Disminuir las violencias que enfrentan las mujeres pasa por la sensibilización para que puedan identificar cuando están siendo víctimas de alguna conducta agresiva; pero también de hacer conscientes a los victimarios acerca de dichas conductas mediante diversas herramientas; así lo aseguró Margarita Rodríguez, quien se desempeñó como responsable de la Unidad de Cuidados del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de esta Casa de Estudio.

Una de esas herramientas es el “violentómetro”, un instrumento gráfico parecido a una regla, creado en 2009 por la investigadora mexicana Martha Alicia Tronco, y que es conocido por alertar a las víctimas sobre la escala de violencia que pueden enfrentar y su relación con ciertas conductas. 

“Permitía a las mujeres ser conscientes de este ciclo y de este aumento de la violencia y su normalización. Identificar si estabas en ello con frases como, ‘Me hace bromas hirientes’, ‘Me chantajea’, ‘Me miente’, ‘Me ignora’ y, a partir de eso, romper con esa conducta”, explicó. 

Pero Rodríguez, maestra en innovación educativa y educadora social, realizó una innovación a esta herramienta que reside en reinterpretar esta escala y hacer visible la cara opuesta de la violencia, escrita en primera persona y que, por primera vez, confronta directamente al varón que ejerce la violencia.

“Yo dije, ‘¿Qué pasa con los varones, con los hombres?, ¿por qué no les estamos interpelando o por qué no se trabaja con ellos?’. Pensé en darle la vuelta y lo convertí en un formato separador de páginas que permita estos dos lados, como dos versiones; entonces, por un lado, se mantiene la interpelación a la víctima, pero por el otro lado está en primera persona. Es decir, es violencia si hago bromas hirientes, chantajeo, engaño, infundo miedo y demás”, detalló. 

Este proyecto surgió cuando Rodríguez trabajaba en el Programa de intervención educativa, juventudes y género del Sistema de Educación Media Superior (SEMS) y se amplió con la colaboración con el Instituto Transdisciplinar en Literacidad (Itrali) que lo popularizó durante las actividades para conmemorar el 25 de noviembre –Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer– y donde participaron la Colectiva Hilos y la escritora Cristina Rivera Garza.

La importancia de esta segunda versión, dirigida a la persona victimaria, radica en el cambio de enfoque en la prevención de la violencia de género, puesto que el trabajo institucional ha estado excesivamente dirigido a la prevención y atención de mujeres víctimas, pero no a ellos. 

“Hay que disminuir y trabajar para prevenir la violencia. Con este violentómetro trabajamos con adolescentes de preparatoria, pero puede ser para personas de cualquier edad y nos permite hacer el llamado para decir que no están solos y que acudan con profesionales también, que la violencia no es normal y que ésta va en aumento. Lo que son normales en la convivencia son los conflictos, pero no la violencia y menos que se naturalice o que se normalice hasta que llegue a los feminicidios”, subrayó. 

Cuando Rodríguez pensó en hacer esta herramienta vivió cierta resistencia ante la idea de interpelar directamente a los estudiantes para que reconocieran su violencia; sin embargo, se mantuvo firme en que debe ser una herramienta de auto-educación.

Quienes deseen obtener un ejemplar físico de esta edición del violentómetro pueden acercarse a la Coordinación de Cuidados o al Centro de Estudios de Género del CUCSH, o en el Instituto Transdisciplinar de Literacidad (Itrali).

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