Prácticamente ya toda la cuenca del Río Atemajac en Zapopan está urbanizada, pero justo a la altura de avenida Inglaterra y la calle El Tule, a un costado de las vías del tren, hay una cañada con mucha vegetación por donde corre el agua e incluso hay un gran manantial que se puede ver en el mapa de Google.

Dicho espacio remanente de vegetación y agua de más de 11.8 hectáreas es catalogado como área de reserva urbana de corto plazo en el mapa de los Planes Parciales de Desarrollo, que el municipio de Zapopan publicó este 1 de noviembre de 2023.

Esto significa que la edificación en este último espacio natural será inminente. Además, aunque el trazo en el mapa del plan de desarrollo sí tiene en cuenta la vena principal del Río Atemajac, proveniente de la zona de El Bajío, sí está eliminado el segundo afluente que se encuentra en la misma cañada.

A decir de José Arturo Gleason Espíndola, especialista en temas del agua y académico del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD), la urbanización desmedida intensificará los estragos en zonas bajas, como las que se viven cada temporal en avenida Patria, desde Andares hasta Federalismo.

“Ya está pasando, el agua está entrando a los edificios y se va al drenaje. Esa agua (la de la cuenca de Atemajac) alimenta a muchos pozos que llegan a la colonia Providencia o a los mismos manantiales de Colomos, esa agua viene desde La Primavera”.

“Entonces los manantiales se van a secar, ya no va a haber agua para las personas que las abastecen. A lo que se le están apostando es a que se sequen los manantiales”, dijo.

Explicó que esto ocurre debido a que se pierden las áreas naturales de infiltración. De hecho, el polígono urbano “ZPN-5 Vallarta-Patria”, por donde corren los afluentes que nutren al Río Atemajac, ha perdido terreno natural con la creación de zonas habitacionales e incluso la apertura de la prolongación de la avenida Juan Palomar Arias, con la que arrasó las cañadas por donde pasaban los arroyos.

Luis Valdivia Ornelas, investigador jubilado del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), explicó que los manantiales del Bosque Los Colomos “aportan agua a unos 20 mil habitantes de las colonias San Javier, Lomas del Valles y Providencia”.

También mencionó que es importante mantener espacios naturales no intervenidos alrededor de los ríos, porque “se regulan las condiciones del microclima, se siente menos el contraste con altas temperaturas, es más agradable a la vista y esas urgencias de agua hacen que las condiciones sean más verdes”.

“Desafortunadamente los manantiales en Guadalajara se fueron perdiendo y ahora tenemos el 20 por ciento de los manantiales que había el siglo pasado”, expresó Valdivia Ornelas.

Gleason Espíndola mencionó que en el Área Metropolitana de Guadalajara se tienen contados tan solo 30 manantiales.

Desarrollos inmobiliarios inciden en inundaciones en la cuenca del Atemajac

En un informe realizado por Infraestructura Hidráulica y Servicios, SA de CV, para la Comisión Estatal del Agua (CEA) en 2015 se informa que la urbanización de la cuenca de Atemajac “ha aumentado tres veces la cantidad de agua que ahora escurre por las calles, por lo que el cauce natural ya no tiene capacidad para conducir el agua de lluvia”.

Esto provocó que “el escurrimiento natural, que era de 194 milímetros cúbicos por segundo se incrementó 2.5 veces, para llegar a 485 milímetros cúbicos por segundo”.

Tanto en el Mapa Georreferenciado de Inundaciones del CUCSH, como en el Mapa Único de Inundaciones del IMEPLAN, están registrados decenas de puntos donde el agua crece a niveles que van desde los 10 centímetros hasta los 3.3 metros a lo largo del canal de avenida Patria, desde Plaza Andares, pasando por Colomos, Plaza Patria, avenida de la Presa, Enrique Díaz de León, Federalismo y hasta Periférico Norte. Allá el Río Atemajac llega a la Barranca de Huentitán para unirse con el Río San Juan de Dios y luego con el Río Santiago.

Uno de los puntos de inundación que destacan es el que se encuentra sobre avenida Juan Palomar y Arias y avenida Universidad, justo donde cruza el río, las cañadas lucen desmontadas y se están cimentando terrenos para nuevas construcciones.

Para contrarrestar los efectos de la impermeabilización que trae la urbanización, Gleason Espíndola sugiere “la implementación de estructuras de infiltración, sólo y si el suelo lo permite, como jardines de lluvia, trincheras filtrantes, canales empastados, concreto permeable, pozos de infiltración”.

“Hay una cartera de opciones que menciono en el libro Captación y aprovechamiento de agua de lluvia, de la editorial Trillas, en donde de acuerdo al contexto y a la viabilidad técnica del lugar se pueden escoger algunas de esas acciones para infiltrar el agua”, dijo.

Este año, las inundaciones del temporal cobraron la vida de dos personas que quedaron atrapadas en su automóvil en el paso a desnivel de avenida Central Guillermo González Camarena y Periférico Poniente. Dicha infraestructura vial se construyó justo en el paso de uno de los afluentes que alimenta al Arroyo de la Campana, que kilómetros adelante nutre al Río Atemajac.

Artículo anteriorUniversitarios y universitarias reconocidos con “Ya llegamos y no nos vamos” 2023″
Artículo siguienteCartón Jis