jueves, noviembre 27, 2025
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Rugido UDG: la oportunidad de que los sueños respiren

Más que un concurso, esta iniciativa universitaria es un espacio para que muchos y muchas estudiantes de cualquier carrera puedan por unos días poner en primer lugar su verdadera pasión: el arte

Fotografía: Edgar Campechano Espinoza

El pasado 11 de noviembre, en la Sala 2 del Conjunto Santander de Artes Escénicas, se llevó a cabo la primera fase de semifinales del concurso de talento universitario Rugido UDG. La emoción e incertidumbre de padres, maestros, compañeros, amigos y, por supuesto, de los participantes, se notaba en las respiraciones profundas; los pulmones necesitaban expandirse de más para contener los nervios.

La conmoción y los gritos sin miedo de quedar afónicos invadieron la sala. Gritos en los que se escuchaba el desgarro de la garganta, pero también del corazón por tanta emoción. Las y los estudiantes estaban llenos de orgullo por su centro y los compañeros que los representaban. Desde la parte de atrás del auditorio se oía fuerte y claro: “¡Prepa Tepa!”, en un ritmo cantadito de porra.

Mientras tanto, ellos y ellas, bachilleres, ingenieros, licenciados y enfermeras se preparaban para la función.

Un vestido rojo deslumbrante apareció para abrir el evento cantando un clásico: «Sabor a mí». Desde mi asiento reconocí esa sensación tan familiar: querer salir corriendo del escenario en cuanto ves al público, pero no querer bajarte jamás cuando la música comienza a fluir.

Conforme avanzaba el tiempo y las presentaciones, se apreciaba la confianza y el paso firme de un buen comienzo, con frentes tan en alto que casi tocan el techo, pero también los temblores de un mal inicio, seguido de errores que nadie nota excepto quien los comete.

Al terminar este primer día de semifinales conocí a Vane Yireh, una estudiante de primer semestre de la carrera de Relaciones Públicas y Comunicación de CUCEA. Ella forma parte de un grupo de mariachi y su sueño es ser cantante y compositora profesional. “Tuve que faltar a unas cuantas clases para poder presentarme aquí, fui adelantando tareas todo el fin de semana para no retrasarme tanto”, señaló, reconociendo que cuando uno ama lo que hace, vale la pena el esfuerzo.

A la mañana siguiente, a las 8:30, los pasillos del mismo recinto vibraban otra vez. Tras bambalinas se escuchaban vocalizaciones, respiraciones controladas, risas nerviosas, instrumentos afinándose y mil emociones contenidas o redireccionadas, con el clásico “No son nervios, es emoción”.

En mi recorrido por los camerinos conocí a César Sosa, un estudiante de octavo semestre de Ingeniería en Comunicaciones de Electrónica, quien, si pudiera combinar su pasión por la música y su carrera, diseñaría una línea de micrófonos. El ingeniero de CUCEI que canta y compone tiene el sueño de dedicarse a la música. “Quiero terminar mi carrera, pero mi parte musical todavía está ahí, no la podría sacar tan fácil de mi vida”, dijo con una media sonrisa. Y entonces me pregunté: ¿por qué tenemos que elegir? ¿Por qué el arte siempre parece estar en este dilema?

Yadira Durán Rodríguez, estudiante de la Preparatoria Regional de Tepa, lo expresó tal cual lo sentimos los que hemos tenido que decidir entre algo “seguro” y un sueño:

“Hablando subjetivamente, para mí es más importante la música, pero si somos realistas y hablamos de un punto más objetivo, la verdad es que lo académico, de cierta manera, es más importante; es lo que tengo más seguro, porque la vida del artista es una rueda de la fortuna, no sabes qué va a pasar”.

Y aunque lo dijo ella, todos los artistas frustrados lo vivimos.

Robert Saucedo fue el ganador de la edición de este año de Rugido UDG. Fotografía: Edgar Campechano Espinoza

Después de poco más de dos horas de bailes y cantos, al final del evento y ya sabiendo quién pasaría a la final y quién no, regresé a los camerinos. Ahí me recibió una escena de la que yo solo era espectadora, pero que en algún punto, cuando me quité la pena y el miedo de los hombros, me gustaría experimentar. Entre bastidores se escuchaban clarito las felicitaciones y, un poco más bajo, los comentarios de consuelo; ojitos llorosos de felicidad y otros de cansancio, combinado con un poco de decepción. Pero justo ahí me di cuenta de que lo que nos pintan como un concurso de talentos, en realidad, es mucho más que eso.

No negaré que para algunos es una oportunidad de mostrar la prodigiosa voz con la que nacieron y en la que han estado trabajando duro por mejorar, o la flexibilidad y el ritmo natural de su cuerpo o su presencia en el escenario, pero para otros, Rugido UDG es una oportunidad de que el sueño respire: una bocanada de aire para quienes anhelan vivir del arte, aunque su vida cotidiana esté hecha de exámenes, tareas, prácticas profesionales y horarios imposibles. Es el espacio donde el estudiante de medicina que toca Chopin como si hubiera nacido para eso, el futuro ingeniero que escribe rancheras o la alumna de RP que anhela dedicarse a la música, pueden —aunque sea por unos días— vivir como artistas sin pedir permiso.

Ahí, por un momento, importa más un ensayo que un parcial, más un calentamiento de voz que un resumen, una coreografía que una presentación en PowerPoint. Rugido UDG les da la oportunidad de poner al arte en el lugar que realmente ocupa en su corazón: primero.

Para Paloma Martínez, embajadora de Rugido UDG, el concurso llegó en el momento en que más lo necesitaba y terminó cambiándole la vida. En medio de la presión de estudiar Derecho y dedicar cuatro horas diarias al ensayo, sintió que ya no podía más y estuvo a punto de abandonar su pasión. Fue esta competencia la que le devolvió la confianza y el valor de su arte. Hoy, Paloma se dedica por completo a la danza, porque aunque la vida nos empuje hacia caminos “seguros”, el arte siempre encuentra la forma de volver a llamar, suave pero insistente, como una canción que no podemos dejar de escuchar. Y, como ella misma lo dice, “las pasiones son innegables”.

Este contenido es resultado del Programa Corresponsal Gaceta UdeG que tiene como objetivo potenciar la cobertura de las actividades de la Red Universitaria, con la participación del alumnado de esta Casa de Estudio como principal promotor de La gaceta de la Universidad de Guadalajara.

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