Ganador del Premio Nacional de Periodismo 2024, el periodista coahuilense Francisco Rodríguez conversa sobre su vocación, su formación en la Maestría en Periodismo Digital del Centro Universitario de Guadalajara (CUGDL) y la fuerza testimonial de la entrevista que le valió el reconocimiento.

Una entrevista, una herida abierta

El pasado 19 de noviembre, Francisco Rodríguez recibió un mensaje mientras manejaba. Cuando en un alto donde pudo revisarlo, se enteró por un colega que con su trabajo publicado en el Semanario La Vanguardia de Coahuila, había ganado el Premio Nacional de Periodismo 2024 en la categoría de Entrevista.

“No estaba viendo la transmisión, me avisaron por mensaje. Fue una grata sorpresa”, cuenta.

La entrevista premiada lleva por título No sabía qué tan fuerte era, hasta que fue mi última opción: Mónica Esparza, sobreviviente de tortura de la Policía de Torreón. Una historia dura, de violencia institucional y resistencia humana. Pero para Rodríguez este galardón representa profesionalmente mucho más.

“Un gusto que reconozcan una entrevista a una persona que fue víctima de tortura, víctima de violaciones a los derechos humanos. Es un caso que ocurre en 2013 y que, a pesar del paso de los años, sigue vigente por muchas razones. Una de ellas es porque (a Mónica Esparza) no le han resuelto el tema de la reparación del daño. Entonces, el hecho de, a propósito del reconocimiento, se pueda volver a traer al presente este caso, significa mucho», explica.

“Estoy convencido de la necesidad de no enterrar las cosas del pasado, sino todo lo contrario: mantenerlas en el presente, mantener una memoria, porque creo que en el país hay muchas heridas abiertas. Es indispensable sanar esas heridas y me parece que, a través del periodismo, recordar, hacercmemoria de estos casos, es indispensable”.

Francisco comparte que, en lo personal, también es una alegría y un orgullo: “Sobre todo porque el premio se da de la mano del periódico Vanguardia, un medio del estado de Coahuila; que se premie una historia del norte del país también da alegría”.

Periodismo con propósito

Con más de dos décadas en el oficio, Rodríguez ha enfocado su trabajo en derechos humanos y justicia. La historia de Mónica Esparza, víctima de tortura sexual y física, ya había sido documentada por organismos como el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh) y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, pero él sentía que faltaba algo, la voz de Mónica.

“Una persona a la que le arrebataron muchos sueños, le arrebataron a su esposo… y que, a pesar de todo ello, luchó por su libertad. Yo sentía que se requería una entrevista profunda para conocer los detalles de su historia”.

Entrevistarla no fue sencillo, dice, ya que se trató, en todo momento, de no caer en amarillismo o revictimización. Durante más de dos horas, Mónica rememoró escenas dolorosas.

“Siempre es complicado entrevistar a víctimas. El tratar de no caer en una situación sensacionalista, sino lo contrario, generar una especie de dignidad hacia la persona que, al final de eso, además de víctima, es una persona sujeta de derechos. Hubo varios momentos en los que Mónica se rompió; la misma profundidad de la entrevista la orilló a contar situaciones, a recordar vivencias, experiencias, y eso sin duda representa un reto para cualquier entrevistador: poder encontrar el respeto a un sollozo y seguir adelante para que te cuente experiencias que también es necesario tocar», rememora el periodista.

«En un caso como el de Mónica Esparza no basta con decir que ‘fue víctima de tortura física y sexual’; la situación tan horrible que vivió se tiene que asentar para generar impacto, para generar indignación ante este tipo de situaciones”.

Rodríguez es consciente del costo emocional de cubrir temas como la tortura y la violencia estatal: “La persona protagonista es la persona que se entrevista. A mí nunca me ha gustado ser el protagonista. Un punto importante es entender que la persona que es víctima es sujeta de derechos y, como tal, merece reconocimiento; merece que se le otorgue una plataforma, una ventana para contar su experiencia y las injusticias de las que fue y sigue siendo víctima”.

A decir del Consejo Ciudadano del Premio Nacional de Periodismo A.C., la entrevista publicada destaca por su estructura precisa, documentación sólida, pero también por su ejemplar redacción y edición.

Rodríguez comparte cómo decidió el tono y dicha redacción: “Sentí que, en su momento, poner a Mónica relatando, siendo un asunto testimonial, generaría más impacto. Tratar de situarnos en la experiencia y la vivencia de ella. Empezar con la parte fuerte, directa, y, a partir de ahí, el relato cronológico, y regresar a su experiencia en el presente. La fuerza testimonial del propio relato de Mónica es la fuerza misma de la entrevista”.

Para quienes aún no leen la entrevista

¿Qué encontrará quien decida leer la historia de Mónica Esparza? “La necesidad de indignarnos ante este tipo de historias. Este país ha normalizado la tragedia, ha normalizado la violencia, y es necesario indignarnos una, dos, tres y las veces que sean necesarias, porque yo no me acostumbro a seguir viviendo en este contexto de violencia. Creo que la sociedad necesita indignarse un poco más. Es espeluznante lo que vivió Mónica. Ninguno de nosotros podemos imaginar lo que vivió. Otro es el tema de la memoria: aunque ocurrió hace algunos años, el hecho de traerla al presente también sirve para recordar que hay muchas víctimas que no tuvieron justicia, que no han obtenido justicia, que su historia sigue vigente. La intención es traer a la memoria este tipo de historias para indignarnos y exigir justicia ante este tipo de actos de barbarie”.

El periodismo como tren narrativo

Formado en la Maestría de Periodismo Digital del Centro Universitario de Guadalajara, Francisco asegura que uno de los aprendizajes más valiosos de la maestría fue entender la estructura narrativa y la sistematización en un proyecto periodístico, pero también comprender cómo abordar un tema.

“Una historia se puede abordar como un tren: puedes entrar en algún momento y bajarte en otro; volverte a subir en otra estación y bajarte en otra y seguir. En este caso, el de Mónica, siguiendo esta analogía la historia ya se había contado: un caso de 2013, años después se da la recomendación, años después se da la libertad. La historia la abordo en distintas estaciones. En su momento sacamos alguna nota, algún trabajo sobre su lucha por salir libre, y después, en otra estación, esta entrevista, necesaria en cuanto a profundidad. Digamos que son estas visiones que te da la maestría para poder entender las distintas aristas con las que se puede abordar un tema, una entrevista”.

Finalmente, a las y los jóvenes periodistas que quieren cubrir derechos humanos, Francisco les lanza el llamado a no normalizar la violencia.

“A este país, en lo general, le falta empatía. Desafortunadamente, en muchas partes del país pareciera que ya hemos normalizado los asuntos de violencia. En Coahuila vivimos una calma si se compara con lo que se vivió hace 15 años, en el contexto de lo que le ocurrió a Mónica, pero hay una situación particular porque las autoridades le han apostado por darle vuelta a la página y enterrar el pasado. Como periodistas no lo podemos permitir. Más allá de estadísticas, de las cifras, hay que entender que hay una historia, una familia; hay una situación en donde se rompe todo, ya sea por un homicidio violento, por una desaparición, un delito de tortura u otro delito de alto impacto. Entender que detrás de una cifra hay una historia que contar. Me parece importante, por parte del periodismo, no alejarnos de todas estas víctimas, todas estas personas afectadas”, exhortó.

TEXTO: Miriam Estrada | CUGuadalajara

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