En cada cancha hay historias que se repiten: un tobillo torcido en plena cascarita, una rodilla que truena al caer mal después de un salto, un dolor en la espalda baja que no deja entrenar como antes. Para muchos jóvenes, esas lesiones terminan siendo el obstáculo que los aleja del deporte que tanto disfrutan.

Carlos Fernando Godínez González, médico especialista en rehabilitación y coordinador de la licenciatura en Terapia Física, del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), conoce bien esta realidad y explica por qué sucede y cómo se puede prevenir.

Lo primero que aclara es que la parte del cuerpo más castigada para los deportistas son las piernas. El tobillo encabeza la lista, seguido de la rodilla. En futbolistas, casi dos de cada diez llegan a sufrir algún tipo de lesión en esa articulación. También aparecen molestias en la zona lumbar y los famosos “tirones”, que en realidad son micro-desgarros musculares. Aunque cada disciplina tiene sus propias características, el fútbol concentra más casos simplemente porque es el deporte más practicado en México.

Pero no todo queda en el fútbol. El básquetbol, por ejemplo, afecta mucho los tobillos, pero también los hombros, debido a la dinámica del juego. El voleibol suele cobrar factura en las rodillas y en los tendones, que con el tiempo pueden desarrollar tendinopatías crónicas que limitan la práctica.

Al final, cualquier deporte con exigencia física conlleva riesgos si no se entrena de manera adecuada.

La pregunta inevitable es: ¿por qué los jóvenes se lesionan tanto? La explicación tiene que ver con la preparación. Muchas veces el cuerpo no está listo para la carga que se le exige. Entrenar sin descansar, dormir poco, alimentarse mal o enfocarse únicamente en el juego sin trabajar fuerza, elasticidad y propiocepción son factores que elevan el riesgo. “El problema llega cuando la carga del entrenamiento supera la preparación”, advierte el especialista.

Un caso muy común son los que apenas comienzan una rutina en el gimnasio o los que regresan después de semanas sin hacer nada. Tratan de recuperar en un solo día la condición que tenían antes y terminan sobrecargando. Lo mismo ocurre con el famoso “guerrero del fin de semana”, ese que no entrena durante toda la semana y llega a la cascarita sin preparación, sin descanso y, en ocasiones, acompañado de desvelos o alcohol. Ese perfil, dice Godínez, “está destinado a lesionarse”.

El error más común, sin embargo, aparece después: subestimar la lesión. Creer que “se me va a pasar solo” es lo que complica el panorama. Al dejar de entrenar sin atención médica o volver a la actividad sin rehabilitación adecuada, la lesión progresa hasta volverse limitante. “No es cuestión de reposo total, sino de reeducar el entrenamiento”, explica el médico.

La prevención, entonces, pasa por cuidar detalles que muchas veces se dejan de lado. El descanso y la alimentación son tan importantes como el propio entrenamiento. El cuerpo necesita energía y nutrientes para recuperar el tejido después del esfuerzo, además de tiempo suficiente para descansar. Un deportista que no duerme bien o que no se alimenta de manera adecuada nunca logrará el rendimiento que espera, por más que entrene horas extras.

Para cerrar, Godínez González deja un mensaje contundente: “El mejor medicamento es el ejercicio. No hay ninguna pastilla que dé tantos beneficios como la actividad física. Claro que requiere disciplina y hábitos saludables, pero todo lo que se haga desde joven se va acumulando como un ahorro para envejecer bien. Si hay dolor no desistan, busquen atención adecuada y sigan adelante, porque el deporte es algo que siempre les va a nutrir más de lo que les puede quitar”.

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