Carlos Alberto Ponce Velasco

1194

Escribir el Predominio ilusorio fue para el escritor Carlos Alberto Ponce Velasco, acreedor al Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, una válvula de escape de su realidad personal y de la violencia que se vivía en el país.

En el lapso de un año y cuatro meses realizó ésta primera novela: “Empecé a escribirla en agosto 2012, en plena mudanza, estaba empacando mis objetos personales cuando decidí tomar un respiro. Mi plan inicial era terminar un cuento largo de corte realista. Terminé el primer capítulo, pero no pude concluir, entonces dejé a un lado la historia y continué al día siguiente”.

En ese periodo, Carlos Ponce, quien actualmente estudia la maestría en Lingüística Aplicada en la Universidad de Guadalajara, buscaba trabajo y tenía estrés. Como le gustaba la creación literaria contactó con el escritor Mario Heredia. “Para mí, salirme de la realidad a través de la escritura fue una maravilla, me gustaba escapar a este universo que estaba creando y a la vez creándose solo”.

La novela, de corte fantástico, que terminó en diciembre de 2013, fue tomando paulatinamente su curso y respondiendo a las necesidades generadas por la propia historia a través de las lecturas que hacía el autor, las películas que veía y su realidad.

El Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, es convocado por el Gobierno de Chiapas, a través del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes.

¿Cuál es la trama de la novela?
Trata de un hombre que a través de un laberinto que une a Varsovia con Guadalajara encuentra quién es y el lugar que ocupa en un mundo que no es el real. Todo comienza cuando sale de un bar y desaparece la calle donde había estacionado su carro y el universo comienza a cambiar.

¿Cuáles fueron algunas de las influencias que tuvo para escribirla?
Mi historia rinde homenaje a la novela El maestro y Margarita, de Mijaíl Bulgákov, cuya prosa desde la construcción del mundo fantástico y de la ruptura de la realidad me fascinó. En mi novela aparece un gato negro, en honor a uno de los personajes de Bulgákov, llamado Beguemot. Además, rindo tributo a la película Insaciabilidad, del director Wiktor Grodecki, al basarme en la parte visual, el manejo de los colores, el absurdo, lo grotesco y la combinación onírica entre sueño y fantasía que se van entretejiendo.

¿Cómo definiría lo onírico?
Cuando se habla de lo fantástico y onírico se hace referencia a dos planos de la realidad en el que uno se sobrepone al otro. Lo onírico sería una realidad interna, que coexiste con una realidad externa, que es muy palpable en cuentos como los de Jorge Luis Borges en los que el lector es el que tiene que decidir si lo que sucede pasa en la realidad del personaje, en su mente o la de un tercer elemento que tiene que ser descubierto. En uno de sus cuentos “Las ruinas circulares”, se narra la historia de un hombre que llega a unas ruinas y a través del sueño crea a otro hombre, que hace exactamente lo mismo. En el texto puede percibirse cómo se dibujan estas fronteras de lo que es real y lo que no lo es, lo que es real para uno es sueño para el otro, pero hay un plano que para el personaje inicial es la realidad en la que vive. La novela realista tiene este plano, pero no lo contrapone con otro, intenta hacer una descripción o insinuación más fiel a la realidad.

¿Cómo hacer creíble para el lector una novela que tiene elementos fantásticos?
Crear un mundo donde uno pueda llegar a tener un contrato de verosimilitud con el lector es bastante complicado. El primer paso es dejar de ver este universo como una creación y convencernos de que existe. Yo me creí mi historia. Si el escritor no lo hace entra en conflicto, porque el escritor es un gran mentiroso y uno bueno se cree sus mentiras. Ahora, cómo hacerlo, dependerá del estilo y de las técnicas que cada uno desarrolle. La sutileza es uno de los elementos para lograr la credibilidad, hay que hacer sugerencias, de manera que el lector las descubra. La lógica se va dando sola si uno sabe escuchar su novela.

¿Qué tanto se ve reflejada la realidad del país en su novela?
De ninguna manera. Cuando la escribí yo tenía una postura muy radical de no reflejarla, de hacer una obra socialmente inconsciente. Yo necesitaba eso ante la realidad agresiva del país. Mi historia podría transcurrir en cualquier época y espacio.

Artículo anteriorLa gacetita – Letras para Volar
Artículo siguienteInformes sobre la situación económica, las finanzas públicas y la deuda pública