El profesor como extranjero

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La mirada modifica lo mirado; lo mirado modifica la mirada. Cambian las coyunturas, cambian las concepciones de las cosas, cambian las cosas mismas, vuelven a cambiar las coyunturas por haber cambiado las cosas…

Joaquín Esteban Ortega

En el libro Déjame que te cuente, Maxine Greene señala: “Colocarse en la realidad de cada día, situarse en la posición ventajosa del extranjero es poder mirar con perplejidad e interrogativamente el mundo en el que se vive. Es como volver a casa después de una larga estancia en cualquier otro lugar”.

Es como El extranjero, la novela de Albert Camus, cuyo personaje principal es un extraño en el mundo donde vive, no comparte el punto de vista convencional, ve más de lo que sus conciudadanos menos conscientes podrían ver. Lo que a la comunidad le parece incuestionable, le parece cuestionable a él, lo que le permite observar con sentido crítico, y así, está preparado para pensar e interrogar.

En este sentido, Green sugiere que el profesor luche contra el “no pensar” de aquellos que están desde siempre sumergidos en la cotidianeidad, en el sentido común, en su rutina diaria, en la realidad social que se les impone. Si el profesor desea ser una persona activamente comprometida con el pensamiento crítico y la elección auténtica, no puede aceptar ningún esquema de pensamiento estandarizado y confeccionado de antemano. No puede siquiera asumir como incuestionable el valor de la inteligencia, de la racionalidad o de la educación.

El propósito de Greene es hacer al profesor visible para sí mismo. Si el profesor se conforma con sumergirse en el sistema, si consiente en ser definido como lo que se supone que es por el punto de vista de los otros, entonces abandona su libertad de ver, de entender y de significar por sí mismo. Si está inmerso en el sistema y es impermeable a lo que podría perturbarle, difícilmente podrá estimular a otros para que se definan a sí mismos como individuos.

Pero si, por el contrario, está dispuesto a crear una nueva perspectiva sobre lo que habitualmente ha considerado como real, entonces su extrañeza puede convertirse en parte del proyecto existencial de una persona vitalmente abierta a sus estudiantes y al mundo. El profesor está continuamente obligado a interpretar y reinterpretar una realidad siempre nueva. Si es así, se sentirá más vivo que nunca.

Tiene necesidad de autoconocimiento y claridad en lo que respecta al individuo, la  necesidad de enmarcar y contextualizar ordenes siempre condicionales. Sin embargo,  las competencias del SNB u objetivos de la educación sólo pueden ser específicos, identificados en situaciones concretas, con respecto a tareas y unidades de aprendizaje, en contextos cuyas estructuras y conexiones no están siempre claras. Tales objetivos deben ser perseguidos en el mismo movimiento en el que se perciben las carencias y en el que se emprenden las acciones. Las metas educativas no pueden ser dos veces las mismas porque las personas difieren, los logros varían, los horizontes se mueven, las perspectivas cambian.

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