo por la zona donde te asaltaron con un cuchillo o intentaron violarte; miedo, en fin, a salir a la calle, a vivir la cotidianidad como lo hacías antes.

Historias de cotidianas fechorías
Pero antes ¿de qué? Antes, por ejemplo, de que un sujeto se metiera a la cochera de la casa de Jessica, en la colonia La Calma, cuando ella bajaba del coche, le apuntara con una pistola, la volviera a meter al auto, la cubriera con una chamarra y se la llevara a un lugar apartado. Que allí le pidiera sus tarjetas y los códigos y, mientras sus cómplices iban a sacar el dinero, la amedrentara con que si había dado las contraseñas equivocadas, lo pagaría caro, y la despojara de celulares e iPod.

Antes de que a Omar, al salir una noche de la casa de un amigo en Residencial Victoria, un sujeto se le acercara y, amenazándolo con un arma, le robara el iPhone; de que, a las 11 de la mañana de un domingo, en el bar de la colonia Americana donde trabaja María, entrara un sujeto armado y vaciara la caja y el bote de las propinas, al tiempo que la mantenía bajo tiro; de que a Delia, una trabajadora doméstica que vive en la colonia Jalisco, de Tonalá, pero que trabaja en el centro de Guadalajara, intentaran asaltarla cuando caminaba por la calle 8 de Julio y lo lograran en otra ocasión en el camión de regreso a su casa.

Estos son delitos acaecidos en el último mes contra amigos o conocidos míos: me bastó sentarme con ellos y sacar el tema. Las historias fluyeron solas, y habría muchas más, pero este no pretende ser un blog de los que hay cada vez más en la red para denunciar la multitud de fechorías cotidianas de las que son víctimas los ciudadanos, y que de otra forma no encontrarían espacio en los medios.

Sólo son algunos ejemplos de lo que podría haberle pasado al que está leyendo esta nota ahora, o a su vecino, conocido o pariente, y que ha cambiado sensiblemente las costumbres de las personas involucradas: Jessica, antes de llegar a casa, habla a su marido para que le abra la cochera; Delia ya no carga dinero en su bolso, va acompañada por su marido al camión y los dos llevan a sus hijas adolescentes a la parada cuando acuden a la escuela.

La constante para todos es la misma: la sensación de miedo que les quedó, la inseguridad que sienten cuando hacen las cosas que hacían “antes de”.

Escalada de violencia
No es sólo la percepción que hace que exista un antes y un después. Las cifras lo demuestran. Al cruzar datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), y de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, el investigador del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, Dante Haro Reyes, relevó que de 2009 a 2012 en Jalisco hubo un aumento considerable en varios delitos, tanto de alto como de bajo impacto: “El robo a banco se convirtió en el delito con mayor crecimiento, mil 660 por ciento; robo a casa habitación aumentó en un 280 por ciento; robo a negocios, 105 por ciento y robo a personas, 48 por ciento”.

Sin embargo, es en 2013 cuando se disparan estos crímenes. De enero a junio se registraron mil 592 robos a persona, 3 mil 248 robos a casa, 225 robos a cargueros y 5 mil 195 robos de vehículos particulares; además, en cuanto a los delitos de alto impacto, hubo 625 homicidios dolosos (hasta la fecha van 951), 32 secuestros, 238 extorsiones y 82 asaltos a instituciones bancarias.

“Hay un binomio inseguridad y violencia que está aumentando en Jalisco la incidencia delictiva”, comenta Haro Reyes. “Faltan políticas claras e integrales para prevenir esta situación. Estamos viviendo una época difícil, de crisis y falta de oportunidades y de empleo. Esto viene a crear vacíos de poder. Entonces se presentan delitos de alto impacto y del foro común, que sumados disminuyen la percepción de seguridad de los ciudadanos. Por eso actualmente siete de cada 10 jaliscienses se sienten inseguros”.    

Policía en la mira
Al fotoperiodista Marte Merlo intentaron asaltarlo unos “motorratones” hace dos domingos, en la zona de Chapultepec. “Se me acercaron cuando iba con mi bicicleta; el de atrás metió la mano en la bolsa como si fuera a sacar algo. Me defendí con la cadena y logré ahuyentarlos, y seguí dándole. Afortunadamente no me siguieron”.

Los ladrones desistieron del atraco por la presencia de una patrulla de la Policía de Guadalajara. “La única ayuda que recibí fue la de las luces de la camioneta, ya que cuando me acerqué con los agentes de la patrulla (de la que tiene fotos en su página de Facebook) a decirles lo que pasó, uno de ellos me contestó que qué quería que hiciera, si ya se habían ido”.

Agrega: “El ‘poli’ ni siquiera reaccionó cuando le dije que a lo mejor estaba coludido con los ratas y que por eso no hacía nada; le volví a pedir que por lo menos hiciera el reporte por radio y me contestó que tenía otro reporte en curso y que mejor ya me fuera, que los ratas ya se habían ido”.

La preparación y la confianza en la policía son elementos fundamentales en el asunto de la inseguridad y su percepción por parte de la ciudadanía. Según Dante Haro, tenemos un déficit de elementos: “Las Naciones Unidas establecen que lo óptimo serían 287 policías por cada 100 mil habitantes. Esto no se cumple en la ZMG ni en Jalisco”.

Continúa: “La clave no es solamente tener más agentes, sino policías mejor preparados, es decir, apostar más a la calidad que a la cantidad. Tenemos un problema de estabilidad. No hay una visión de profesionalización, de carrera policial. Por ello estamos ahora viviendo la falta de policías y de confianza en las corporaciones, y la presencia de elementos corruptos”.

A esto hay que sumar la impunidad: “El sistema de justicia está en crisis. Mientras no haya un replanteamiento, poco vamos a lograr. Tenemos una impunidad del 98 por ciento, lo que representa un incentivo a los que están delinquiendo”.Además existe una enorme cifra negra:

“Se habla de 85 por ciento de delitos no denunciados. Hay muchas explicaciones: algunas de éstas son que implican trámites engorrosos, al final de los cuales no pasa nada, y que no se tiene confianza en las autoridades”.

Reacción ciudadana
Ante una ausencia de respuesta por parte de las autoridades, que son las obligadas a proteger a la población, surgieron iniciativas ciudadanas, en particular en la red, para denunciar y protegerse de actos criminales. Una es “amigosvigilantes” de Chapultepec, que formó un comité de activistas y tiene en Facebook 700 seguidores. El grupo nació hace tres años por iniciativa de Gaby Velasco, propietaria de un comercio de la zona.

“La idea es generar opciones, y no esperar a que las autoridades hagan algo. Tienes que empezar a cuidarte, porque la situación ya está fuera de control.

“Es un enojo generalizado por lo que está pasando. No es que lo percibas, es un hecho que te da miedo salir a la calle, porque a cualquier hora te pueden asaltar. La seguridad es un tema que atañe a todas las personas: nadie quiere vivir así”.

Ahora están implementando una nueva iniciativa denominada “Ladrón, te estamos observando”, que considera la pega de carteles en la zona, con números de la policía y la instalación de cámaras en la calle por parte de los negocios —de allí el nombre—; también requerimientos a las autoridades, como más casetas de policía que funcionen las 24 horas, más luminarias y podas de árboles, entre otras soluciones.

Las autoridades, no siempre de forma atinada, están pidiendo la colaboración de la ciudadanía e implementan iniciativas, como la de la Policía de Guadalajara, que realizó un mapa delictivo con los siete puntos de mayor incidencia de atracos (cruces de avenidas principales, como Chapultepec con Hidalgo, Vallarta y La Paz; Enrique Díaz de León, de Juan Manuel a Juárez; López Cotilla entre Ocampo y Molina), así como la rotación de 450 policías y la incorporación al patrullaje de 210 elementos administrativos. U otras más naif, como repartir calcas “ahuyenta ladrones”, que llevan sencillamente la escrita la oración “ALERTA, vehículo sin objetos de valores”.

Apostar a la seguridad ciudadana, según Dante Haro, es un factor fundamental. Sin embargo, explica, “el problema es que actualmente hay un divorcio entre la actuación de las instituciones y la ciudadanía, y no se puede ir hacia ese modelo si no existe una verdadera confianza en las autoridades”.

Concluye: “Mientras no haya soluciones contra la corrupción y la impunidad, va a ser difícil que exista participación por parte de la ciudadanía. Tiene que darse la apertura para que la gente participe a través de mecanismos claros. Ahora los canales de comunicación con la ciudadanía están cerrados. Me parece una ironía invitar a los ciudadanos a participar si luego no hay formas, no nos quieren escuchar y quieren tener un control absoluto sobre las decisiones”.

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