Pantallas. Yo nací con el gusto por el cine, mis padres desde niño me llevaban muchísimo a las salas. Sin embargo, nunca pensé dedicarme al cine hasta que terminé la preparatoria. Tuve una crisis existencial. Yo ya tenía más o menos planeada mi vida, iba a ser contador, pero un discurso filosófico que iba a presentar en un concurso de oratoria, donde se tenía bastante presente al filósofo Albert Camus, el existencialismo y el absurdo me llevaron a apostar por hacer cine. Estoy feliz con esa decisión, ya que el cine es mi pasión y mi más grande obsesión. Gratitud. Antes mi relación con el cine era tóxica, pero ahora es más gratificante. Toda carrera siempre va a traer desilusiones, dudas, es inevitable y me ha ocurrido. Pero estamos destinados a sufrir esa ansiedad por el futuro, pero me siento agradecido por el camino y las decisiones que he tomado porque ahora van dando frutos. Gamboa. Yo quería crear algo donde no tuviera que pedirle permiso a nadie, quería hacer algo cómo a mí me gustara y con mis propias reglas. Trabajé medio año en un restaurante y así logré producir el proyecto. También tuve ayuda de mi familia, pero generalmente todo salió de ahí. Es muy complicado dirigir un proyecto independiente, pero a través de los diversos retos pude ser consciente de que el dedicarse de lleno a algo puede llevarte a lograrlo. FICG. Siento que voy por el camino correcto, hay que seguir. El FICG está muy chido pero hay que continuar trabajando, es una gran plataforma para conectar con personas de la industria y para dar a conocer nuestro proyecto, nuestro trabajo y nuestras capacidades. Proyectos. No quiero sentirme cómodo, quiero elevar la vara. Actualmente, con mi colaboradora Daniela Mora, estamos escribiendo un largometraje, además que quiero seguir produciendo y editando, aprendiendo constantemente de cada área. En ese largometraje tengo muchas ganas de grabar en el Sur de Jalisco y combinarlo con Guadalajara.