Un pequeño latido palpita en Ocota de la Sierra

Esta conmovedora experiencia se convirtió en la cúspide de este sentimiento de satisfacción por llevar las jornadas #NosLateServir al Norte de Jalisco

El canto de los gallos anunciaba el nuevo día, y con el frío de las 5:30 de la mañana calando y todavía a oscuras, las y los brigadistas de #NosLateServir empezaron a levantar el campamento y estar listos, con todo y mochilas, para abordar los vehículos a las 06:00 en punto. Nos dirigimos hacía el Domo de la Comunidad Wixárika de Mesa del Tirador, en donde nuestras y nuestros estudiantes de la Licenciatura en Educación Indígena del CUNorte ya nos esperaban con una olla de atole de avena bien caliente y una hielera de gorditas de chilorio con frijoles para “alimentar a los hambrientos”, antes de partir con rumbo a la Comunidad de Ocota de la Sierra.

Salimos de Mesa del Tirador con los primeros haces de luz que, rayando en el horizonte, anunciaban el amanecer. Después de más de hora y media de recorrer los agrestes y abruptos caminos de la Sierra Madre Occidental en el Norte de Jalisco, llegamos a Ocota de la Sierra, sin imaginar que la vida nos tenía reservado un gran acontecimiento.

Habíamos iniciado ya los trabajos de la brigada, el domo de la comunidad estaba repleto de personas esperando ser atendidas y con una gran afluencia, pues no dejaban de llegar.

Daban las 10:30 horas del día cuando la doctora Guillermina Muñoz me comentó que nos buscaban del Centro de Salud Comunitario para pedirnos asistencia médica y apoyo, pues una joven de la comunidad estaba en trabajo de parto y al parecer acusaba preeclampsia, lo que hacía que la situación pudiera tornarse de delicada a grave.

Nos pedían que la doctora valorara a la paciente y, en caso de ser necesario, trasladarla al hospital del municipio de Puente de Camotlán, Nayarit, lo que implicaba un recorrido de más de dos horas, tres cuartas partes del trayecto por los caminos de la sierra. La doctora Guillermina me dijo que ya les había dicho que sí, porque sabía que mi respuesta iba a ser esa misma.

De entre las y los pasantes de medicina que colaboran como brigadistas, la doctora seleccionó al joven Germán Delgado; difícil decisión, considerando que todas y todos tienen la formación y capacidad y a sabiendas de su disposición para colaborar en esta maravillosa aventura.

Montamos en uno de los vehículos del CUNorte, la doctora Guillermina Muñoz, el pasante de medicina Germán Delgado, el maestro. Álvaro Fernández y como conductor quien esto escribe.

Llegamos al Centro de Salud y Guille y Germán (los refiero así de cariño), pasaron a valorar a la paciente, para después regresar a donde les esperábamos, para deliberar opciones. Consideramos varios escenarios: mover a la joven a Puente de Camotlán sin la seguridad de que allá tuvieran las condiciones para recibirla en el hospital; viajar hasta Tuxpan de Bolaños, en donde habitualmente se encuentra la ambulancia del Centro de Salud y que la trasladaran de una vez hasta el Hospital de Colotlán. De no estar disponible la ambulancia, seríamos nosotros quienes la lleváramos a Colotlán. En cualquiera de estas últimas dos posibilidades, se trataba de un trayecto de cuando menos 6 horas.

Finalmente, la doctora Guille Muñoz y Germán, decidieron primero aplicar un medicamento para controlar la presión arterial y esperar unos minutos para ver cómo respondía la paciente, ya que el trabajo de parto y la dilatación eran incipientes.

Así lo hicieron y todos esperamos a ver qué procedía hacer. Pasados diez minutos advirtieron que la presión arterial se había normalizado y que la dilatación había aumentado considerablemente, por lo que en ese momento decidieron que el parto lo atenderían ahí mismo, pues si nos movíamos con la paciente, seguramente el alumbramiento sería durante el trayecto.

Se lavaron las manos, se “enguantaron” y con el apoyo y colaboración del personal de enfermería del Centro de Salud y la presencia de una partera de la comunidad y del angustiado esposo, con gran determinación y voluntad, se dispusieron a recibir en sus manos una nueva vida.

Álvaro, Guillermo Aguilar, quien para entonces ya se había sumado a la espera de lo que se ofreciera conseguir, y yo, esperábamos atentos por si era necesario apoyo en caso de una emergencia. Al filo de las 12:30 horas de ese viernes 26 de enero, el llanto de la recién nacida rompió el silencio y puso fin a la espera. Llanto con el que la pequeña de 3.2 kg de peso llenó por primera vez de aire sus pequeños pulmones, como reclamando su lugar en este mundo y en su comunidad. Todos celebramos el nacimiento y la noticia de que la joven madre y la hija estaban en perfecto estado de salud.

Esta conmovedora experiencia se convirtió en la cúspide de este sentimiento de satisfacción por llevar las jornadas #NosLateServir al Norte de Jalisco, acercando servicios de salud a quienes difícilmente tienen acceso a ellos. La valiente y responsable decisión que en Ocota tomaron la doctora Guille y el pasante Germán, de ayudar a traer a la vida a una pequeña wixárika, confirma la grandeza de nuestra benemérita Alma Mater, la Universidad de Guadalajara, motivo para conmoverse profundamente y al mismo tiempo congratularse. Por ello, como un modesto, pero sentido homenaje, comparto con esta nota dicho acontecimiento.

Antes de retirarnos del Centro de Salud, pasé a felicitar a la joven madre y además le pregunté que cómo pensaban llamar a la recién nacida, a lo que me respondió que Yaritzia. Le dije que por qué no Yaritzia Guillermina, por la doctora que le había asistido durante el parto y había realizado la primera auscultación de la pequeña. Sonrió y dijo que estaría bien. Veremos qué es lo que deciden ella y el padre de la niña.

Con este nacimiento, celebramos la vida y el gran corazón de léon que nos une en un solo latido. Esperamos que la luz de Yaritzia sea muestra de la esperanza que la Universidad de Guadalajara lleva a todos los rincones de Jalisco.

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