En un acto conmemorativo, a 80 años de que la escritora chilena Gabriela Mistral recibiera el Premio Nobel de Literatura, tuvo lugar la mesa de diálogo “¿Cómo se lee a Gabriela Mistral hoy?”, en la que las escritoras Verónica Zondek, Sara Bertrand y Yenny Díaz hicieron un repaso por su obra, la cual, según mencionaron, reflexionó sobre la realidad de América Latina y su vínculo con las raíces indígenas y mestizas.
Moderadas por la poeta, ensayista y traductora Jeannette L. Clariond, las tres autoras disertaron sobre cómo, en nuestros tiempos, Mistral es una autora releída y revisitada, definiéndose como una latinoamericana pionera en temas sociales y políticos, y símbolo de las reivindicaciones que atraviesan el continente.
Según comentó Díaz, “la Mistral” fue muchas personas: “Es como un espejo que devuelve imágenes distintas a quien se mira en ella. Escribía para defender a las mujeres, niños y niñas. Resalta el hecho de que era mestiza y promotora de los pueblos indígenas de América. Su literatura se nutre del contacto con la naturaleza, por eso sus poemas parecen cantos. La Mistral explora la sensualidad, por lo que podemos leerla desde las disidencias, pero también desde lo religioso”.
Sara Bertrand habló de la fuerza de Mistral por la defensa de la lengua infantil de niños, niñas y adolescentes, por lo que procura acercarla a las infancias mediante talleres de poesía y escritura.
“En el fondo, las infancias infelices existen y se nos olvida que son personas, por lo tanto, también sufren. Mistral nació al final del siglo XIX, pero parece que hubiera bajado de un platillo volador, porque su búsqueda la llevó a crear realidades con sombra, y eso conquista a los jóvenes. Es una esperanza para los jóvenes escritores porque escribía desde su tierra, desde donde estás y con tu lenguaje”, agregó.
Sobre la conciencia espiritual y el dolor de Gabriela Mistral, Zondek mencionó que ella fue una persona pluri-sensible, por lo que la espiritualidad es un punto clave para adentrarse en su historia.
“Ella comienza a leer literatura masónica y a reunirse con masones, lo cual le impactó demasiado; nació con un piso de tierra y terminó con un piso de roble, ganando el Nobel. La masonería le abrió el mundo y aún cuando se alejó de aquello, lo teosófico se ve todavía reflejado en su obra, para después adentrarse en el budismo y volver al cristianismo. Ella nunca negó lo otro, sin importarle las instituciones; le interesaba lo místico”, dijo.
Las tres autoras llamaron a refrendar la educación, tal como Mistral lo hizo mediante las letras y acercar a la juventud a conocer y aprender con pensamiento crítico, literatura y goce.
“La docencia da la oportunidad de dar de comer libros, y esos mismos hacen que nuestros jóvenes tengan la posibilidad de desarrollar un pensamiento crítico y claridades; eso se veía en la obra de Mistral y sobrevive”, declaró Bertrand.