Benedetti y Juan Ramón Preciado. Foto: Cortesía

A finales de los años setenta del siglo pasado, Mario Benedetti era más conocido como epígrafe: “Como dijo Benedetti…”. Fue, para muchos, Pedro y el Capitán quien vino a rescatarlo de ese campo y llevarlo al de la reflexión. Pocos conocían su novela La tregua y otros más de su autoría. Los libros, entonces, eran escasos y caros; no había internet ni FIL.

Por esa época las dictaduras en Latinoamérica estaban en boga. En el cono sur americano había nueve vigentes. En México estaba fresco el recuerdo de Tlatelolco y el Jueves de Corpus. En el ambiente flotaban las noticias de las dictaduras y, al margen, los versos de Ernesto Cardenal: “Yo he repartido papeletas clandestinas,/ gritando: ¡VIVA LA LIBERTAD! En plena calle/ desafiando a los guardias armados./ Yo participé en la rebelión de abril:/ pero palidezco cuando paso por tu casa/ y tu sola mirada me hace temblar”.

El Teatro de la Normal de Ciudad Guzmán tiene la fama de que ahí se presentó, por primera vez en Jalisco, Pedro y el Capitán, en el año de 1981. El papel de Pedro estuvo a cargo de Tomás Palomino y el Capitán por Juan Manuel Preciado, bajo la dirección de Ernesto Neaves Uribe; era el Grupo Catarsis. En octubre de 1981, el mismo equipo la representó en Ocotlán, en el Primer Encuentro Regional de Teatro. Un mes después, 16 de noviembre, la volvieron a montar en el V Festival Nacional de Teatro’81 con sede en el Teatro Experimental de Jalisco. El 3 de abril de 1982 se presentó en el Teatro Alarife Martín Casillas de Guadalajara. Fue el grupo uruguayo El Galpón, exiliado en México, quien le regaló una copia del libreto a Ernesto Neaves.

La XIV Feria Municipal del libro en Guadalajara de 1982 tuvo como visitante distinguido a Mario Benedetti. El escritor firmó libros. Juan Manuel Preciado —sostiene en conversación telefónica—, le pidió una dedicatoria para Pedro y el Capitán y le informó que él actuaba como el Capitán y le mostró fotos de la puesta en escena. Agrega Juan Manuel que al conocer Neaves sobre su encuentro y plática con Benedetti, se molestó mucho por la sencilla razón de que no contaban con el permiso del autor para escenificar la obra. Por fortuna no pasó nada. Otra presentación se hizo en Lagos de Moreno en el Concurso Estatal de Teatro, agosto de 1987. Ganaron el Primer Premio y el honor de presentarla en el Teatro del IMSS en Guadalajara el jueves 17 de septiembre del mismo año. La obra siguió presentándose por otros grupos y foros; destaca el trabajo de Consuelo Pruneda.

Pedro y el Capitán es un crudo diálogo entre el interrogador y el torturado. Pedro, es de extrema izquierda, el Capitán representa la extrema derecha. Pedro soporta el martirio por defender sus ideas políticas. El Capitán es un trabajador del sistema. Utiliza la violencia psicológica pero no la física: “Para ser verdugo hay que nacer verdugo. Y yo nací otra cosa”, afirma desde un principio; pero ambas son violencia.

En escena nunca se mira la tortura a Pedro. Parte por parte de la obra, son cuatro, los espectadores y el Capitán lo miran cada vez más torturado. “Dolor preciso, en el lugar preciso —dice el Capitán— en la proporción precisa elegida al efecto”. Pero no sólo Pedro se degrada. El Capitán va perdiendo su fuerza psicológica. Su vestuario lo remarca. Parte por parte, es cada vez más desaliñado. Es un teatro de denuncia, donde los derechos humanos no existen.

El sutil humor de Benedetti, negro en este caso, aparece en Pedro y el Capitán en al menos dos momentos. Citaré uno. Cuando Pedro revela su apellido: “Pedro Nada. Y mi apellido materno es Más. O sea completito: Pedro Nada Más”. Este recurso, admite Benedetti, es para darle “un respiro a la obra”.

Mario Benedetti (Paso de los Toros, Uruguay. 14 de septiembre de 1920— Montevideo, Uruguay. 17 de mayo de 2009), por sus ideas políticas de izquierda sufrió el exilio. Primero a Argentina, después Perú, Argentina (deportado), Cuba, España. Al terminar la dictadura, vuelve a Uruguay y comenzó su “desexilio”. Sus desencuentros por sus ideas políticas con otros escritores fueron notables. Uno de mencionar fue el ocurrido con Vargas Llosa y que fue publicado, entre otros medios, en la revista Vuelta de Octavio Paz.

Los orígenes de Pedro y el Capitán se remontan a 1973 cuando Jorge Ruffinelli entrevista a Benedetti y él le comenta sobre su actual trabajo: “…un diálogo entre un torturador y un torturado, en donde la tortura no estará presente como tal aunque sí como la gran sombra que pesa sobre el diálogo”. Al final fue una obra de teatro que se representó en varios países: México, Chile, Colombia, Cuba, Costa Rica, España, Panamá, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana. Ha sido traducida a más de nueve idiomas donde destacan el inglés, francés, alemán, portugués e italiano. Sin embargo, la obra no tuvo éxito en Uruguay. Don Mario le confió a su biógrafo Mario Paoletti: “…cedería todos los éxitos obtenidos (…) a cambio de una buena acogida en mi propio país”.

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