David Miklos

1135

El escritor David Miklos estuvo en la ciudad, invitado al programa GDLee del ayuntamiento de Guadalajara, para ofrecer un seminario sobre literatura erótica. En entrevista habló acerca sus preocupaciones estéticas desde la perspectiva que le brinda la cotidianidad en el país.

¿Qué te incita a escribir narrativa erótica?
Siempre he escrito sobre el origen, y en él está el sexo y la concepción. Me motiva la figura femenina. Desde la primera novela había una carga erótica fuerte y comenzó de manera muy natural, y está presente en todo lo que he escrito.

¿Con ello tratas de entenderte a través de la literatura?
Tiene una carga filosófica y de condición humana. Saber cuál es el peso específico del sexo en esta última. Pero también el aspecto del sexo como tipo de cambio, por la fuerza que tiene en nuestra existencia. Es lo que nos termina desnudando en todos los sentidos.

¿Cuál es la búsqueda de tu escritura?
Dialogar con la realidad. Criticarla desde las muchas aristas literarias que se pueden encarar. Desde el presente con el pasado, y echar luz sobre el futuro. La literatura que más peso tiene es la que es vigente, porque logra ser atemporal y provocar una reflexión, en el devenir cotidiano.

Naciste en Estados Unidos, pero vives en México, ¿cómo te determina esto al escribir?
La idea de irme allá nunca me ha hecho muy feliz, pero sí me gusta viajar y entender esa otra realidad. Tengo un origen múltiple, y antes me fui por un costado, pero recientemente he estado más metido en ello, en esa vida mía que no fue, que tiene que ver con Texas.

¿Los asuntos de la frontera y la seguridad cómo afectan a tu creación?
Hay que usar el ámbito creativo para criticar lo que está ocurriendo en el país. Uno no puede hacerse de la vista gorda, hay que sacarlo a la luz, y el arte puede tener esa función también. Exponer, denunciar, llamar a la reflexión, darle cara a los conflictos, ponerle nombre a los muertos. La estética por la estética no tiene ningún sentido, y menos en un país como éste en un momento como éste.  Realmente la violencia ahí está, no es que se haya recrudecido, pero de repente toca ciertas capas sociales muy sensibles, como el caso de los normalistas, y que no nos deja bien parados como país.

¿Qué tan obligados están los escritores a hacer más visibles estos temas?
No es una obligación, pero si uno tiene una voz, un foro y gente que lo sigue, hay que aprovecharlo para hablar de ciertas cosas y, hasta donde se pueda, provocar la acción; es lo idóneo. Pero cada quien decide cómo y si se involucra con la realidad que lo circuncida y lo contiene.

¿La violencia en México podría forjar una nueva manera de narrar en los escritores del país?
La literatura se hace de la misma manera, pero va influyendo en cómo se dicen las cosas; qué se dice, el lenguaje que se utiliza. Sí va moldeando la forma de relacionarse con el lenguaje, y de entender la carga política que tiene. Es importante encarar estéticamente este momento. En el futuro voltearemos hacia atrás y veremos la injerencia que tuvo esta realidad en lo literario, no en su tipo, sino en la escritura en sí. Ahora es muy prematuro para analizarlo, pero sí tiene mucho peso. Cuando uno vive en un estado de violencia, el lenguaje se violenta; hay miedo, indignación, coraje, y eso tiene que estar ahí. Aunque no se tenga la obligación, nadie es inmune, eso se infiltra emocionalmente.

¿A través del erotismo se puede reflejar intrínsecamente la violencia que viven los mexicanos?
No hay nada más fácilmente violentable que el sexo. Como en los casos de feminicido que tienen una carga sexual muy alta. Pensando en el erotismo como lo planteaba Bataille, es la tensión que hay entre la vida y la muerte; es una línea muy delgada, y cruzar el umbral es algo que sucede continuamente. El sexo pierde su carácter creador, dador de vida, y se vuelve muy destructivo.

Artículo anteriorCuidados de reina
Artículo siguienteDictámenes Núm. IV/2014/158, IV/2014/197 y I/2014/208