Cuando los cineastas toman la pluma

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    Ni Alfred Hitchcock, ni John Ford escribían sus guiones. Sin embargo, nadie duda que su cine sea “cine de autor”. Lo mismo pasa con directores contemporáneos como Michael Gondry o Spike Jonze, quienes casi siempre trabajan con el guionista Charlie Kaufman. Su estilo y su creatividad le han dado el toque original y distintivo a sus obras, pues a pesar de trabajar con el mismo guionista, el cine de Gondry es muy distinto al de Jonze.
    También existe el hecho de que en el cine de autor se le tiene un poco de miedo al guionista, como si el hecho de trabajar con éste, le restara autoría al director. Quizás esta es una de las razones por la que muchos directores han empezado a escribir sus propios guiones. Como también lo es que muchos guionistas cansados de sentirse siempre en el segundo lugar, después del director, ahora quieran dirigir sus propias historias. Sin embargo, no todos los directores saben escribir, como también ocurre que no todos los guionistas saben dirigir, y es que el cine y la escritura son dos lenguajes diferentes.
    Reconocidos escritores de ficción, como Paul Auster o el español Ray Loriga, quienes han incursionado en el cine como guionistas y posteriormente como directores, han decepcionado como realizadores, pues sus películas no han tenido el éxito de ninguno de sus libros. No obstante, Franí§ois Truffaut o Ingmar Bergman, además de reconocidos directores, fueron excelentes guionistas.
    No hay una regla, simplemente hay quienes tienen el talento para realizar las dos cosas, como es el caso de directores como Woody Allen, Pedro Almodóvar o los hermanos Coen, quienes incluso, además de la escritura de guiones, han incursionado también en la literatura.

    Pedro, Patty y otros textos del montón
    Pedro Almodóvar, además de haber publicado varios de sus guiones, también ha hecho lo mismo con algunos cuentos o relatos. El verano pasado cayó en mis manos el libro Patty Diphusa y otros textos, libro de 1991 publicado por el sello Anagrama. El libro está escrito en primera persona por el personaje de Patty Diphusa: “Estrella internacional de fotonovelas porno”, dice en su presentación. Patty es invitada por la revista La Luna a escribir una columna sobre ella y todo lo que le pasa en las calles y antros de Madrid. Durante 95 páginas el director manchego, a través de su protagonista, lleva al lector de tour nocturno por la ciudad, pasando desde las fiestas más sofisticadas a los tugurios más decadentes. Patty Diphusa nunca duerme y por lo mismo parece que la fiesta madrileña se vuelve interminable. Es la misma Patty quien le pone fin al relato al renunciar a la revista, pues está cansada de contarle al mundo lo que hace o deja de hacer. Su salida es triunfal y termina con la misma Patty entrevistando a Pedro Almodóvar en un texto titulado “Yo, Patty, intento conocerme a mí misma a través de mi autor”. Lo primero que le cuestiona es si ella es hombre, mujer o travesti, pues por su forma de actuar podría ser las tres cosas a la vez. Pedro la calma diciéndole que se trata de una mujer. Otro de los reclamos es porque Patty nunca duerme: “¿Por qué no duermo? Hay somníferos que harían roncar a un mastodonte: el Roipnol, por ejemplo; a los yonquis les he oído hablar muy bien del Roipnol”. “Tú no puedes dormir porque para ti el sueño significaría la muerte”, le contesta Pedro. Lo mejor de esta primera parte del libro es el sentido del humor y el lenguaje desenfadado del personaje, que recuerda mucho el tono de las primeras películas de Almodóvar: Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980), así como Laberinto de pasiones (1982), ambas desarrolladas en el contexto de la llamada “Movida madrileña” (movimiento sociocultural que tuvo lugar en Madrid en la década de los ochenta).
    Hasta ahí con Patty Diphusa, los otros textos, son reflexiones y confesiones del director sobre su vida personal y su trabajo. Incluso las últimas páginas son parte de un capítulo titulado “Consejos para llegar a ser un cineasta de fama internacional”.
    Además de Patty Diphusa y otros textos, Almodóvar ha publicado también Fuego en las entrañas (La Cúpula, 1981, relato corto); Cuentos sin cámara (Alfaguara, 1999), conjunto de varios relatos escritos por directores, donde además de Pedro, participan cineastas como Alejandro Amenábar e Isabel Coixet, así como la publicación de varios de sus guiones.
    Es importante señalar que en el caso de Almodóvar los guiones publicados son los originales, los que el realizador escribió antes de filmar la película. Lo menciono porque es común que muchos directores que publican sus guiones lo hacen tal y como quedó lista la película, digamos que los reescriben luego de filmar y quedan exactamente iguales al resultado final del filme, como es el caso de Woody Allen, a quien TusQuets Editores publica sus guiones luego de terminada la cinta. Con los guiones de Pedro no sucede esto. Se puede constatar con la publicación del guión La flor de mi secreto (Plaza y Janés, 1995), donde aparecen varias escenas que fueron eliminadas a la hora de filmar. En el libro vienen secuencias que no aparecen en la película; tampoco se dan a conocer los nombres de los actores, ni mucho menos fotografías del filme, pues es tal cual el ejercicio de la escritura de guión antes de filmar.

    Imaginación neoyorkina sin límite
    Director y escritor de todas sus películas, incluso actor en muchas de éstas, Woody Allen también ha incursionado en el mundo literario con varios libros de relatos y cuentos. Quizá el más memorable es el titulado Cuentos sin plumas, publicado en español por TusQuets Editores en 1988. Este volumen de 401 páginas incluye tres libros de cuentos: Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, Sin plumas y Perfiles, publicados ya en otra colección. La mayoría de los cuentos del primer y tercer libro fueron publicados en el diario The New Yorker.
    Así como en sus películas el sentido del humor tiene un lugar importante, lo mismo pasa con sus relatos, donde vuelve a reflejar sus obsesiones y preocupaciones por la muerte, el sexo, el amor y Dios.
    El director nacido en Brooklyn hace uso de su imaginación todo el tiempo. Tal parece que en la literatura no pone ningún tipo de límite y echa mano de su creatividad con más libertad. No es extraño que en uno de sus cuentos los personajes lleven nombre de enfermedades, como: Diabetes, Hepatitis o Colitis y discutan sobre mitología griega. O bien que en uno de sus libros más recientes Pura anarquía (TusQuets Editores 2007) lleve a juicio a los personajes de Walt Disney, haciendo de éste uno de los cuentos más brillantes y divertidos del director de Manhattan (1979).
    Además de cuentos, Woody Allen también ha publicado obras de teatro y algunos de sus guiones. TusQuets Editores ha sido la encargada de traducir su obra al español, lo que en cierta forma no resulta tan bueno para el mercado latinoamericano, ya que no deja de ser extraño que Woody Allen le diga a Diane Keaton “Venga ya, tía, ¿qué te sucede?”, como ocurre en el guión Misterioso asesinato en Manhattan, por mencionar un ejemplo. Pero así sucede con muchas de las traducciones, por lo que siempre es recomendable leer la obra en el idioma original.

    Los Coen y los antihéroes
    Joel y Ethan Coen siempre han trabajado en equipo en sus películas. En los créditos Joel siempre aparece como el director y Ethan y Joel (en ese orden) como los guionistas. En tercer lugar vuelve aparecer Ethan como productor. Una forma equilibrada de dividirse las funciones y los créditos, pero en realidad los dos hacen de todo: ambos dirigen, escriben y producen.
    Quizás se deba a su carrera de filosofía en la universidad, que Ethan es el hermano Coen que además de escribir para el cine, también lo ha hecho para la literatura desde que era un estudiante. A la fecha sus libros más conocidos y comercializados son: The Drunken Driver has the right of way: poems (reeditado en 2009) y Las puertas del Edén (1998), un libro de relatos que refleja a la perfección el estilo de las películas de los Coen.
    Como era de esperar, Las puertas del Edén presenta una lista de personajes antihéroes. Los cuentos de este libro están protagonizados por hombres perdedores, desesperados, desesperanzados y desgraciados. Seres comunes y corrientes que se ven casi siempre envueltos en situaciones extraordinarias y que en este caso su autor los exprime hasta sacarles la última gota, provocando la carcajada inmediata del lector ante el dolor humano, impregnado del más puro humor negro. Un ejemplo de esto es el cuento que lleva por nombre el título del libro, donde un trabajador de la Oficina de Pesas y Medidas de California pasa las de Caín al multar a una joven de nacionalidad japonesa.
    Al finalizar la lectura de Las puertas del Edén queda la satisfacción de haberse reído junto con el autor, de todos y cada uno de los personajes, como si se hubiera visto cualquier película coeniana.

    Con trayectoria
    Werner Herzog, el director alemán, quien no es la primera vez que escribe o publica un libro, ahora suma a su producción un volumen que reúne los diarios que escribió durante la filmación de una de sus películas más polémicas: Fitzcarraldo (1982). El libro se titula Conquista de lo inútil, en honor a uno de los diálogos de la película. Más que un diario, se trata de los apuntes de un loco y su locura, como el mismo Herzog ha dicho: “Son paisajes interiores, nacidos del delirio de la jungla”. El libro ya fue publicado en Alemania y acaba de publicarse en España por la editorial Blackie Books.
    Otro director con amplia trayectoria en la escritura ha sido el italiano Pier Paolo Pasolini, quien además de guiones escribió varios libros de poesía, ensayo, narrativa y teatro.
    La lista es larga, cada vez son más los directores que escriben y los escritores que dirigen. Tenemos el caso del director Guillermo Del Toro, quien acaba de publicar su primera novela Nocturna (2009), pero que ya había publicado un libro de ensayo sobre Hitchcock y el cuento de Doña Lupe, y eso es bienvenido y se agradece, siempre y cuando no se descuide ninguna de las partes.
    Lo importante es reconocer cuando no se es buen director o no se es buen escritor y dejar que otros hagan el trabajo. Ahí están Michael Gondry o Spike Jonze con su cine de autor, sin haber escrito ninguna de sus películas.

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