La Casa de los Famosos: una fórmula ociosa

La sencillez del formato, el morbo y la interactividad fueron algunos elementos que propiciaron el éxito de este programa que, de acuerdo a especialista, apuesta al entretenimiento pero sin enriquecer o aportar conocimiento a las audiencias

Por más de 70 días, los ojos de millones de personas volvieron a la televisión abierta. Como si fuera una telenovela, la audiencia le dio seguimiento a la “cotidianidad” de 14 celebridades que se amalgamaron en una fórmula que cautivó y dividió opiniones en México.

Para obtener ese éxito, el reality show La Casa de los Famosos combinó una serie de elementos que se convirtieron en la fórmula ideal que atrajo a millones de espectadores, considera Esmeralda Correa Cortez, investigadora del Departamento de Políticas Públicas, del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA).

La ligereza del programa, la interactividad y el morbo de observar a celebridades, son los principales ejes que atraen a los espectadores, resalta la investigadora; además de que se trata de un producto que abarca un amplio sector de las audiencias mexicanas.

“Es un programa familiar en donde puede estar el hijo centennial, el hijo millennial, la mamá de la Generación Z y la abuelita de los boomers sentados en la misma sala viendo el mismo programa. Entonces, de entrada, pues es multigeneracional”.

Uno de los factores a los que se le atribuye el éxito del reality, según Correa Cortez, es la sencillez del programa, al que compara con la comida chatarra al tratarse de un producto pensado meramente en el entretenimiento, una opción que muchas personas eligen debido a la ligereza del contenido.

“Creo que el formato de este tipo de programas es ultra ligero, es una cotidianidad boba que hace que las personas no pensemos; sólo te sientas a ver cómo actúan y los juzgas, porque además como audiencia somos juzgadores”.

Por otra parte, la interactividad es otro de los factores que influyeron en el éxito del reality, añade Correa Cortez, algo que no ocurre con otros programas en los que el espectador se mantiene pasivo.

En La Casa de los Famosos, los televidentes participan en las votaciones del concurso, lo que da la sensación de involucrarse en las decisiones del programa y así mostrar afinidad con las personalidades de los participantes.

“Sienten que tienen poder respecto a los que están en la tele; no sabemos si es verdad siquiera, a lo mejor es todo un show montado, pero el televidente que está acá piensa que el hecho de votar en contra o a favor de alguien que está en esa casa ya tuvo un efecto y entonces empiezan a formar grupos identitarios con algunos personajes”.

El último de los factores a los que la investigadora atribuye la relevancia del programa es el morbo de observar a las celebridades en su día a día, una idea que ha explotado en este tipo de productos y que se ha replicado con éxito en bioseries de famosos.

“Es esa sensación de morbo que causa saber qué onda con los famosos, cómo se pueden comportar en la ‘cotidianidad’ y lo digo entre comillas porque no es una cotidianidad real, es una realidad montada, pero luego a la conciencia se le olvida y sientes que es real”.

Wendy y la discusión sobre la mesa

Un día te graban mientras estás perdida en el cerro, y años después 18 millones de personas te coronan como la ganadora del reality show de moda.

La influencer trans Wendy Guevara, quien cautivó a la audiencia con su personalidad y carisma, también fue una de las piezas clave en este programa y logró posicionar en la discusión temas que no eran abordados en televisión abierta.

Correa Cortez señala que México es un país fértil para el entretenimiento, ya que el público se caracteriza por engancharse y sentir afinidad por los personajes carismáticos que se presentan en la televisión.

En el caso de la “Perdida”, su carisma no sólo agradó a las audiencias, sino que normalizó su cotidianidad como mujer trans, lo que suma al discurso progresista que las generaciones más jóvenes buscan acercar a las más viejas, añade la especialista.

“Es ese deseo de los millennials y los centennials de involucrar a las generaciones viejas en una sociedad más igualitaria y de mayor respeto a las identidades de género y de las identidades sexuales”, detalla.

Además el hecho de que La Casa de los Famosos haya sido vista por públicos de distintas edades pudo provocar un debate o discusión dentro de las familias o los círculos sociales en torno a lo que ocurre en el reality, y dar así apertura a la reflexión de temas considerados polémicos, sostiene la investigadora.

“Es poner a prueba esos valores que se están modificando y que todavía están en un choque generacional; creo que el programa ha tenido este impacto precisamente por eso, porque estamos también poniendo a prueba los valores que tenemos en las familias y la necesidad de reformarlos”.

La efímera fantasía del reality

El fantasma de los antiguos realities como Big Brother resurgió con La Casa de los Famosos. En ese espectáculo las celebridades vivieron su “cotidianidad” 24/7 mientras las audiencias lloraban, reían, se enojaban y hacían rabietas frente a los televisores y en redes sociales.

Correa Cortez resalta que aunque este tipo de programas no suelen aportar conocimientos a las audiencias, es deber del público saber diferenciar los productos efímeros y superficiales de aquellos que puedan enriquecer o educar a quien los consume.

“Es un programa que fue exclusivamente para ser consumido y casi casi ser desechado después como casi todas las telenovelas. Son programas que se hacen para entretener, pero no tienen más allá que otro objetivo”, añadió.

Aunque con el paso del tiempo la fórmula de los realities como este pueda desgastarse, la investigadora estima que si no se mantienen reinventándose en la actualidad es posible que caigan en el olvido junto a otros cientos de programas que pasaron sin pena ni gloria por la televisión mexicana.

“No hay fecha para que los realities se acaben, con las audiencias no se sabe, hay que ver hacia dónde van migrando”, puntualiza.

Mientras tanto, Wendy y el resto de las celebridades dejan una estela de entretenimiento que se alimentó por semanas y que por ahora se aferra, en buenos o malos términos, a la memoria de millones de personas. Hasta que la fórmula se repita con éxito. O sea olvidada.

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