Sara Uribe

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Antígona González (Sur+, 2012),  según la voz de su autora, es una historia a muchas voces. Es, en estricto sentido, la apropiación de varios testimonios e historias que sufren los hombres y las mujeres en la frontera de México al buscar los cuerpos de sus familiares desaparecidos. Tamaulipas como un estado de guerra. Es un libro con pedazos de historias, fragmentos de voces yuxtapuestos.

Sara Uribe (Querétaro, 1978) radica en Tampico, Tamaulipas, desde 1996. Allí se ha enfrentado a un clima de violencia que no es un secreto para nadie. En su labor como mujer que escribe poesía ha decidido acercarse a este tema con técnicas de escritura definidos como conceptuales, en los que apropia testimonios, titulares de notas y la Antígona de Sófocles en la historia de alguien que busca un cuerpo desaparecido. Esta historia fue inicialmente ideada para una obra de teatro, pero cobró un sentido distinto para Sara, del cual su poesía se influenció directamente.

“Quizá lo que a mí me detonó el hecho de empezar a escribir sobre ese tema fue el descubrimiento en abril del 2011 de las fosas de San Fernando, eso aunado a que había ayudado a un par de amigas en el proyecto Menos días aquí en Twitter, contando muertos para hacer una memoria de los muertos no oficiales; esta experiencia fue primordial para decidirme a escribir esto, definitivamente no fue fácil, estuve leyendo, durante mucho, de casos terribles para escoger los balazos que aparecen en el libro, estar leyendo sobre muertes violentas la verdad sí te deprime mucho, sientes mucha tristeza y rabia y coraje, de estos temas en particular sí creo que hay un proceso de investigación donde uno tiene que enfrentarse a los hechos, y sentirlos y vivirlos”. cuenta con respecto a los procesos técnicos de escribir en este país sobre un tema tan delicado como la violencia.

El libro de Antígona, con este tema tan presente en el cotidiano mexicano, enfrenta varios retos, como el trato directo con los casos de desapariciones en la frontera. A la pregunta de si será la poesía el arma ideal, con el suficiente tacto, mesura y verdad para hablar de esto, Sara Uribe contesta: “Sí, es muy difícil, hay que contener un poco todo ese dolor y sentimientos, porque si no aquello que escribes, aquel texto, se vuelve una desgarradura, y tiene que haber algo que lo sostenga para que no se rompa, fue difícil en el sentido de saber que es una realidad, que lo que estaba escribiendo no es una ficción y además lo estaba viviendo. Estar pensando en esas cosas me provocaba miedo. Me provocaba estar más que consciente de los peligros que corremos al vivir aquí, fue un proceso de sentimientos encontrados. A mí el acto de escribir poesía me parece gozoso, pero el tema en sí es doloroso. Es un poco como esquizofrénico en ese sentido, pero la verdad es que fue un proyecto que me llevó casi dos años, y creo que cambió en mucho mi manera de pensar la poesía”.

Además de Antígona, Sara ha publicado un poemario con la editorial Tierra Adentro, llamado Siam. Actualmente se encuentra en el proceso de edición y publicación de otros dos libros, Dispositivos y Autopartes, una recopilación de titulares y pedazos de la nota roja de dos estados en situaciones inmersas en la violencia, que busca hacer un panorama sobre el lenguaje y la gravedad de este en asuntos sobre muerte, homicidios, desapariciones, etc.

“No puedo hablar de otra cosa, ¿de qué otra cosa podríamos hablar?, hasta antes de toda la violencia, de que todos estos hitos nos marcaran, pues igual podías leer poemas de flores o de pájaros, pero ahora no puedes hablar de eso, no podemos seguir escribiendo de esto”. Para ella, tocar estos temas con la escritura es un deber primordial. Admite que hay miedo, ansiedad y desazón al acercarse tanto a esto, pero denota una clara postura ante su responsabilidad como poeta de criticar y cuestionar la situación deplorable de México. “Sí creo que hay que seguir escribiendo y que la escritura tiene que ver con una postura crítica. Un libro, al criticar, al desestabilizar, al cuestionar ayuda a detener las balas, puede formar una sociedad más crítica, una sociedad que se pregunte, que reclame, y en ese sentido pues construir otra realidad, otra alternativa. Creo que no se puede hacer otra cosa más que seguir escribiendo”.

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