«El canto de las manos» de Dudamel

Tras participar en la edición 40 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara, el músico y compositor venezolano conversó sobre su participación en el documental

Gustavo Dudamel es uno de los directores de orquesta más reconocidos de este siglo, su personalidad y su talento se han entremezclado de forma perfecta para lograr un personaje que resulta casi sacado de una película o de una serie de televisión. Tanto es así que los productores de la serie Mozart in te jungle admiten haberse inspirado en el director venezolano para crear a su protagonista interpretado por Gael García Bernal.

Ahora Dudamel participa en un documental poderoso, que se construye de a poco y que resuena en muchos de los discursos, visuales y sonoros, que tienen repercusiones mundiales. Se trata de El canto de las manos de María Valverde, filme que retrata cómo Gustavo Dudamel dirigió la única ópera compuesta por Beethoven, Fidelio, pero no lo hace de la manera tradicional, sino que buscó al coro de cantantes en lengua de señas “las manos blancas”, compuesto en su totalidad por personas que padecen sordera. Así, el director de orquesta construye su opera con lo visual y lo sonoro, ver y escuchar toman la misma fuerza narrativa, las manos sustituyen la voz, la escenifican y la proyectan, y la música de la orquesta acompaña, construye esas voces visuales y explora los muchos espectros de la música.

¿Cómo se pensó en volver el proceso de la ópera un documental? Esto nació de María (Valverde), con ella también nació la idea del Fidelio, de documentarlo nació de ella misma evidentemente, era una página en blanco, ahí no había nada escrito y no sabíamos hacía dónde íbamos, tanto artísticamente con lo que iba sucediendo como con la historia que se fue desarrollando, ha sido un reto, pero un reto maravilloso, lleno de dificultades, pero de mucha entrega y de mucho amor, por eso tiene ese poder transformador.

En las otras operas escuchas la voz y aquí tienes que verla. ¿Cómo se planteó esto? Esas son todas las dimensiones de la música, porque al final creemos que la música es solamente lo que escuchamos, pero es algo que sentimos, es algo que vemos, yo creo que la música implica todos los sentidos y en este caso utilizar la música para la transformación de la vida de unos muchachos, de unos músicos, de unos artistas sordos es paradójico pero es muy poderoso, y ellos lo construyeron. Si tú te das cuenta cómo todo va sucediendo, más que un granito de arena todos van poniendo todo lo que tienen para lograrlo, porque tampoco por el hecho de que estuviéramos trabajando con personas sordas optaramos por hacer esto un poco menos fuerte, no, la misma intensidad, la misma exigencia artística que necesita, pero ellos daban aún más. Rompimos con esos muros, inclusive el de la comunicación que puede ser algo que dificulte el proceso, y vimos que la música pues rompió eso y nos vimos iguales, no es inclusión es integración, es muy distinto, porque es muy egocentrista decir vamos a incluirlos a ellos en nuestra sociedad, en nuestra comunidad, y ellos tienen una comunidad poderosísima en la cual tienen los mismos deseos, los mismos sueños y deberían tener los mismos derechos y los mismos accesos.

Fidelio es la única opera de Beethoven y tiene este simbolismo extra de que fue escrita cuando Beethoven ya se estaba quedando sordo. ¿Esto es una nueva forma de interpretación de ese simbolismo? Exacto, Beethoven es Florestan y Beethoven es preso de la sordera, pero preso de una sordera que al final le abrió muchas puertas, porque quizá si Beethoven no se hubiera quedado sordo no hubiese escrito lo que escribió después, la música que escribió Beethoven a medida que se iba quedando sordo y cuando ya lo estaba completamente es música que aún hoy sigue siendo vanguardista.

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