El rayito

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    01: desde niño iba a las arenas. Al cumplir 15 años comencé a entrenar con “América salvaje”. Él me bautizó como “El rayito”. Luego me retiré un tiempo. Más tarde, sin proponérmelo, regresé a la actividad, pero como reportero. Volví a adoptar el nombre. Todos mis artículos los firmo como “El rayito”.
    Intervención: colaboré en la revista Luchas 2000. Dos años después saqué mi propia revista: Pura lucha libre del occidente de México. Ahora escribo en Súper luchas, revista nacional.
    02: desde hace un año me dedico a luchar de manera profesional. Mi nombre artístico es Magnuss. Uso un traje negro. No me pongo máscara y utilizo una gabardina tipo Matrix.
    Tres en uno: tengo tres personalidades: Humberto, el poeta; Rayito, el reportero y Magnuss, el luchador.
    Florecita rockera: soy muy sensible. Me gusta escribir poesía. Por cierto ésta no tiene nada que ver con el tema de las luchas. Mis poemas se han publicado. Tengo un libro llamado Trances y momentos de poesía.
    Exposiciones: a la fecha he organizado tres exposiciones sobre lucha libre. La primera se llamó: La lucha libre también es deporte y cultura, en el Museo de las Artes Populares de Jalisco, hace dos años. La segunda, Expo lucha 2004, en la Casa vieja. En estas dos participaron coleccionistas de Jalisco y la ciudad de México, con películas, máscaras, trajes y otros artículos.
    La tercera es la vencida: hace una semana, junto con el colectivo Art Gotch, conformado por los artistas Sergio Arath, Carlos Maldonado y Jors, organizamos la exposición Quiero ver sangre (más que exposición, un festival de lucha libre que duró toda la semana), en la que participaron pintores, fotógrafos, escultores, diseñadores gráficos, videoastas, músicos y luchadores.
    Lo más chingón: viajar y enfrentarme a gente que yo veía en televisión: campeones mundiales, luchadores de trayectoria.
    La más memorable: un duelo entre cabelleras con Pluma negra. Me enfrenté a él y lo rapé.
    La emotiva: en la arena Zapata. Ese día mi padre y yo tuvimos un disgusto porque a él no le gusta que haga esto. Le dediqué la lucha, me entregué al máximo, volé dos veces. Fue contra Los destructores nazis. Mi pareja de esa vez fue El indio Vitela junior. Ganamos y cuando terminé, mi papá y yo nos abrazamos. Para mí ha sido la mejor lucha: luchar contra su discriminación hacia este deporte.
    No morir sin: escribir un libro de poesía, montar más exposiciones, continuar con la difusión de la lucha libre, viajar a Estados Unidos y a Japón, las principales plazas en el ámbito mundial en lo que a lucha se refiere.
    El sueño: crear una asociación de aficionados de todo el mundo, un museo de lucha libre y tener mi propia arena, ser un empresario.

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