El placer de donar

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Desde Alamedas de Zalatitán, en Tonalá, Verónica Hernández, su esposo y sus tres hijos de 18, 10 y 7 años, cada quince días viajan con una antigua camioneta Ford color verde, que ya muestra el desgaste de los años, hasta el Antiguo Hospital Civil de Guadalajara. Esta noche del 14 de julio, llegaron a las 7 de la tarde. Sacan una destartalada mesa de un metro cuadradro, en que apenas se puede distinguir su originario color blanco, y reparten 90 lonches de jamón, frijoles y huevos con salsa, junto con veinte litros de agua de jamaica, a los familiares de los enfermos y a uno que otro paciente que se encuentran en el nosocomio.

“Venimos a  hacer la labor de ver por el necesitado, porque crece uno ayudando a los demás”, dice la señora Verónica, poniendo la mesa, apresurada, mientras a un lado de las jardineras justo donde se encuentra la entrada a la Torre de Especialidades, más de treinta personas ya están formadas de manera ordenada, listas para recibir la cena.

“Me gusta ayudar porque es como si me diera a mí mismo”, dice Diego Manuel, quien a sus diez años realiza la labor de voluntario desde hace tres meses.

“Dios nos ha dado muchas cosas como para que nosotros no demos algo, por eso hice frijolitos con chorizo, les eché totopos y chile de árbol para que salgan ricos. Están calientitos, los hice a las cinco antes de venirme”, dice la madre de familia a las personas que le demuestran su gratitud, como el señor José, quien dormirá su novena noche en el piso 10 de la Torre, cuidando a su nieto, quien se encuentra en el área de infectología.

“Es muy triste y pesado todo lo que pasa, gracias por traernos un alimento porque ya me ha tocado varias veces. Ayer nos trajeron taquitos con café, otras veces avena y el domingo mole. Es mucho gasto y también pesado cuidar a nuestros enfermitos”, me dice de manera apresurada el señor Ramón, mientras le chifla a su señora para que se acerque a recibir la cena que obsequia Verónica, quien le entrega el último lonche de la noche.

Esta familia es uno de los 107 grupos de voluntarios que se organizan para otorgar comida a los familiares de los pacientes, en las dos unidades hospitalarias del Hospital Civil de Guadalajara, los 365 días del año.

Tan sólo en el viejo Hospital Civil, estos grupos entregan alrededor de tres mil alimentos por día. A ellos se suman 24 agrupaciones de apoyo espiritual y otras 34 que cooperan con insumos para los alimentos, brindan apoyo económico para diversas áreas, por ejemplo análisis, medicamentos o gastos funerarios, entregan equipo como sillas de ruedas o proporcionan servicio de albergue. Entre estos últimos se pueden mencionar el Fray Antonio Alcalde, El buen samaritano, Mi último deseo y Mano Amiga.

Espacio digno para los voluntarios
A la entrada que se ubica en la calle Hospital, una vez al mes llega Eduardo a entregar 120 lonches de frijoles con queso. “Hemos tenido gente aquí hospitalizada, por ejemplo mi suegra estuvo un mes completito internada, conocemos la necesidad y por eso queremos colaborar con gente que lo necesita, porque muchos vienen de fuera y andan viendo qué comer o dónde dormir”.

Antes de llegar al hospital, Eduardo pasa con su camioneta a las vías del tren a entregar comida a los migrantes. Esta noche dormirá satisfecho, dice, porque, aunque no le sobra, pudo ayudar a personas que tienen menos que él.

Con la intención de agradecer el apoyo y demostrar la importancia de las acciones de voluntariado que realizan los grupos de manera anónima, sin intención de lucro ni de protagonismo social, las autoridades del Hospital Civil buscan construir un comedor en el Fray Antonio Alcalde y otro en el Juan I. Menchaca donde entregar los alimentos, explica el director del organismo, Héctor Raúl Pérez Gómez.

“La filantropía y el altruismo es un fenómeno mundial. Probablemente la salud es el área que más atrae al voluntariado y hay personas que uno ve que vienen a apoyar en estas tareas y sacar del bolsillo lo que no tienen, algo muy digno que hay que reconocer. Lo que queremos es brindarles un espacio para que hagan esa labor en mejores condiciones y que tengan presente que el hospital valora mucho ese trabajo, y se suma porque es lo menos que podemos hacer“.

Durante varios años, la entrega de alimentos se ha realizado adentro de los hospitales, a escasos metros de las diferentes entradas, de manera improvisada, en jardineras o cualquier espacio vacío, al aire libre y expuestos a los cambios de clima.

Para lograr la construcción de los comedores se requieren alrededor de dos millones de pesos para cada uno. Por ello, en la reciente X Muestra Internacional de Ballet de Guadalajara, realizada el pasado 17 de julio, se recaudaron alrededor de 250 mil pesos; otra cantidad igual fue reunida en el partido de futbol entre Leones Negros de la UdeG y Atlético San Luis, realizado el pasado 11 de abril, y el 30 de enero tuvo lugar otra Gala de Ballet Clásico, con la cual se consiguieron casi 300 mil pesos.

“Estos 800 mil pesos entrarán en la convocatoria de la Secretaría de Desarrollo e Integración Social, y todo parece indicar que podríamos lograr un recurso que se duplique y estaríamos llegando a un millón y medio aproximadamente, que nos permitirá iniciar con la obra de uno de los dos comedores”. La intención es que estén concluidos en el 2015 y que tengan capacidad para atender entre 70 y cien personas cada uno.

La responsable del voluntariado en el organismo, Esther Cisneros Quirarte, comentó que en las reuniones con los grupos de voluntarios lo más que éstos han llegado a solicitar es un toldo para proteger los alimentos, “pero buscamos brindarles un espacio donde puedan distribuir sus alimentos de manera higiénica y digna, porque cada uno de ellos son personas que no dan lo que les sobra sino realmente lo que les falta. Realizan una labor extraordinaria y un esfuerzo por hacerla cada vez mejor”.

Añadió que más de la mitad de los voluntarios, “por su propia iniciativa se han capacitado, y están realmente muy comprometidos en hacer adecuaciones a la dieta para que sean alimentos lo más sanos posibles. Es un gran compromiso y de verdad se entregan”, dijo Cisneros Quirarte.
Por su parte, la jefa de Trabajo Social del Hospital Civil Fray Antonio Alcalde, Guadalupe García Villagrán, explicó que organizan a los grupos de voluntarios para distribuir los víveres en la parte antigua, la Torre de Especialidades y en el área de urgencias adultos, pediatría y gineco-obstetricia, y controlan qué días y a qué hora acuden, con base a la propuesta de los propios donadores.

“Esta actividad es invaluable, si no fuera por ellos muchas de las necesidades de nuestros pacientes se verían atoradas, y su recuperación tardaría más porque es un doble beneficio el que aportan: traen ropa y comida a los familiares, quienes se desgastan, no duermen, no comen y lo poco que tienen de dinero lo guardan para los gastos que se puedan presentar. Los familiares saben que de alguna manera y con el apoyo de los voluntarios tendrán sus alimentos por día”.

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