Cristóbal Balenciaga

1102

La obra del diseñador español Cristóbal Balenciaga arribó a suelo tapatío para maravillar al público con una restrospectiva cuya curaduría ha sido preparada por Javier González de Durana.

La muestra incluye dieciséis indumentarias procedentes de colecciones privadas y del museo Cristóbal Balenciaga —además de varios pañuelos y sombreros—, complementadas con treinta y una fotografías  de Manuel Outumuro sobre vestimentas diseñadas por el español; trece obras firmadas por prestigiosos pintores mexicanos; más de cincuenta bocetos y dos videos.

A propósito de este evento inédito en Guadalajara, Javier González reconoció la huella dejada por Balenciaga en dos grandes figuras de la sociedad y el cine mexicanos, respectivamente: Gloria Guinness y María Félix.

“Entre los dieciséis vestidos seleccionados hay un compendio bastante completo de la obra de Balenciaga”, explicó durante la rueda de prensa, en la que también participaron Maribel Arteaga Garibay y Laura Ayala Castellanos (directora y coordinadora de Exposiciones y Educación del Museo de las Artes, respectivamente).

Los diseños del contemporáneo de Dior y Channel abarcan todas las tipologías y constituyen valiosos exponentes de la cultura del buen vestir, una noción difícil de vincular a la actual industria de la moda; especialmente las pasarelas, convertidas en lo que el curador define como un “vivero de ideas” y donde se presentan indumentarias no pensadas para ser llevadas por las personas, debido a lo caras o extravangantes que pueden ser.

Balenciaga fue un creador apasionado, que recorría el camino completo de quien nació para realzar la distinción de la mujer a través de sus vestiduras. Diseñaba, medía, entallaba y cosía, viendo gracia y belleza donde sus competidores del diseño no la hubiesen buscado jamás. Así, sus prendas iban más allá de la línea curva evidente en caderas, cintura y busto, para buscar la sensualidad del cuello femenino, las muñecas, los hombros.

Su obra toda, pero particularmente aquella realizada entre las décadas de 1950 y 1960, son un compendio del arte antes y durante la época que le tocó vivir. Hay entre sus creaciones piezas de aliento goyesco, o influenciadas por las artes visuales japonesas que hicieron furor desde mediados del siglo XIX, o las que reflejan la libertad y espontaneidad del informalismo.

Su vocación artesanal lo llevaba a construir el vestido sobre el propio cuerpo de la modelo. Donde Channel y Dior eran ceñidos, Balenciaga apostaba por los volúmenes. Como diseñador, apunta Javier González, “liberó el cuerpo de la mujer de la necesidad de ser perfecto”.

Artículo anteriorHomenaje luctuoso Arq. Jorge Enrique Zambrano Villa, rector de la UdeG
Artículo siguienteGuerra vs. drogas