Rodolfo Stavenhagen

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20081009 (Digital. 6Mgpx) América. México. Ciudad de México. Distrito Federal. D.F. Paseo de la Reforma Hotel Gran Meliá Foro, Internacional sobre Inclusión Educativa, Atención a la Diversidad y No Discriminación. Desde el año de su creación, en 2004, el consejo nacional para prevenir la discriminación CONAPRED ha venido organizando encuentros internacionales, concebidos como espacios idóneos en los cuales se reflexiona sobre la problemática de la discriminación en diversas partes del mudo, con énfasis en la región iberoamericana, y se analizan las especifidades que presentan los distintos casos nacionales, pero también los denominados comunes, que no son pocos. ©Antonio Saavedra Rodríguez / e7photo.com 20081009 (Digital. 6Mgpx) America. Mexico. City of Mexico. Federal district. D.F. Stroll of the Reformation Hotel Great Meliá Forum, the International on Educative Inclusion, Attention to the Diversity and nonDiscrimination. From the year of its creation, in the 2004, national advice to prevent discrimination CONAPRED it has come organizing international encounter, conceived like suitable spaces in which it is reflected on the problematic one of the discrimination in diverse parts of the dumb one, with emphasis in the Latin American region, and the especifidades are analyzed that present/display the different national cases, but also the common denominated ones, that they are not few. ©Antonio Saavedra Rodríguez / e7photo.com

En el foro internacional sobre inclusión educativa, atención a la diversidad y la no discriminación celebrado el pasado mes de octubre, Rodolfo Stavenhagen (Frankfurt) recibió el premio Gilberto Rincón Gallardo “Por la Igualdad y la no discriminación 2008”. Este investigador del Colegio de México (del 2001 al 2007), fue nombrado Relator Especial para los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas por la Organización de las Naciones Unidas.

¿Qué lo trajo a México?
Venir a aquí me salvó del holocausto y de la persecución racial que había en aquellos años en Alemania. Mi familia llegó acogida por la generosidad del pueblo mexicano.

¿Quién le notificó del premio?
Alguien del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación me habló por teléfono para informarme. Al principio no di crédito. Después recibí la comunicación oficial de nuestro queridísimo amigo, ya finado, Gilberto Rincón Gallardo. Yo tenía la esperanza de que él me entregara el premio, pero se nos fue.

¿Cómo acabar la discriminación a pueblos indígenas?
Creo que podrá romperse, pero es un proceso largo y complicado. Hay avances en nuestro país y a escala internacional. Primero en el reconocimiento de la existencia de los pueblos indígenas, de su dignidad y de la realidad humana que se trata de seres humanos con derechos. Esto está superado, aunque todavía existe mucha discriminación contra ellos. Yo tuve la oportunidad durante siete años, como Relator de las Naciones Unidas, de observar y estudiar esto en varios países del mundo. Rendí informes a los gobiernos y al propio sistema de ONU, de cómo debía enfrentarse este problema de la discriminación y la marginación.

¿Qué le ha sorprendido de los indígenas del mundo?
Hay muchos pueblos aislados, marginados, pero siempre en pie de lucha contra la injusticia. Como en América Latina: en los Andes, en la selva amazónica, en el Norte írtico Polar o en ífrica. Me encontré con gente que vive experiencias muy semejantes en el mundo como indígenas, aunque son muy diferentes en términos de sus particulares culturas. Tienen una enorme capacidad de resistencia y, sin embargo, hay una gran bondad en la manera en que mantienen su identidad.

¿Su tez blanca fue una barrera en el acercamiento?
No, nunca mi color de piel fue un problema. No hay secreto, hay sentido común, hay que ir a países extraños y conocer pueblos distintos con un gran sentido de humildad y de empatía, con ganas de aprender, de escuchar. Cuando la gente se daba cuenta de mi interés real y de que no llegaba yo como funcionario burócrata sólo a echarse un discurso. Creo que este conocimiento me permitió conocer la realidad desde la trinchera limitada que uno tiene al trabajar en una relatoría de las Naciones Unidas, que no es una varita mágica. Siempre les dije que sólo venía a escuchar, que no venía a solucionar los problemas, no tenía esa capacidad de cambiar, mas me comprometí a llevar su voz a aquellos que tal vez si pueden ayudar”.

¿A la distancia, cómo ve su trabajo?
Estoy muy satisfecho de lo que vi, aprendí y de lo que pude hacer. También es muy frustrante porque las necesidades son tan grandes y las respuestas son tan débiles. Salí de comunidades donde la gente realmente abría sus corazones y muchas veces se ponían a llorar para decirme que nunca antes los habían escuchado así. Para luego decir a mis adentros “a lo mejor vuelvo y quien sabe si algo habrá cambiado”; esa es la gran frustración: ir a la capital y decir: “Oiga, señor presidente o señor ministro, esto ocurre…”. Y recibir la respuesta: “Ay, Relator, si usted supiera, quisieras ayudarles pero no hay recursos”. Así que junto a la satisfacción de hacer algo útil también está la gran frustración de no poder hacer más.

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