Un problema sin salida

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La salida de Grecia de la Unión Europea (UE) no es viable debido a que pone en jaque la estabilidad económica de los otros 27 países que forman parte de la región, advirtió el embajador Hermilo López Bassols, especialista en política internacional y egresado de la Universidad de Guadalajara.

López Bassols, experto en derecho internacional y miembro del servicio exterior mexicano, afirmó que la única salida es que Grecia pueda reestructurar su deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE), y dijo que la solución de fondo radica en un cambio en el sistema económico que rige a esos países.

“A Europa le conviene esta crisis, pero Grecia no saldrá de la eurozona. Lo que va a ocurrir es que se reestructure la deuda y le den un respiro al pueblo griego; en general fueron tolerantes con Irlanda, Francia y España, y tendrían que serlo con los griegos aunque representa 0.3 por ciento de la economía europea. Aquí no se trata de ahogarlos ni de un cambio de gobierno, sino del sistema económico”, subrayó.

Grecia atraviesa una de sus peores crisis por la elevada deuda pública adquirida en los últimos años, que asciende a más de 12 por ciento de su Producto Interno Bruto, y que lo tiene en bancarrota. En 2011 había caído en insolvencia económica, por lo que tuvo que crear nuevos impuestos y medidas de austeridad para proteger a los más pobres.

Uno de los múltiples factores para ese sobre-endeudamiento fue el capital invertido en infraestructura y estadios para la realización de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004; desde entonces, el país “se desbocó en créditos” y ahora sus acreedores exigen un pago que no puede cumplir, explicó López Bassols.

“El gobierno griego ha tratado de ser flexible, pero no puede acceder a las peticiones del FMI y el BCE. Es imposible, no va a poder pagar la deuda, mucho menos en los tiempos en que el imperio trata de asfixiarlo”, resaltó.

El primer ministro griego Alex Tsipras negocia una restructuración de la deuda con el FMI y el BCE, que buscan imponer más medidas de austeridad y un reajuste en la edad de las pensiones, que afectarían directamente a la población.

Mientras, la población enfrenta un “corralito” impuesto por el gobierno para evitar fuga de capitales y con el que suspendió el funcionamiento de los bancos.

Este escenario ya lo vivió Argentina en la crisis del año 2000 y, de acuerdo con Bassols, pueden vivirlo otros pueblos latinoamericanos en poco tiempo.

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