Marco Aurelio Larios

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Goza el oficio de escritor y pasar las tardes-noches en La Mutualista, ahí reúne sus pasiones y a sus amigos en un solo lugar y con motivos diferentes cada vez, o sin motivo alguno, según la ocasión. Este miércoles 25 de junio presenta ahí mismo su último libro, La oportunidad y otros relatos, publicado por la editorial La Zonámbula. La cita es a las 20:30 en punto… sin pretextos de lluvia.

personajes

En mi narrativa yo sigo el principio de que el arte de narrar es narrar al otro. Yo no narro por ambientes sino por el personaje. Al mover al personaje el relato comienza a desenvolverse. Y la mujer como el opuesto, como el otro, siempre da razones al yo, al nosotros. Creo que en esta edición, mis personajes femeninos han alcanzado una dimensión que no había conseguido antes. Además, una de las grandes novedades de mi libro es que en la parte final le llamo la atención a los lectores por si quieren conversar con los personajes, para ello he puesto direcciones electrónicas en donde pueden hacerles alguna pregunta sobre las decisiones de vida que han tomado en estos relatos. Esta cuestión lúdica permite a la obra tener mayor interactividad con los lectores. Vamos a ver si funciona o no.

catolicismo

Hemos dicho que son historias muy tapatías y el catolicismo es un rasgo cultural que va más allá de la creencia en Dios. Es una forma de desenvolvimiento moral, una manera de percibir el mundo, de entender la vida, de entender el amor y claro que en mis personajes este catolicismo es pleno. Lo tapatío en mí está totalmente trasladado a mis personajes.

la oportunidad

Fue el primer relato que escribí, y al hacerlo sospeché que podía avanzar con relatos similares hasta llegar a la consecución de un libro concebido en estrategia de escritura. Y es que hay una íntima relación entre los personajes de los distintos cuentos y una conexión interna narrativa que, si lees los relatos del primero al cuarto, te obliga a crear una novela mental, aunque en realidad pueden leerse en cualquier orden.

guadalajara

Yo pensé en un momento determinado que mi libro podría llamarse Historias tapatías, porque he puesto mucho empeño en que mis personajes puedan ser imágenes reconocibles y observables en la sociedad tapatía. Creo que los lectores pueden identificarse o identificar a algún conocido con la imagen de estos personajes; esto provoca la sensación de que mis protagonistas habitan esta ciudad como los lectores mismos: sujetos anónimos que podemos ver en el tren ligero, en el camión o en alguna plaza comercial. Esta conciencia del tapatío también se encuentra en la identidad del espacio. Guadalajara es nombrada a plenitud.

amor

Si no somos nosotros los grandes políticos o empresarios, muy poca injerencia tenemos en el devenir de la historia pública; entonces la única historia que nos queda para contar es nuestra historia personal e íntima. Por lo tanto, hay que darle heroicidad al amor cuando se habla de él, sea porque su posibilidad crece o porque las limitantes lo acaban. Pues el amor está rodeado de circunstancias. Circunstancias que posibilitan su aparición y su crecimiento, o circunstancias que lo cohesionan y aniquilan. En el fondo, todos mis personajes se reducen a él y a ella.

kitsch

La literatura que no conmueve no se mueve, y yo prefiero conmover. Me parece que la conmoción puede formar parte del kistch, pero esto es uno de los riesgos que corres, sobre todo cuando te centras en una temática tan difícil como es la del amor, porque el amor es cursi y es kitsch. Entonces tú, como un malabarista, tienes que andar en equilibrio por la soga de principio a fin, sabiendo que lo cursi son esos abismos en que puedes caer. Pero si uno no se atreviera ni siquiera a eso, sería lamentable.

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