En Guadalajara, la mañana del martes 10 de junio, pocas horas después de la tormenta, el manchas café rojizas se alzaron en el cielo en varios puntos de la ciudad: emergieron las chicatanas, las hormigas aladas que marcan el final del estiaje y el inicio de las lluvias.
Hembras y machos se elevan en vuelo nupcial para aparearse en los aires. Tras la fecundación, las hembras descienden, cortan las alas con las mandíbulas y se entierran para depositar los huevos. Así comienza una colonia invisible que llegará a tener millones de miembros.
La gran mayoría de los insectos tienen un ciclo de vida anual, una especie de reloj despertador: emergen cuando empiezan las lluvias, explica el entomólogo y director de la Colección Biológica Itinerante del Centro Universitario de la Costa Sur (CUCSur), Luis Eugenio Rivera Cervantes.
Los insectos, el grupo de seres vivos más exitoso, numeroso y diverso del planeta, se transforman con las lluvias. De su presencia dependen procesos ecológicos clave y una relación cotidiana que une a los ecosistemas con las personas, en tensión o en armonía.

La especie dominante
Los insectos surgieron hace 250 millones de años, es decir, fueron contemporáneos de los dinosaurios. Es el grupo de animales dominante, y dentro de la especie el grupo que lleva la hegemonía es el de los coleópteros, también conocidos como escarabajos.
“¿Eso qué quiere decir? Que los insectos son un grupo muy exitoso evolutivamente y sobrevivieron a varias de las grandes extinciones masivas, incluso la última, que acabó con los dinosaurios”, dijo Rivera Cervantes.
Hormigas, abejas, mariposas, escarabajos, chinches, chapulines, etcétera, son el grupo de seres vivos mejor adaptados a los cambios ambientales, gracias a atributos como la plasticidad genética y, además, al tener una alta tasa de natalidad, la principal razón de su éxito. Incluso, sobrevivieron a las bombas de Hiroshima y Nagasaki por la tolerancia a la radiación.
Un corto pero abundante ciclo de vida
La gran mayoría de los insectos tienen un ciclo de vida de un año, que transcurre en forma de larva o gusano. La etapa adulta es la que dura menos tiempo y, dependiendo del grupo de insectos, puede durar un máximo de 3 a 4 meses. Algunas especies, como las del orden Ephemeroptera, viven apenas 24 horas en su fase adulta.
Con el inicio del temporal, se activa el reloj despertador de las especies y aparecen en calles, banquetas, parabrisas y jardines, porque es el momento de la reproducción, como es el caso de las chicharras macho cuyo canto se adelanta al temporal y se intensifica después de este.
“Los escuchamos con el ‘canto’ que se llama estridulación: mueven una pata contra el tórax a gran velocidad y se produce el sonido: es un llamado a las hembras, que es lo primero que escuchan tras salir de la tierra reblandecida para atraerlas al apareamiento”, relató.
Las frecuencias se oyen en varias calles o se mezclan en los reductos naturales de la ciudad como El Bosque La Primavera y Huentitán, entre otros, donde proliferan las que muestran atractivos visuales como polillas, mayates y todo tipo de escarabajos, libélulas, abejas y avispas. Y las que no tanto, pero omnipresentes, como las moscas y, el azote epidemiológico, los mosquitos.

Los insectos cuya invisibilidad alarma
En comparación con tres o cuatro décadas anteriores, se ven menos insectos. Lo anterior porque, en lugares donde antes había monte o cultivos, ya hay fraccionamientos, colonias, una plaza comercial, cemento y asfalto.
Guadalajara en los años 70 y 80 era una ciudad pequeña, contenida en su extensión y donde se conservaban zonas de cultivos y forestales.
“Imagínate la cantidad de insectos que había antes y que, llegadas las lluvias, emergían. Ahora, ¿cómo pueden emerger los insectos si quedaron debajo de losas de concreto con casas y edificios arriba? Tenemos un problema muy grave y es que los insectos están en declive”.
Los insectos, de acuerdo con el académico del CUCSur, se están extinguiendo por el avance de la mancha urbana y cultivos extensivos en el campo, una de las constantes de la última década.
“Están tumbando selvas y bosques para meter cultivos de agave y cultivos de aguacate, el uso de pesticidas y las luces artificiales están acabando con muchos insectos”, reflexionó.
Agregó que el 80 por ciento de los alimentos cultivados o no cultivados dependen de la polinización de insectos que contrasta con el uso de pesticidas.
“Si se pierden esos insectos podría haber hambrunas: el cultivo evolucionó durante millones de años para el intercambio con los insectos. Al no haber, no tendremos alimento”, enfatizó.
La problemática de la supervivencia de los insectos está atravesada entre los ciclos biológicos naturales frente a la súbita contaminación de agua, incendios forestales, desmonte.

Propuestas desde abajo para conservar la biodiversidad
Egresado hace 39 años de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Guadalajara y creador hace 17 de la Colección Biológica Itinerante, Rivera Cervantes considera que se debe comenzar por el propio hogar para conocer la fauna.
“Lo primero es conocer lo que tenemos, porque no podemos proteger lo que no sabemos que existe. Para empezar, hay que preguntarnos ¿qué tipo de insectos o qué tipo de arácnidos habitan en casa o en el jardín de casa?».
Y, después, observar qué hay en la colonia y, si es posible, inventariarlo: cuántas especies de mariposas, escarabajos, chicharras, entre otros. Y no sólo eso, también aprender de la biología de las especies.
“Qué es lo que requiere cada especie para sobrevivir, para que se reproduzca; saber si tengo que dejar un espacio en el jardín para que el insecto se entierre y pueda depositar sus huevecillos y, con las lluvias, emerjan como adultos en los años siguientes».
Llamó a cuidar el uso de luz artificial en los campos para no interrumpir ciclos biológicos. Además, buscar opciones de pesticidas específicos de la agroindustria para que no eliminen a todos los insectos. Y, sobre todo, cuidar las reservas naturales.
“Deberíamos tener reservas ecológicas dentro de la gran ciudad y continuar con la investigación de insectos, pues todavía se desconoce la biología de muchas de las especies con las que convivimos cotidianamente”.
Para Luis Eugenio Rivera Cervantes, los esfuerzos conjuntos son claves no sólo para la conservación de insectos, sino de la biodiversidad.
“Si sumamos esfuerzos, la victoria será colectiva, en beneficio de toda la sociedad”, concluyó.