Defensor del medio ambiente de corazón

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El mundo va directo al abismo. La cáscara de manzana que los científicos llaman atmósfera está lacerada. Emanaciones que salen de chimeneas industriales y mofles automotrices destruyen el medio ambiente. Y a pesar de ello, hay quienes a fuerza de billetazos emprenden campañas mediáticas en las que tratan de convencer a la opinión pública de una letal mentira: el cambio climático no existe. Todo para mantener el gran negocio de la contaminación que enriquece a unos cuantos a costa de millones de vidas.

En medio de ese modelo, se alza la voz contundente y el valor de Mario Molina-Pasquel y Henriquez. Un hombre de esa casta notable de personajes que no temen cambiar el mundo. De los que tienen corazón de león.

“Su corazón, su razón, su conciencia, trabajo arduo, su amor por el conocimiento lo ha llevado a proteger la causa común. Usted nos ha hecho abrir los ojos en medio de la marcha al precipicio. Lo que usted aportó al mundo ningún reconocimiento lo gratificará. Pero el que hoy le ofrecemos va con cariño y gratitud legítima”, afirmó el presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), Alberto Galarza, al entregar la presea Corazón de León al Premio Nobel de Química, doctor Mario Molina-Pasquel y Henríquez  en una ceremonia realizada en el Paraninfo Enrique Díaz de León de la Universidad de Guadalajara.

Molina, en su discurso, se refirió a varios mitos, uno de ellos, el que no se puede tocar el modelo económico sustentado en los combustibles fósiles porque eso desestabilizaría las finanzas mundiales.

Esas aseveraciones, dijo, están difundiéndose a través de una intensa campaña de relaciones públicas financiada por grupos de interés, quienes pretenden incubar la idea de que la erradicación de los combustibles fósiles generará el colapso económico. Incluso, hay científicos —pocos, consideró, pero muy efectivos para impactar con su discurso— que pregonan que no existe evidencia para comprobar las consecuencias del cambio climático.

Para ilustrar el suicidio masivo en que incurre la humanidad, detalló: “La atmósfera es muy vulnerable. Es una capa muy delgada que tiene nuestro planeta. Es como la cáscara de una manzana. Por eso no se ve. Lo que vemos son las nubes. Si aquí en Guadalajara metimos algunos gases que permanecen en la atmósfera varios meses, entonces se mezclan en todo el hemisferio norte. Y esos mismos gases, en cuestión quizá de uno o dos años, también se mezclan en el hemisferio sur. Lo que ha sucedido es que como resultado de actividades de la sociedad sí ha habido emisiones de este tipo de compuestos que tienen como característica que no importa en qué parte del planeta se emita, porque después de unos meses están mezclados en todo el planeta”.

¿Cuánto vale salvar al planeta?
Emprender medidas para resolver el problema del cambio climático representaría un gasto no muy elevado, según el Premio Nobel de Química, quien alertó que el tiempo se agota para actuar contra ese devastador fenómeno.

“Sí se puede enfrentar el problema y no cuesta muchísimo. Estamos hablando, para ser racional, de un costo del 1 al 2 por ciento del Producto Interno Bruto de todo el planeta. Sí es mucho dinero, pero de todos modos es algo mucho menos costoso que los daños”, afirmó.

Molina especificó que este sería el costo de una estrategia de “triángulos de estabilización” (término acuñado por el ecologista Stephen Pacala y  el físico Robert Socolow) que contempla mejorar la eficiencia en el transporte, incrementar las edificaciones eficientes, sustituir carbón por gas natural, captura y almacenamiento de carbono, usar energía eólica o energía solar, así como biocombustibles y mejores prácticas forestales, e incluso energía nuclear de tercera generación que no emite gases de efecto invernadero, aunque este último punto no es esencial.

Recordó que la capa de ozono logró reponerse gracias a acuerdos internacionales como el Protocolo de Montreal, en virtud de lo cual ya no se están emitiendo esos gases industriales que causaron fenómenos como el agujero en la Antártida. En ese caso hubo concordancia en lo que demostró la ciencia y lo que hicieron los industriales.

“Pero tenemos otro problema en la actualidad. El del cambio climático que no se ha resuelto todavía. Se ha propagado en los medios, sobre todo en Estados Unidos. Hay muchos científicos que nos dicen que no hay certeza de lo que ocurra y que no deberíamos preocuparnos tanto”, dijo.

Sin embargo, aparte de esos casos, agregó que hay un consenso poco común en la ciencia. Más del 97 por ciento de los científicos que trabajan en este campo y publican en revistas especializadas sostiene que lo que ocurre es provocado por actividades de la sociedad y que tiene efectos fatales, y sólo un 3 por ciento dice que el problema no es tan serio, pero han sido muy estruendosos

“Ha habido una campaña de relaciones públicas muy bien financiada por grupos de interés que percibían que si la sociedad enfrentara realmente el problema del cambio climático, causado por la quema de combustibles fósiles, eso iba a afectarlos económicamente. Entonces financiaron esa campaña con mucho éxito. Tenían experiencia porque los mismos grupos ya habían lidiado con problemas parecidos, como el del tabaquismo. Lograron poner en duda que el tabaco pudiera causar problemas a los pulmones, y pudieron retrasar por lo menos una década las acciones de los gobiernos”, relató.

El doctor Molina denunció que entre los sectores más activos que se opones están miembros del Partido Republicano en Estados Unidos, que lo tomaron casi como una cuestión religiosa.

“Hay que dudar del cambio climático porque es una amenaza para el desarrollo económico. Todo eso es un mito totalmente irracional. Pero ha sido lo que ha frenado el progreso a nivel internacional para empujar este problema”.

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