Los poderes curativos del litio

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Entre el 2 y 3 por ciento de la población mundial padece del trastorno bipolar, que lleva a quienes lo sufren a una especie de una rueda de la fortuna emocional, estando un tiempo en la cima del mundo, para después sentirse en la situación más abyecta.
El litio, conocido también como el estabilizador del estado de ánimo, es una droga única en su capacidad de bajar los porcentajes de suicidios en pacientes con trastorno maníaco depresivo y otros desórdenes del estado de ánimo. Si no es administrado, aproximadamente el 15 por ciento de los que lo padecen terminan suicidándose; pero si se le prescribe a un paciente, el litio puede prevenir hasta el 60 por ciento de tales tragedias, de acuerdo a un reporte publicado en el 2005 por parte de John Geddes, de la Universidad de Oxford.
Cientos o miles de pacientes deben su estabilidad mental a los diversos tipos de litios que hay en el mercado: carbonato de litio, sulfato de litio y citrato de litio, todos ellos rompiéndose en iones en el cuerpo, incluyendo el ión cargado positivamente Li+, que es el que se piensa que es el agente activo; al parecer, cuando se administra, cerca de dos tercios de los pacientes dejan de tener sus cambios de humor.
Los poderes del litio como droga psicoactiva fueron descubiertos en 1940, cuando el psiquiatra australiano John Cade, se preguntó si la manía podría ser el resultado de la intoxicación de productos que normalmente tiene el cuerpo, como la orina. Para probar esta idea, inyectó a puercos urato de litio —la más simple de las sales de urato—, encontrando que la sal no fue tóxica, sino que calmó a los puercos; posteriormente probó el urato de litio en 10 pacientes maníacos y todos ellos se volvieron más tranquilos.
Cade reportó su descubrimiento en 1949, pero no atrajo la atención de nadie hasta 1952, que el investigador danés Mogens Schou puso a prueba la idea de Cade en lo que se considera como el primer estudio sobre la acción de drogas psicotrópicas del mundo. Él y su equipo de la Universidad Aarhus, trataron a un grupo de pacientes maníacos, algunos de ellos con litio y otros con una sustancia placebo y encontraron que el litio era mucho más efectivo para tratar su padecimiento.
Publicaron su descubrimiento en 1954 y… ¡no pasó nada! Hasta finales de los sesenta tomaron en cuenta los descubrimientos de Schou, y aún así el inicio del litio como medicamento no fue promisorio porque en los Estados Unidos se había usado clorido de litio desde los 40 como un sustituto de sal, pero a algunos se les había pasado la mano y se intoxicaron, incluso hubo muertos de ataques al corazón. Por esa razón su uso estaba prohibido, hasta que Ronald Fieve, de la Universidad de Columbia, realizó una serie de estudios a lo largo de la década de los 60 con el litio que permitieron al fin que fuera utilizado en 1970.
Pero a pesar de todos estos estudios y de todo el tiempo que ha pasado desde entonces, no se sabe con seguridad cómo es que actúa; se supone que cambia los niveles de neurotransmisores del cerebro y corrige el desbalance químico que subyace al estado de ánimo alterado; otros suponen que inhibe la producción del azúcar inositol, impidiendo que las neuronas se comuniquen entre ellas.
Otra idea que está generando interés es que el litio también interviene con las moléculas que controlan la sobrevivencia de las células, por ejemplo inhibiendo la acción del glutamato o suprimiendo la enzima glucógeno sintasa quinasa-3 (mejor conocida como GSK-3), que causa muerte celular.
Puesto que los pacientes con el trastorno bipolar tienen en proporción hasta 30 por ciento menos sustancia gris en el cerebro que las personas normales y el litio parece ayudar a incrementar el número de neuronas, se le ocurrió a un equipo de investigadores liderados por el psiquiatra Husseini Manji, usar un aparato de resonancia magnética para medir el volumen de sustancia gris del cerebro de pacientes con trastorno bipolar antes y después de un tratamiento con litio, y reportaron en el 2000 que había un incremento de la materia gris, sobre todo del hipocampo, región ligada a la memoria.
Ello ha llevado a pensar que tal vez el litio constituya una cura del Alzheimer y de otras enfermedades que tienen que ver con la muerte de neuronas y con el mejoramiento de los síntomas de la Enfermedad de Huntington.
Otros sorprendentes usos del litio que se han encontrado tienen que ver con la prevención del daño celular, derivado de la exposición a la radiación de los tratamientos contra el cáncer, así como lo reporta Dennis Hallahan de la Universidad Vanderbilt en el 2006. Y también parece que ayuda en la prevención de la esquizofrenia, puesto que jóvenes con una alta probabilidad de padecer esta enfermedad y que se les trató con litio no desarrollaron la esquizofrenia, por lo menos hasta que publicó sus resultados Gregor Berger de la Universidad de Melbourne en Australia.
Pero no todos están de acuerdo. Nick Dunn de la Universidad de Southampton en Inglaterra encontró en el 2005 datos en la dirección contraria: que quienes ingirieron litio eran los que tenían más probabilidades de padecer alguna demencia.
Todos estos datos son preliminares y además debe de tenerse en cuenta que para que funcione el litio a veces se tienen que administrar dosis que están cercanas a ser tóxicas, por ello su administración debe de ser muy cuidadosa. Pero quizá de las mejores cosas del litio es que, como es un elemento químico puro, no puede ser patentado por una compañía farmacéutica.
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* Departamento de Neurociencias. Integrante de la red de comunicación y divulgación de la ciencia. Unidad de Vinculación y Difusión.

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