Crimen y consumo

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La votación de la llamada propuesta 19 para legalizar el consumo de marihuana en California, Estados Unidos, reavivó el interés sobre este tema en México. Hace una semana organizaciones no gubernamentales e intelectuales mexicanos propusieron debatir la despenalización de algunas drogas con el gobierno y las fuerzas de la oposición, en el marco de los foros que el presidente Felipe Calderón convocó para buscar soluciones a la violencia generada en el país por los cárteles.
El primer mandatario rechazó tajantemente la propuesta, por considerar que legalizar la droga en México no sería la solución para acabar con el narcotráfico, si no se adoptan medidas similares en otros países o por lo menos en Estados Unidos. Los argumentos de la oposición a favor de la legalización, como el que se debilitaría el poder de los cárteles, se enfrentaron al conservadurismo del gobierno, que a pesar del evidente fracaso de las estrategias implementadas hasta el momento, sigue en su postura de enfrentamiento abierto con los narcos.
Sin embargo, el debate continua, tanto a nivel político, social como académico. Por lo pronto, entre prohibicionismo y progresismo, penalización y legalización, los que ganan son los cárteles, y la sociedad es la que pierde. Los más de 28 mil muertos por la guerra en contra del narcotráfico en lo que va del sexenio, constituyen el testimonio más vivo.
En el debate sobre la legalización de las drogas hay una cuestión primordial de fondo que resulta necesario abordar: distinguir el consumo del narcotráfico, es decir, establecer diferencias entre consumidor y delincuente, que marcan dos ámbitos de intervención complementares pero distintos: la salud y la seguridad pública.
“El tema de la legalización implica consumo, tráfico y violencia”, explicó Silvia López González, investigadora de la División de Estudios Jurídicos, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades. “Habría que empezar a separar el que consume la droga del que trafica, y que crea violencia”.
En México existe un problema grande de drogadicción. La Procuraduría General de la República estima que en el comercio menor se distribuyen 78 toneladas de estupefacientes al año, a través de 30 mil puntos de venta en todo el país. Con esta cantidad de droga, la PGR calcula que se pueden hacer mil 92 millones de dosis mínimas diarias, que proveerían a 598 mil adictos.
“Este es un problema de salud pública, que nada tiene que ver con la delincuencia y las cifras del narcotráfico, que tanto nos espantan”, comentó al respecto López González. En este sentido, siempre de acuerdo con la PGR, de 13 mil 333 personas capturadas al año por delitos contra la salud, el 98 por ciento son distribuidores al menudeo y consumidores.
“Solamente el dos por ciento tiene que ver con sicarios o cárteles que significan un peligro de violencia para nuestra sociedad”, dijo la académica, quien agregó que “es muy importante planear qué estrategias y qué políticas pueden implementarse para combatir un problema, que es sobre todo de salud pública, que luego se convierte en un problema de seguridad pública”.
Agregó que “la legalización sería la solución para terminar con la grave problemática de los cárteles de la droga, porque legalizaría un negocio que actualmente ampara una gran empresa”. Según la PGR y la DEA, el tráfico de droga representa para los grupos de la delincuencia organizada en México, el principal generador de dinero ilícito, con un ingreso anual de 13 mil millones de dólares.

Posturas políticamente correctas

Wendy Aceves Velázquez
En una sociedad conservadora como la mexicana, los gobiernos basan sus posturas y decisiones en lo que no resulte escandaloso y sea políticamente correcto, como sucedió en el caso de los matrimonios y las adopciones entre homosexuales y actualmente con el tema de la legalización de la mariguana.
El gobierno federal criticó su posible legitimación y señaló como absurdo el uso medicinal de esta planta.
Para el doctor Andrés Valdez Zepeda, investigador del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA), la postura del gobierno consiste en estar a favor de lo que opine la mayoría de la sociedad. De esta manera, sumaría puntos ante la fallida guerra contra el narcotráfico, que ha dejado como saldo más de 10 mil ejecutados en el país tan solo en 2010.
En cambio, las decisiones que van en contra de lo que opina la mayor parte de la sociedad, son más comunes en gobiernos progresistas. “Tienen una visión más de avanzada. Los gobiernos más conservadores, gobiernos más retrógradas y derechistas, generalmente se oponen a este tipo de iniciativas y de políticas”.
Sin dar una postura a favor o en contra, señaló que es necesario replantear una discusión del problema. Sin embargo, desde el punto de vista político, la legalización de las drogas es un tema tabú con significado electoral. “Los temas centrales de campaña tienen que ver con explotar el conservadurismo de la gente, con temas tabú, para obtener una ventaja política”.
Valdez Zepeda insistió en la necesidad de que se abra un debate a escala nacional, que analice las ventajas y desventajas. “Cuando hay algo prohibido, generan tentación e incentivos para una mayor corrupción gubernamental”.
Las ganancias de la droga
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), las ganancias de la venta de droga en el mundo, son de 72 mil millones de dólares al año, los cuales se quedan en su mayoría en Estados Unidos, Canadá y Europa.
Para el doctor Adrián Acosta Silva, jefe del Departamento de Políticas Públicas, de la UdeG, el costo económico de no regular las drogas es alto para países como México. “Estoy convencido que avanzar hacia la legalización permitiría regular este mercado, generar impuestos y además bajar los índices dramáticos de violencia”. Citó que los impuestos pudieran dedicarse a prevenir o atender problemas relacionados con su consumo.
“Las ganancias del narco se reducirían en miles de millones de dólares. Para una economía como la mexicana, no es despreciable pensar en la regulación de este mercado, con los riesgos que trae consigo, como los efectos en términos de comercio con el mercado norteamericano, con Sudamérica y Centroamérica”.
Agregó que la legalización de la marihuana en California no hubiera significado el principio del fin de la guerra contra el narcotráfico en México. “El problema de fondo que le toca a Estados Unidos y a México, es el de avanzar hacia un marco más civilizado en torno al consumo y distribución de las drogas. Lo que hemos hecho en México es llevar el prohibicionismo hasta el nivel de la guerra contra el narcotráfico, estrategia que no ha tenido buenos resultados y tampoco tiene factibilidad en el mediano y largo plazo”.
El investigador del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas ejemplificó que Holanda, en 1976 y Portugal, en 2001, legalizaron la marihuana y han tenido efectos positivos económicos y en cuanto a la disminución del nivel de consumo.

Drogas lícitas o ilícitas

Eduardo Carrillo
México no está preparado para legalizar las drogas ilícitas, puesto que aún no puede controlar las lícitas. Además, la ciudadanía carece de información sobre las implicaciones de su uso y abuso, tanto en lo individual como en lo colectivo.
Antes que pensar en tales iniciativas, es vital solucionar problemas de salud, economía, entre otros, consideró el estudioso del Departamento de Salud Pública, del Centro Universitario de Ciencias de la Salud, Carlos González Romero, quien agregó: “ha costado trabajo controlar el uso del tabaco y el alcohol” y un mayor problema implicaría sumar otras sustancias.
El investigador del Instituto de Neurociencias, del CUCBA, Jorge Juárez González, apuntó: “es una decisión que no se puede tomar a la ligera, porque no se están contemplando una serie de factores implícitos”. México, si no es que todos los países, deben educar en estos temas.
El consumo de drogas tiene muchas implicaciones. Por ejemplo, a nivel del sistema nervioso central, afecta cuestiones cognoscitivas en el individuo y su desempeño familiar, escolar y laboral. Quien se droga suele emplear varias sustancias. Todo esto ocasiona, a corto plazo, deterioro social y familiar.
“Cuando la sociedad no está preparada para dar una apertura de esta naturaleza, podemos llegar a tocar fondo, con riesgo para la salud de una gran parte de la población, puesto que no solo tiene repercusiones en los consumidores”, dijo Juárez González, quien concluyó: es necesario emprender campañas de información y educación familiar y escolar. Para ello se requiere acabar con problemas como el hambre y las carencias económicas, a fin de incidir mejor en la formación de los individuos.

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