El manto encantado de la violencia masculina

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    La violencia en sus distintas variantes y grados es una de las columnas que sostienen a las sociedades patriarcales: desde la invisible o simbólica, reproducida en un ambiente social “natural”, hasta los homicidios que aparecen en la nota roja de los diarios y sacuden a la opinión pública.
    Según datos proporcionados por las encuestas nacionales de Violencia en 2003 y de la Dinámica de relaciones en los hogares en 2004, una de cada tres mujeres ha sido agredida por su pareja, es decir, uno de cada tres varones ejerce violencia en sus diferentes variables sobre la mujer.
    “Por lo general, la investigación en este tema ha sido enfocada por quienes la sufren, pero poco sabemos acerca de aquellos que la ejercen”, explica el doctor Juan Carlos Ramírez Rodríguez, investigador del Departamento de Estudios Regionales (Ineser), de la Universidad de Guadalajara.
    “La violencia es un fenómeno sociocultural y relacional. No constituye un asunto de individuos enfermos, sino que, en esencia, la mayoría de los varones que la ejercen viven y se desarrollan en contextos donde la violencia es un medio legítimo de relación”.
    El también autor del libro Madejas entreveradas. Violencia, masculinidad y poder. Varones que ejercen violencia contra sus parejas, publicado por la Universidad de Guadalajara y Plaza y Valdez Editores, dice que la agresión no consiste solo en la coacción física, sino en muchos otros elementos que contribuyen a que se establezca como una forma permisiva y deseable de relación.

    La violencia en el imaginario
    De acuerdo con Ramírez Rodríguez, la aparición en la prensa de un hecho violento y su análisis aislado solo sirven para estigmatizar a determinados sujetos. Por lo general, a individuos marginados, de bajos recursos, asociados a eventos delictivos y que actúan bajo los efectos del alcohol o alguna otra droga.
    “Este cuadro ofrece solo un cliché, mismo que excluye a la mayoría de varones que agreden envueltos en un manto de discrecionalidad. Un amplio sector de hombres que atacan a sus parejas, lo hace, si bien de una manera no dramática, sí de forma consistente”.
    El propósito fundamental de la agresión radica en mantener “una asimetría en la relación”, y para sostenerla no es necesario llegar a los golpes, pues “hay otros recursos que permiten continuar con esa inequidad.
    “Puede haber chantaje o restricciones económicas, además de ciertas medidas, como dejar a las mujeres la responsabilidad de los hijos y sus problemas. Estas prácticas culturales y sociales preservan esa asimetría e inequidad que subordina a las mujeres a los requerimientos de los varones”.
    La dominación del hombre de halla presente en todas las instituciones, sean familiares, escolares, laborales, religiosas, políticas, etcétera, “que legitiman este proceso de subordinación y dominación.
    “No basta limitarse a la perspectiva de la tipología de la violencia, o sea, a determinar si es física, sexual o emocional. Lo que necesitamos es entender el fenómeno como un proceso social, en el que están en juego los elementos de orden simbólico justificantes y legitimantes de la práctica de dominación, es decir, del ejercicio del poder”.
    —¿Eso echa por tierra la idea de que a las mujeres les gusta ser dominadas por el hombre?
    —Esa pregunta alude al sistema de creencias con el que todos contamos. Nosotros construimos nuestras formas de relación basados en una serie de creencias acerca de lo que son los hombres y las mujeres. Ese imaginario social lo utilizamos para generar una serie de expectativas acerca de nosotros mismos y los demás.
    “En estas creencias hay una serie de valores importantes, que permiten construir nuestra identidad y tratar de crear esa imagen de lo masculino. Si además en el imaginario generamos la idea de que a la mujer ‘le gusta que la dominen’, obtenemos aquellos recursos simbólicos que legitiman la dominación de las mujeres”.

    Coloquio internacional

    Ramírez Rodríguez es el responsable de la organización del II Coloquio internacional de estudios sobre varones y masculinidades “Violencia: ¿el juego del hombre?”, y del I Congreso nacional de la Academia mexicana de estudios de género de los hombres, que tendrá lugar en nuestra ciudad, del 21 al 23 de junio.
    “Las discusiones generadas en el primer coloquio, realizado en Puebla, en 2004, evidenciaron dos tareas impostergables: reflexionar acerca del sustento epistemológico en el que descansan los estudios relacionados con los varones y las masculinidades, y discutir el vínculo entre estos estudios y las políticas públicas”.
    El evento, organizado por el Programa interdisciplinario de estudios de género (Piege), adscrito al Ineser, convoca a asumir una reflexión en torno a “los fundamentos epistemológicos de estos estudios y las implicaciones en la política pública. Para esto proponemos como eje temático y articulador a la violencia”.
    Durante el coloquio habrá más de cien ponencias, a cargo de representantes de países como India, Nigeria, Noruega, Estados Unidos, Inglaterra, Brasil, Argentina, Uruguay, Colombia, Perú, Ecuador, Suecia y Pakistán.
    Está confirmada la presencia de destacados investigadores en el tema, como Víctor Seidler (Inglaterra), Luciana Ramos y Guillermo Núñez (México), Michael Kimmiel (Estados Unidos), Mora Viveros (Colombia), Michael Flood (Australia) y Jeff Eran (Finlandia).
    Para mayores informes y presentación de ponencias comunicarse con Reyna Hernández, asistente de proyectos, en el teléfono 37 70 33 00, extensión 5562, o en el correo electrónico informes@eljuegodelhombre.com.mx

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