
Cada semana estudiantes interesados en aprender a cantar o tocar un instrumento se reúnen en el campus no solo para conocer de música, sino también para hacer comunidad
Cada martes, a la una de la tarde, el edificio G del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) se llena de voces, acordes y risas. Es el momento en que se lleva a cabo el Club de Canto y Guitarra, una iniciativa creada por Lorenzo Fernández, estudiante de tercer semestre de la carrera de Historia, quien decidió abrir un espacio donde cualquiera pueda acercarse a la música, sin importar su nivel o experiencia.
“El principal objetivo del club es poder transmitir el conocimiento a personas que tal vez no lo pueden tener en la comodidad de su casa, ya sea por temas de internet o porque les hace falta un lugar donde practicar”, explica Lorenzo. Este proyecto nació con la idea de derribar los miedos que muchas veces impiden a la gente cantar o tocar un instrumento. “Muchas personas vienen y me dicen: ‘en mi vida he tocado un instrumento, en mi vida he intentado llegar a una nota’. Yo los ayudo a quitarse ese miedo y a entender que todos tenemos la capacidad de aprender”.
Durante las sesiones, los participantes trabajan tanto la confianza como la técnica. Lorenzo enseña afinación, notas musicales, acordes básicos y ejercicios para fortalecer la voz. “Primero incentivo la confianza en uno mismo, porque es algo fundamental en la música. Ya después viene lo técnico, como aprender los círculos de acordes o afinar la voz. Así pueden practicar en casa y avanzar hacia sus propios objetivos”.
El repertorio es variado y accesible, pensado para que cualquiera pueda disfrutarlo. “Hemos tocado baladas de artistas como Ed Sheeran, Alex Syntek y Vicente Fernández. Elegimos canciones que todos hayan escuchado alguna vez, porque al conocerlas se les facilita tocarlas y cantarlas”.
Lo mejor del taller es que no se necesita experiencia previa ni conocimientos musicales. “No es necesario haber ido a un curso o tener clases anteriores. Aquí se puede aprender todo desde cero. Lo único que pido es disposición y ganas de participar”, comenta Lorenzo. Para quienes quieren aprender guitarra, se requiere llevar el instrumento, aunque se busca que en el futuro haya algunos disponibles para préstamo. En cambio, para quienes solo desean cantar, basta con presentarse y disfrutar.
El club está abierto a toda la comunidad universitaria y no se niega la entrada a nadie. “Incluso si solo quieren observar, también son bienvenidos. Es un espacio abierto, sin presiones ni juicios”, dice su organizador. La participación ha sido muy buena: “Este semestre tuvimos sesiones con más de quince personas, y fue muy bonito ver cómo se formaban coros, cómo se armonizaban entre sí. Aunque algunos no tienen experiencia, logran hacer algo realmente agradable”.
A corto plazo, el grupo tiene como meta que cada equipo presente una canción al final del ciclo. Sin embargo, más allá de los resultados musicales, el objetivo es crear comunidad. “Somos personas que nos apoyamos entre nosotros, compartimos experiencias y hasta hablamos de temas personales. No solo vas a cantar, también vas a hacer amigos”.
La historia de Lorenzo con la música comenzó a los cinco años, cuando tomó clases de violín. Aunque tuvo que dejarlo, la pasión continuó. “Mi mamá fue parte de un mariachi, así que crecí rodeado de música. A los quince compré mi primera guitarra y desde entonces no he dejado de aprender. Ahora también estudio piano, bajo y retomé el violín”.
Su experiencia lo ha convertido en un guía cercano, más que en un profesor. “Siempre les digo que no me vean como maestro, sino como alguien que comparte lo que ha aprendido. Les enseño mis errores para que ellos no los repitan. Equivocarse es parte del proceso”.
Además de aprender, el club ofrece un refugio ante el estrés académico. “La música une y desestresa. Si vienes de un examen difícil, aquí puedes relajarte, cantar y liberar lo que traes dentro. Es un espacio para ser libre”, afirma.
Por último, Lorenzo deja una invitación abierta: “Les invito a que formen parte de nuestro círculo, a que vengan y se quiten la pena. La música puede hacer maravillas, no solo en nuestros oídos, sino también en nuestra alma”.
Este contenido es resultado del Programa Corresponsal Gaceta UdeG que tiene como objetivo potenciar la cobertura de las actividades de la Red Universitaria, con la participación del alumnado de esta Casa de Estudio como principal promotor de La gaceta de la Universidad de Guadalajara.
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